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Goles de videojuego en Venezuela, exitoso reto ante un pobre Internet

Por AFP
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¿Ganar una Copa Libertadores? ¿Ser mundialistas? Jóvenes gamers de Venezuela marcan goles virtuales que han sido imposibles en la vida real. Su peor rival: el mal servicio de Internet.

«¡Pásala, pásala! ¡Qué golazo, vale!», se oye a Josué Medina con su control de PlayStation en las manos mientras juega en la Liga Virtual de Fútbol Venezolano (LVFV), lanzada este año con el norte de impulsar los deportes electrónicos en el país.

Un millar de jugadores de la saga de videojuegos FIFA participaron en este torneo de Pro Clubs, modalidad en la que hasta 22 jugadores —11 por bando— pueden conectarse en línea para controlar cada uno a un futbolista en los partidos. El evento acabó el miércoles con el Beast como equipo campeón.

«Suena loco, pero Venezuela, con Argentina y Brasil, está entre los mejores del continente», dice a AFP Josué, de 26 años, uno de los promotores de la LVFV y jugador del Zamora eSports, avalado por el auténtico Zamora FC, tetracampeón del fútbol local.

Y los días de cuarentena por el covid-19 fueron un envión. Encerrados, más jóvenes se acercaron al gaming.

«Hace año y medio esto era impensable», considera Daniel Molina, del Monagas eSports —otro equipo virtual venezolano respaldado por su par real, el Monagas SC—, entre juego y juego en las coloridas paredes iluminadas con focos fluorescentes de Spartacus, una arena de eSports en Caracas.

Venezuela es el único país de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) que jamás ha jugado un Mundial y sus clubes nunca han alzado trofeos internacionales como la Copa Libertadores o la Copa Suramericana, pero en Pro Clubs la historia es distinta.

El DANZ —acrónimo de un viejo club venezolano, Deportivo Anzoátegui, desaparecido por deudas en 2019— ganó la Copa Libertadores 2020 en la EFA (Electronic Football Asociation) y el Zamora eSports en la PGS (Pro Gaming Society). Son plataformas para ligas virtuales de todo el mundo, que atraen a pequeñas comunidades en redes sociales como Twitch o YouTube.

El DANZ estuvo en la LVFV, pero abandonó para concentrarse en ligas de Estados Unidos.

Golear a Faríñez

El auge global de los eGames llamó la atención de la FIFA, que organiza desde 2004 la Copa del Mundo FIFAe, con duelos de Ultimate Team (1 vs 1) en lugar de Pro Clubs (11 vs 11), entre otros torneos.

El campeón de 2019, el alemán Mohammed Harkous («MoAuba» en el mundillo gamer), se llevó 250.000 dólares.

El campeón de la LVFV está a abismal distancia: el Beast ganó 1.000 dólares, pero ello es visto como un triunfo por la liga en un país con serias dificultades económicas.

Una buena señal: anunciantes. La mayor marca de alimentos de Venezuela, Polar, organizó esta semana partidas entre gamers y los internacionales Wuilker Faríñez, portero del Lens francés, y Deyna Castellanos, atacante del Atlético de Madrid en la liga femenina española.

Faríñez cayó por 7-1 ante Daniel, de 23 años, quien compite desde 2019: «Me apareció una publicidad (en Instagram). Pensé: ‘¿Por qué no? Vamos a intentar».

Equipos locales como el Zamora eSports han empezado a pagar a sus jugadores. Eso sí, son casos muy contados.

«Queremos que esto sea un poco más serio», dice Miguel Urbina, de 21 años, compañero de Josué en ese equipo.

¡Adiós, WiFI!

Los gamers en Venezuela enfrentan a un terrible enemigo: una de las peores velocidades de conexión del mundo según Speedtest.

«¡Apaguen el WiFi, voy a jugar!», suele decir Josué a sus familiares, pidiéndoles apagar todo en casa para conectar su PlayStation directo al modem.

«Es demasiada diferencia. Yo lo sufrí hasta que me vine», comenta Luis “Luisito” Estrada, de 23 años, uno de los mejores jugadores del DANZ, quien trabaja como instructor de tenis en la academia de su padre en Orlando, Florida.

El DANZ pudo hacer alrededor de 7.000 dólares en premios en 2020.

Los gamers venezolanos marcan diferencia al acceder a mejor Internet. Uno, Pablo Georgakopoulos, quien creció en Florida, está en el equipo del Inter Miami en la eMLS. «Sería imposible en Venezuela», remarca Luis.

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