Venezuela  Felipe González: No voy a blanquear a Nicolás Maduro Felipe González / Putin
Foto: EFE/ Ángel Díaz

Las estructuras represivas de Venezuela están infiltradas, colonizadas por funcionarios de los servicios de inteligencia cubanos.

Los cubanos han aleccionado y entrenado a los funcionarios de inteligencia venezolanos en crueles tácticas de tortura. Han diseñado la estructura de inteligencia y seguridad venezolanos, dedicados principalmente a la represión de los opositores y a la defensa del régimen dictatorial encabezado por Nicolás Maduro.

Esa es la conclusión principal del informe anual del Instituto CASLA sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

En la presentación de dicho informe, Felipe González insistió en que «Maduro ha convertido Venezuela en una colonia cubana».

«Venezuela ha tenido como orgullo el no haber sido nunca colonia de nadie, y ha terminado siendo colonia de Cuba», lamentó.

Felipe González hizo hincapié en que «la tiranía es el modelo venezolano», donde «no existe la justicia», «como en ninguna tiranía».

«Tampoco hay principio de legalidad». Lo que hay «son normas tiránicas que se aplican al capricho del tirano», añadió. «No existe legalidad, existe una normatividad del comportamiento arbitrario de las autoridades, que cuando hace falta, se saltan las normatividades».

Felipe González reflexionó también sobre las próximas elecciones presidenciales previstas para el 28 de julio.

«¿Por qué no hay observadores de la Unión Europea para estas elecciones que se anuncian para julio? ¿Lo ha decidido el organismo que tiene que decidir eso? No. Lo ha decidido un miembro del organismo porque se lo han ordenado. Estamos ante un desafío electoral», denunció González.

Además, afirmó que Maduro muestra una gran cobardía: «Se tiene que inventar todos los días una conspiración, solo así sobrevive a su cobardía».

«Es un cobarde que no se enfrenta a ninguna situación, que se protege en teorías conspirativas, porque ni siquiera tiene talla para inventarse grandes conspiraciones contra él», reflexionó.

En ese sentido, advirtió que «la represión no solo no cesa, sino que aumenta. Y va a aumentar más en los próximos días y semanas, porque van a hacer creer que hay elecciones libres y democráticas. Pero observadores internacionales fiables no habrá».

«No es confiable el censo, no es confiable el régimen. Hay ocho millones de venezolanos fuera que no tendrán derecho a participar. Y no están fuera porque se hayan ido de excursión. Están fuera huyendo de la miseria o huyendo de la persecución. Las condiciones son unas condiciones muy desiguales».

También aseguró que a la líder opositora inhabilitada, María Corina Machado, «le puede pasar cualquier cosa, que es lo que más temo, pero la respetan el 80 % de las fuerzas armadas. La respetan porque respetan su verdadero patriotismo. No ese de pacotilla de Maduro, sino, el de verdad».

En definitiva, se mostró pesimista respecto a la posibilidad de un cambio tras las elecciones: «Maduro está seguro de que, si se cumplen las reglas de juego, perderá. ¿Está dispuesto a perder? No».

Torturas y represión

En el informe, de 79 páginas, presentado por Tamara Sujú, recoge cómo funcionarios de los servicios de inteligencia cubanos se han hecho con el control de los servicios de inteligencia venezolanos y han construido un aparato de torturas estatal.

El informe, señala Sujú, apunta a que Maduro se ha rodeado de los servicios de inteligencia porque no se fía de las fuerzas armadas venezolanas.

Esa desconfianza hacia los militares ha llevado al chavismo a detener a numerosos altos oficiales de las fuerzas armadas acusados de desafectos al presidente Maduro y de ser golpistas.

De hecho, en este momento hay dos generales detenidos recientemente, se denuncia en el informe.

Maduro «se ha rodeado de funcionarios ejecutores leales, criminales a los que no les importa torturar, violar y asesinar, como Hernández Dala y Granko Arteaga, de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, Miguel Domínguez, de la Policía Nacional Bolivariana y Gustavo González López del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional».

En el informe se demuestra que se produjo un incremento de las torturas contra militares detenidos y opositores después de que Maduro asumiera la dirección de los principales organismos de inteligencia, los citados DGCIM, PNB y CPOD.

Esos tres organismos se han hecho con el control de las estructuras del Estado, desde los organismos de represión y seguridad, hasta las estructuras económicas, con el control de varias industrias del país.

Por ello, Maduro no puede decir que no es el jefe de toda esta estructura represiva que funciona a partir de los servicios de inteligencia, porque está escrito en documentos oficiales.

Tamara Suju subrayó que estos organismos tienen un enrome poder sobre las fuerzas armadas venezolanas.

«Los generales, los coroneles, le tienen miedo a Granko Arteaga y al DGCIM, porque saben que responde ante Maduro y que, si así lo ordena Maduro, puede llevárselos detenidos».

Por ejemplo, el CPOD se ha infiltrado en partidos políticos, en organizaciones de la sociedad civil, en las fuerzas armadas, mediante una red de cooperantes.

El informe del instituto CASLA apunta a que la represión en Venezuela se ha incrementado con un aumento de detenciones y torturas contra políticos, periodistas, militares, influencers, familiares de encarcelados y exiliados.

«En Venezuela ser familiar de un preso político, ser activista de derechos humanos, miembro de una ONG o denunciar corrupción en redes sociales es suficiente para detener a personas y meterlos presos. Basta con proporcionar un equipo de sonido en un acto de campaña de María Corina para justificar una detención», explicó Tamara Sujú en su resumen del informe.

Denunció que el régimen de Maduro aplica «métodos de tortura de la Edad Media», con grilletes metálicos, ahogamientos palizas y colgamientos. Arrancan los dientes a los presos, les introducen agujas en las uñas y les dan descargas eléctricas en los genitales.

Los funcionarios de los organismos de inteligencia aplican también torturas psicológicas, como la ruleta rusa, o la simulación de ejecución, aplican violencia sexual y privación de alimentos. En todas estas torturas muchas veces participan oficiales cubanos.


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