La complicada relación entre Colombia y Venezuela puede destrancarse luego de que Gustavo Petro, en las próximas semanas, finalmente se instale en la Casa de Nariño y se acerque al gobierno de Nicolás Maduro para avanzar hacia lo prometido: restablecer las relaciones diplomáticas y consulares, reabrir las fronteras y restablecer los derechos humanos en los más de 2.200 kilómetros del territorio poroso que comparten.
El pasado guerrillero de Petro y su expresada admiración por la revolución bolivariana no deja de causar incertidumbre. Expertos creen que, aunque es un hombre de izquierda, el dirigente del Pacto Histórico se inclinará más hacia lo racional y seguiría la línea trazada por Alberto Fernández, de Argentina; Andrés Manuel López Obrador, de México; y Gabriel Boric, de Chile, quienes se han mostrado en desacuerdo con las violaciones a los derechos humanos cometidas Venezuela y la vulneración de la democracia.
Petro y Maduro, luego de meses de palabras cruzadas, tensiones y descalificaciones, deben establecer un diálogo sincero para solventar los problemas que involucran a ambos países, indicó a El Nacional el exembajador venezolano Milos Alcalay.
“América Latina no es la misma América Latina de la primera década del siglo XXI, cuando se exportó el modelo bolivariano por el empuje de Hugo Chávez y de Fidel Castro. Había algunos gobernantes que eran incondicionales del proceso, como Rafael Correa, Evo Morales, Manuel Zelaya y Néstor Kirchner. Pero en la segunda década del siglo XXI hay elementos de lo que pasa en Venezuela que algunos gobernantes han criticado y que están velando por el interés de sus propios países. Colombia no será distinto”, expuso.
Más interrogantes que respuestas
El diplomático expresó que Petro, para tener éxito, debe tener en claro los intereses de Colombia, así como Maduro los de Venezuela. Sin embargo, afirmó, no bastará que se abra una embajada de Colombia en Caracas y un consulado en San Cristóbal, sino lo que se hará con la visión de futuro que tienen los líderes.
“Hay más interrogantes que certezas”, reconoció Alcalay.
La internacionalista Elsa Cardozo, exdirectora de la Escuela de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana, señaló a El Nacional que la declarada divergencia con el modo de gobernar de Maduro será un primer freno en el restablecimiento de las relaciones. Recordó que Petro dijo en meses pasados que Maduro pertenece a “las políticas de la muerte” y que “es un dictador”.
Resultará difícil que Petro, quien obtuvo casi 11,3 millones de votos en los comicios presidenciales del 19 de junio, se identifique con el balance de la emergencia humanitaria y el empobrecimiento de Venezuela, tampoco con lo que ese derrumbe ha significado en términos de migraciones y seguridad para Colombia, señaló Cardozo.
“Buscará un punto medio”
Petro ganó “en buena lid” un proceso democrático importante y transparente, subrayó el embajador venezolano Oscar Hernández Bernalette, exdirector Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe. Con respecto a las medidas que el presidente electo pueda tomar, consideró que “hay que tener calma y cordura” y recomendó no sobredimensionar las expectativas porque estuvo en la guerrilla o es de izquierda.
Destacó a El Nacional que Petro tiene tiempo en la política y que el segundo cargo más importante lo ejerció cuando estuvo al frente de la Alcaldía de Bogotá. Hernández agregó que el mandatario colombiano entrante aspiró en tres ocasiones a la presidencia, sabe negociar y conoce que su país cuenta con fuertes instituciones.
Presumió que, luego de que asuma la Presidencia de Colombia, se dejará arrastrar por el centro y buscará un punto medio.
“Será un hombre moderado, un gobierno de izquierda moderado. Tiene un gran reto por delante porque ha generado gran expectativa en todos los sectores sociales vulnerables en Colombia. Por supuesto, Venezuela y Colombia no son iguales. Para un gobernante en Colombia es fundamental mantener en marcha los sectores empresariales, las inversiones locales, una serie de programas y los niveles de exportación porque de eso depende la posibilidad de tener éxito”, señaló Hernández.
Hernández destacó que en América Latina hay gobiernos de izquierda que han mantenido su visión de economías abiertas y de capitalismo, que le han dado mayor importancia a las políticas de tipo social y que han entregado los gobiernos cuando han perdido en las elecciones.
“No hay que sobrealarmarse. Esperemos que la estrategia que se aplique sea de sensatez porque, de lo contrario, puede ser un gobierno extremadamente complicado y difícil para la realidad de Colombia”, aseguró.
Casi dos millones de venezolanos
El éxodo —Colombia es el principal país receptor de venezolanos, con 1,8 millones de migrantes— y la presencia de guerrilleros principalmente en estados fronterizos son temas fundamentales que deben atender los gobiernos de Colombia y Venezuela, señaló Alcalay.
“Tienen que sentarse a discutir a fondo los dos países y ninguno de los dos tiene la verdad absoluta”, dijo el diplomático.
Cardozo sopesó que no parece probable ni conveniente para el gobierno de Petro que se rompa con el apoyo a los migrantes venezolanos, la colaboración de instancias de las Naciones Unidas en materia de migración y refugiados o el Estatuto de Permanencia Temporal. Lo que sí puede producirse, añadió, es que se despolitice el tema.
“Es decir, sin mención de la naturaleza forzada de la migración en cuanto a las condiciones de pérdida de libertades y derechos en Venezuela”, explicó.
“Lo migratorio incluye también a la movilidad de nacionales y familias de los dos países en una frontera muy viva y compleja: recordar las expulsiones de colombianos y los cierres de frontera decididos unilateralmente por el gobierno venezolano desde 2013. De modo que allí es posible, y deseable, que el reacercamiento produzca acuerdos sobre procedimientos y garantías bilaterales”, puntualizó.
Alcalay no cree que Petro sea un forjador del plan Vuelta a la Patria. “La migración venezolana vota por los pies, ¿por qué? Porque está buscando calidad de vida en otros países, de manera que un gobernante debe entender el peso de 1,8 millones de venezolanos que, a su vez, están vinculados con importantes sectores de la propia Colombia”, añadió.
Con la migración venezolana no se podrá “simplemente pasar de página” porque es tan primordial que fue un tema central en la reciente Cumbre de las Américas.
Violencia guerrillera zonas fronterizas
Para Cardozo, las diferencias de fondo son las que podrían tener mayor peso en el acercamiento entre Petro y Maduro. En primer lugar, Petro tendrá la prioridad doméstica de controlar la violencia guerrillera, fortaleciendo el cumplimiento y los incentivos previstos en los acuerdos de paz de 2016, pero también de los grupos paramilitares y organizaciones no siempre distinguibles unos de otros.
“Y sabido es que la frontera con Venezuela ha dejado de existir para estos grupos, ante silencios, complicidades y facilidades del lado venezolano. Me inclino a pensar que esta es una prioridad a atender con el restablecimiento de relaciones. Puede bien ser la prueba de fuego. El riesgo es que continúe la pérdida de Estado en la frontera del lado venezolano, generadora de más enfrentamientos, incidentes y escaladas de violencia, como en Arauca-Apure, de difícil contención del lado colombiano y terrible para las poblaciones fronterizas”, analizó.
“No será fácil para el presidente de Colombia, sea quien sea”, afirmó Alcalay.
Hernández espera que se establezcan los puentes entre Venezuela y Colombia porque, al final, los conflictos entre gobiernos perjudican a los ciudadanos. “Esperemos que se den unas relaciones de complementación, de trabajo mutuo como se hizo en el pasado con comisiones que revisaban una cantidad de temas bilaterales importantes”, expuso.
Interinato, en la cuerda floja
No hay certezas de que Petro mantenga el reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, pero las posibilidades parecen inexistentes, y hay motivos para considerarlo así.
El dirigente venezolano aseguró en días recientes que respetaría si el mandatario electo de Colombia decide respaldar a Maduro, pero advirtió: “reconocería al narcotráfico, el terrorismo, las disidencias de las FARC y promovería la causa de la migración y de los refugiados”.
Una gran interrogante es en qué nivel quedará el apoyo que le ha dado la comunidad internacional a la oposición de Venezuela ante la pérdida de un gran aliado como el de Iván Duque estando en la presidencia de Colombia.
“Es un hecho que los colombianos eligieron a su presidente en un proceso electoral íntegro y que es competencia del nuevo mandatario, una vez juramentado, el restablecimiento de relaciones y reconocimiento de gobiernos. Es lo que recogieron las declaraciones de Guaidó, respetuosas de la voluntad y la Constitución de los colombianos”, observó Cardozo.
“Ahora, luego de la salida del más constante aliado regional a la causa de la recuperación de la democracia en Venezuela (Iván Duque) y anticipando los giros que vendrán —como el desconocimiento del gobierno interino—, también insistió en tres asuntos de enorme importancia: que los venezolanos queremos elecciones libres, competitivas, creíbles y respetadas; que no se abandonen las políticas de protección a los migrantes venezolanos, y que la seguridad y pacificación de la frontera con Venezuela es necesaria para la pacificación y la seguridad de Colombia”, añadió.
Más allá de esos tres mensajes fundamentales, puntualizó Cardozo, el triunfo de Petro confirma un cambio de entorno que la oposición deberá asumir en profundos ajustes organizativos y de estrategia, interior y exterior.
¿Presionar a Petro por Guaidó?
Elsa Cardozo cree que el gobierno de Maduro inevitablemente tendrá en la agenda de la normalización bilateral presionar a Colombia para que desconozca a Guaidó como presidente interino de Venezuela y por acciones contra la presencia o, al menos, las actividades y el control de activos por la dirigencia de oposición.
“En lo multilateral, seguramente querrá ganar el apoyo de Petro a la campaña por la reanimación de foros paralelos a la Organización de Estados Americanos”, afirmó.
El acuerdo de relaciones diplomáticas, en opinión del exembajador de Venezuela ante la ONU, dependerá de que Maduro no pida incondicionalidad a Colombia, sino de que dé respuestas que promuevan la solución de la situación de los venezolanos que están en Colombia, otorgándole pasaportes y los documentos que necesitan.
“El problema no es si Guaidó es presidente”
Milos Alcalay recordó que no hay temas que no puedan ser inamovibles y que la oposición venezolana debe tener una ruta clara en la proyección de las bases de la democracia en el país.
“Otro de los temas importantes que se dieron en la Cumbre de Los Ángeles fue que el hemisferio se incline a cumplir la Carta Democrática Interamericana. El problema no es si Guaidó es presidente o no, sino cómo encarar los principios y valores de la democracia, del pluralismo y de la libertad; de aceptar que en Venezuela no solamente hay una corriente ideológica, la del oficialismo, y que deben buscarse los mecanismos que permitan en todos los esquemas internacionales que el protagonista sea el elector venezolano”, opinó.
Guaidó y los dirigentes políticos, sugirió el diplomático, tendrán que comenzar a relacionarse con las nuevas autoridades de Colombia y aceptar las nuevas condiciones porque, insistió, lo importante son los principios y valores democráticos y no tanto quién es el presidente.
En crisis de liderazgo
Alcalay considera que la región está en una nueva etapa y que una renovada estrategia política internacional opositora dependerá de que lo hagan bien o mal. Si lo hacen bien, explicó, habrá respaldo de los presidentes de América Latina, y si lo hacen mal, la dirigencia venezolana seguirá perdiendo espacio en ese contexto.
“Estamos en una crisis de liderazgo en la oposición. Lo que hace falta es aumentar la presencia. Porque la opinión pública está en contra de la dirigencia del oficialismo y en contra de la dirigencia de la oposición. Tienen que incorporar a la diversidad, no para elegir un candidato sino para conducir hacia una estrategia que nos lleve hacia adelante en una estrategia que sea aceptable en cuanto a la conducción. No basta que se reúnan en México si no hay una clara estrategia de qué es lo que busca la inmensa mayoría de los venezolanos”, expresó.
Eso significa, dijo, que se deben replantear los elementos de la política exterior y cuestionó que el interinato no haya nombrado, todavía, a un canciller luego de la renuncia de Julio Borges. “De parte de la oposición hace falta un nuevo ejercicio y una nueva valoración, y el gobierno de Maduro debe entender que no hay incondicionales”, señaló.
Hernández advirtió que puede haber un proceso de distanciamiento de parte del nuevo gobierno de Colombia y de no reconocimiento porque, por los antecedentes, no hubo un acercamiento de la oposición que lidera Guaidó con los actores colombianos que estarán en el poder.
Un proceso largo
Los expertos consideran que también se deben resolver los problemas relacionados con los aspectos económicos, sociales, educativos, de salud y comerciales en las poblaciones fronterizas. Por eso, el proceso podría no necesariamente ser inmediato.
El propio Petro reconoció en una entrevista con Noticias Caracol que normalizar las relaciones “no será de la noche a la mañana” y adelantó que espera que el gobierno de Nicolás Maduro lo ayude en la pacificación de Colombia.
“Se ha destruido mucho. Indudablemente hay problemas de todo tipo, represamiento de gestiones de colombianos que quedaron aislados viviendo en Venezuela. Venezolanos que están aquí también aislados”, dijo el exguerrillero, que asumirá junto a su vicepresidenta Francia Márquez el próximo 7 de agosto.
Alcalay resaltó la importancia del Senado, si dará o no su respaldo a las políticas que Petro espera implementar en su país.
“Con este hombre no se sabe mucho hacia dónde irá el país. Para refundarlo, como pretende, tiene que hacer una Constituyente”, agregó la internacionalista Beatriz de Majo, articulista de El Nacional.
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