Hugo Chávez y Nicolás Maduro han sido excelentes alumnos, pero de dictadores. “En Venezuela se han hecho cada vez más visibles los aprendizajes para el mantenimiento y consolidación de un régimen autoritario cada vez más cerrado”, expuso la internacionalista Elsa Cardozo, que advirtió que el oficialismo ha tomado nota de las experiencias de Cuba, Rusia, China, Irán y otros regímenes autoritarios para resistir en el poder.
“Desde la llegada de Hugo Chávez al poder se fueron perfilando propósitos, estrategias y políticas que alejaron a Venezuela de actores y compromisos democráticos y la acercaron a alianzas y vínculos estratégicos no solo diversamente desafiantes del orden liberal internacional, sino legitimadores del autoritarismo en sus versiones más extremas”, sostuvo Cardozo en un artículo publicado en la última entrega de la revista Democratización, editada por el Instituto de Estudios Políticos Forma.
La doctora en Ciencias Políticas recordó que desde 1999 las revoluciones chavista y castrista estrecharon sus lazos y sentaron las bases de la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), con el fin de aumentar su ascendencia en el Caribe.
“Entre 2004 y 2013, la influencia de Cuba y las oportunidades para el aprendizaje y su aplicación (por el chavismo) aumentaron notablemente a medida que aumentaba el desafío a Estados Unidos, se avanzaba en la estatización de la economía, la politización de la Fuerza Armada Nacional y el asesoramiento y presencia cubana en los ámbitos de inteligencia, comunicaciones, entrenamiento y planificación en seguridad”, sostuvo.
El fallecimiento de Chávez y Fidel Castro no hizo mella en la relación. Cardozo indicó que “pese a la sucesión de Fidel Castro por su hermano Raúl, la muerte de Chávez y las limitaciones financieras de Venezuela desde 2013 para mantener los niveles previos del apoyo económico a Cuba, la llegada de Nicolás Maduro al poder no disminuyó la dependencia mutua. Del lado venezolano se hizo sentir con intensidad en la utilización de violencia en escalas hasta entonces desconocidas en Venezuela, para sofocar las protestas a partir de 2014, en la concentración de actividades económicas en manos militares y en la degradación de procesos electorales para desvirtuar el valor del voto y el derecho a elegir”.
Los vínculos con Cuba, Rusia, China e Irán
Cardozo resaltó que los vínculos con Rusia, China e Irán “han alentado cambios de doctrina, estrategias y equipos para la seguridad pública y la represión de protestas, de uso de propaganda y medios de comunicación bajo control estatal, de difusión y manipulación de información, en redes y por medio de agencias informativas vinculadas a los aliados, en desafío no solo a potencias democráticas sino a principios, normas e instituciones del derecho internacional. También han sido importantes para la estrategia de evasión de sanciones y la instrumentalización autoritaria de discusiones y propuestas en foros internacionales”.
Señaló que el oficialismo ha contado con “otras fuentes de aprendizaje derivadas de relaciones e influencias que se han cultivado en lo ilícito, criminal y subversivo, vinculados todos a la corrupción en su más amplio sentido: desde el aliento y participación en la apropiación de bienes públicos y provenientes de actividades ilícitas hasta la aceptación de esas actividades y administración de impunidades”.
Cardozo subrayó que “la lista de aprendizajes autoritarios y sus manifestaciones extremas han hecho del régimen venezolano un antimodelo”, pero enfatiza que el modelo chavista “no ha logrado sofocar ni ocultar que la resistencia democrática doméstica e internacional se ha mantenido”.
“A pesar de los veinte años transcurridos en medio de la cada vez más ruda imposición autoritaria, en Venezuela no solo persisten sino que se han añadido aprendizajes democráticos y, en el exterior, se mantiene el aliento para que se sostengan y fortalezcan en una circunstancia en extremo compleja, en obstáculos y en exigencias”, apuntó.