Luis Eduardo Martínez, presidente de la Comisión de Diálogo de la Asamblea Nacional de 2020, resaltó la importancia de que el proceso de negociación entre la oposición que lidera Juan Guaidó y el régimen de Nicolás Maduro se desarrolle en Venezuela y de manera pública, no en otro país ni de manera privada como también se ha planteado.
“Esto le dará mayor credibilidad y también hará posible que los venezolanos acepten en su momento lo que se apruebe y no sean sorprendidos. El mayor daño que podemos hacerle al proceso es empeñarnos en que sea secreto y se mantenga al margen a los venezolanos”, dijo el parlamentario a El Nacional.
Martínez también pidió que para el proceso se incluyan las otras oposiciones, no solo la que lidera Guaidó, y que se sumen los diversos sectores de la sociedad civil, incluidos los editores de los medios de comunicación, los productores agropecuarios y los empresarios.
Por los momentos, una delegación del Reino de Noruega está en Venezuela como enlace pendular. El diputado aseguró que Estados Unidos y Europa no participan en esta fase de acercamiento, aunque sí afirmó que las potencias observan cómo avanza el acercamiento de los actores que se sentarán en la eventual mesa de negociación.
—¿Qué se ha discutido sobre el proceso de negociación que estaría por comenzar entre la oposición que encabeza Guaidó y el chavismo?
—Estuvimos evaluando entre diputados y miembros de la Comisión de Diálogo, Paz y Reconciliación los intentos que se están haciendo para iniciar una negociación, dada la presencia de los noruegos en Venezuela. Concluimos que es importante transmitirle a los noruegos que estamos convencidos de que conviene que la negociación se haga de manera transparente, que el secretismo va en perjuicio de que los venezolanos sepan lo positivo de entenderse. Lo segundo es procurar que las conversaciones se hagan en Venezuela; algún sector vinculado a una de las oposiciones ha planteado que se lleven adelante en México y, si bien se respeta esa propuesta, nosotros creemos que para que la población y los medios de comunicación tengan información, lo conveniente es que las reuniones se hagan en Venezuela; en el país hay sitios suficientes donde, si se necesita aislamiento y tranquilidad, se puede sesionar. Lo tercero es que tienen que incluirse los distintos sectores de la oposición, no puede limitarse a un solo sector porque la realidad es que en Venezuela hay diferencias de visiones y, por lo tanto, deberían unirse las tres o cuatro oposiciones que existen.
—¿Quiénes más?
—Hemos insistido en que el país es más que los políticos y que sectores de la vida nacional, digamos los empresarios, los editores de medios de comunicación y los productores agropecuarios, entre otros, deberían ser parte de cualquier proceso de negociación porque Venezuela es más que sus dirigentes políticos. En África hay suficientes ejemplos en los que se han avanzado en procesos de diálogo, negociación y posteriormente soluciones a problemas políticos como el de Venezuela, en los que han participado todos los sectores nacionales. Esa es nuestra posición, pero estamos a la espera de que la delegación de noruega que se encuentra en Venezuela, y que ha venido actuando con muchísima discreción, empiece a dar respuestas a estos planteamientos.
—Con las posiciones públicas que ha habido, tanto desde el chavismo como desde la oposición que encabeza Guaidó, ¿es posible que se pueda lograr un mayor acercamiento?
—Las partes que se han pronunciado públicamente han puesto la vara muy alta, pero eso es típico de cualquier proceso de negociación. Hay una teoría de la aproximación en la que, precisamente, una de las características de un proceso de negociación complejo es que las partes ponen objetivos muy ambiciosos; como entienden que cada una tiene que ceder, entonces hacen planteamientos que difieren en mucho de la contraparte. En lo personal, quiero ser optimista porque desde hace mucho tiempo hemos venido señalando que la única vía para cesar la confrontación política en Venezuela y lograr estabilidad, que amerita recuperación económica, es entendernos. Dialogar, conversar y después negociar, consensuar. No tengo ningún temor a que las partes pongan condiciones que parecieran no encontrables; es en la mesa de negociación en la que será posible que esas partes se acerquen.
—En este punto, ¿qué saben de la gestión de la delegación de Noruega?
—Es un secreto a voces que en la última mesa que se celebró en Santo Domingo (República Dominicana) se estuvo a punto de firmar un acuerdo, pero lamentablemente, en horas finales, presiones extranjeras impidieron que esto se diera así. Ahora los factores que ejercieron esa presión se han mostrado inclinados a que sea por la negociación que los venezolanos nos pongamos de acuerdo. La participación de los noruegos es de buena fe. Ellos, que tienen una amplia experiencia en negociaciones, pueden ayudar, pero, en todo caso, tenemos que encontrar las soluciones nosotros mismos.
—¿Por qué considera tan necesario que las conversaciones se realicen en Venezuela?
—Los venezolanos tienen derecho, no solamente los políticos involucrados, a saber qué propone cada quién y cómo nos vamos acercando. Esto le dará mayor credibilidad y también hará posible que los venezolanos acepten en su momento lo que se apruebe y no sean sorprendidos. El mayor daño que podemos hacerle al proceso es empeñarnos en que sea secreto y se mantenga al margen a la población. Los medios tienen incluso el rol importante de informar sobre esto y la mejor manera es que sea público. No tiene mucho sentido (que se haga en otro país) porque Venezuela no está en una guerra, no está atravesando por una situación armada, si bien hay delincuencia por doquier. Estoy seguro de que si se escoge un sitio local podemos sesionar, y es mucho más fácil hacer consultas internas.
—Hubo cierto cambio en la política internacional de Estados Unidos. ¿Puede ayudar en el proceso que el gobierno de Joe Biden respalde un proceso de negociación?
—Sí. Y no es una opinión que surja de un criterio espontáneo porque he tenido la oportunidad de conversar y de reunirme, en algunos casos personalmente, con distintos representantes de la vida norteamericana. Hemos estado en Washington, en Nueva York, con representantes del Congreso, del Senado, con líderes de tanques (think tank) de pensamientos. La semana pasada estuvieron aquí en Venezuela los integrantes de uno de los tanques de pensamiento de Washington y se hicieron varias reuniones; y en todas ellas se ha hecho ver que la política de Biden se centra en la capacidad que tengamos los venezolanos de entendernos, y entendernos significa negociar y que cualquier decisión que tomemos entre nosotros la respaldarían, y eso representa el fin progresivo de las sanciones. Sí creo, por lo mucho, que hemos tenido contacto con distintos sectores de la vida americana, que hoy es distinto que ayer. Si bien todavía no hay funcionarios definitivos de la administración Biden, puestos importantes relativos al caso venezolano, si bien algunos se mantienen de la administración Trump, hoy hay un giro que demuestra mucho más realismo que la anterior política beligerante que Estados Unidos adelantó hasta noviembre del año pasado.
—¿Y si no se logra un acuerdo?
—Es difícil evaluarlo por adelantado. Maduro pide que se le reconozca como presidente, Guaidó pide que no porque, al pedir elecciones presidenciales ya y mantener la condición de presidente interino, es tácito que cree que es él quien merece el reconocimiento. Las dos partes están en una posición de blanco-negro, pero eso es absolutamente combatible. Con un proceso de negociación probablemente terminemos en una graduación de grises, es decir, que las partes se encuentren en un punto en el que tendrán que ponerse de acuerdo. Por eso es tan importante que los venezolanos sepan y los medios de comunicación puedan transmitir qué es lo que se está hablando, qué se está tratando, para que mañana no se diga que uno u otro sector traicionó la confianza de sus seguidores.
—¿Hay otros países u organizaciones que hayan confirmado alguna participación en el proceso?
—Hasta donde tengo información, Estados Unidos no está interesado en participar en esta etapa del proceso. En el caso de los europeos están viendo el proceso, pero también sin involucrarse directamente. En unas reuniones recientes a las que asistimos en Ginebra, en Bruselas, insistieron un poco como los norteamericanos que debíamos resolver nosotros nuestros problemas, pero también insistieron en que podían trabajar conjuntamente en la definición de políticas para Venezuela.
—La Unión Interparlamentaria enviará pronto una comisión a Venezuela.
—Estamos por definir la agenda para esa visita de la Unión Interparlamentaria. Eso también muestra el interés que tienen los parlamentos del mundo en la compleja situación venezolana. La agenda se va a construir en los próximos días, pero seguramente van a querer reunirse con cada una de las partes que estén participando en este proceso de negociación, de diálogo, de cooperación o, incluso, más allá de esas partes porque, reitero, Venezuela es más que sus dirigentes políticos.
—¿Qué exactamente haría esa delegación en Venezuela, además de reunirse con algunos sectores?
—Hace aproximadamente dos meses asistimos a una reunión con la directiva de la Unión Interparlamentaria y los invitamos para que vinieran a constatar las situación del país, del funcionamiento del Parlamento venezolano, oír a todas las partes vinculadas a la cuestión legislativa. Porque la Unión Interparlamentaria, de alguna manera, tiene mucha injerencia en la gestión de los parlamentos en el mundo, además de que ellos nos manifestaron que tenían interés en conocer la situación de los parlamentarios de la legislatura que fue electa en 2015, que pudieran estar siendo perseguidos por defender sus ideas. Ellos mencionaron incluso el caso específico del diputado y amigo Juan Requesens y, junto con los directivos que visitarán el país, estarán los parlamentarios miembros del Comité de los Derechos Humanos; entiendo que, en el caso de ellos, de los que más se interesan, es conocer cuál es la situación de los diputados de la Asamblea Nacional de hoy y de ayer.
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