La crisis en Venezuela tiene varios matices. La botella de alcohol de Jhoan Navarro marca 30 grados.
Fue a una playa cerca de Caracas con su familia, mueve su cabeza al ritmo del equipo de sonido: «Vengo para distraer la mente«.
El choque entre Juan Guaidó, presidente interino de la República, y el régimen de Nicolás Maduro queda lejos de ese lugar.
«No me puedo quejar, tengo un buen trabajo«, dijo el joven de 29 años de edad, empleado en un banco en Caracas, donde gana parte de su sueldo en dólares. Este es el nuevo grial de los venezolanos, luego de que los billetes verdes hicieron una súbita aparición en las transacciones diarias al lado del bolívar.
La moneda nacional perdió 98,69% de su valor en 2019, según el Banco Central de Venezuela. La inflación debería llegar a 200.000% el año pasado, de acuerdo con las previsiones del Fondo Monetario Internacional.
Jhoan mira hacia las bocinas instaladas en el maletero de su Mitsubishi estacionado cerca de la playa. «Es electrónica lo que está sonando, pero tengo también reguetón y salsa».
«Yo trato de resolver mis cosas en conjunto con mi esposa y sabemos que sea Maduro o Guaidó, esas personas no van a resolver nuestros temas económicos«, dijo.
«No veo ningún cambio»
Guaidó relanzó hace una semana la ruta para enfrentar a Maduro.
Logró ser reelegido presidente de la Asamblea Nacional para un segundo mandato al frente del único poder en manos de la oposición. Aunque un diputado rival también se atribuye la presidencia, en alianza con el chavismo, tomó juramento por la Presidencia del Legislativo.
Como presidente de la Asamblea, Guaidó se proclamó presidente interino de Venezuela el 23 de enero de 2019. Pero un año después, el dirigente no ha logrado echar a Maduro del poder.
María Eugenia Hernández, que fue a la playa con amigas, todas madres solteras, dijo que siempre apoyó a Guaidó. Pero no siguió de cerca su reelección a la cabeza del Parlamento: «Vi una parte, pero es más de lo mismo y no me enfrasco en eso«.
«De verdad que Guaidó no ha hecho mucho, no veo ningún cambio, nada. Es algo repetitivo y sigue, y sigue y sigue», lamenta.
Aunque es reconocido como presidente interino por más de 50 países, incluso Estados Unidos, Guaidó no ha logrado aliarse con el alto mando militar, piedra angular del sistema político venezolano.
Y las manifestaciones que convoca contra Maduro no encuentran el mismo eco que tuvieron a comienzos del año pasado, cuando decenas de miles de venezolanos desfilaron por las calles. El sábado, una reunión que organizó en Caracas atrajo a algunos centenares de simpatizantes.
Salario mínimo de 6,7 dólares
Juan González no ama ni a uno ni a otro, pero quisiera que Guaidó «tumbe» a Maduro. «Maduro no quiere dolarizar», se queja Juan, que viajó con sus amigos a la playa.
Como mensajero, recibe en bolívares el salario mínimo mensual, que el régimen aumentó 50% el pasado viernes. Pasó a 450.000 bolívares, 6,7 dólares al tipo de cambio oficial.
«El sueldo no me alcanza», señaló sombríamente.
Un poco más lejos, Nelson Bolívar cocina pescados sobre una parrilla hecha con la estructura de protección de un ventilador. Lo que le molesta son los venezolanos que emigran.
«El que se va, lo hace porque tiene ganas de irse, no porque está mala la situación», aseguró. Sin embargo, Venezuela atraviesa la peor crisis social y económica de su historia reciente.
Sobre todo en el interior, los medicamentos escasean, los cortes eléctricos son frecuentes, así como las dificultades para surtirse de combustible en este país con las mayores reservas de petróleo del mundo.
María Eugenia no piensa, por lo pronto, abandonar Caracas ni su trabajo como repostera independiente. «La situación esta difícil. Pero sí se puede sobrevivir«, afirmó.
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