El alcalde de Muchuchíes, Abraham Hayón, fue encarcelado después de haber solicitado una “intervención internacional de paz” en Venezuela para garantizar el resultado electoral del 28 de julio. Diosdado Cabello pidió su captura tras ser nombrado ministro de Interior del régimen de Nicolás Maduro. Y sus órdenes se ejecutaron de inmediato.
Hayón, encargado de recoger buena parte de las actas electorales en el estado Mérida, explica en entrevista con El Nacional cómo fue sobornando a su carcelero hasta ganarse su confianza y huir por un túnel construido debajo de su propia cama. Hoy, tras 52 días de haber sido apresado, comienza el exilio en Madrid.
—¿Usted era un preso político de Diosdado Cabello?
—Totalmente. Diosdado anunció al país que yo pedí una intervención militar a Estados Unidos, cuando en realidad yo en un video que grabé abogaba por una intervención para salvaguardar la paz en el país tras el fraude electoral del 28 de julio.
—¿Qué dijo en el video?
—Esto es lo que dije en el video: Estados Unidos debe como primera potencia mundial y en conjunto con los demás países y el consenso intervenir en una acción humanitaria para resguardar la paz y la seguridad nacional y garantizar el orden institucional de la República de Venezuela. El 28 de julio del presente año 2024 se organizaron unas elecciones donde masivamente la población -cercano al 80%- votó por un candidato de la oposición y lamentablemente se le cometió un fraude insólito.
Hice un mensaje a las Fuerzas Armadas: ustedes son ciudadanos vestidos con uniforme, el pueblo es ustedes mismos, ustedes no pueden ir en contra del pueblo, piensen que su deber es con el país, no con unos políticos que quieren perpetuarse en el poder. No tengan temor o miedo. Al haber perdido la elección, busquen una salida en paz y con gallardía. Esta actitud arrogante, prepotente, es signo de debilidad, no de fortaleza sino de debilidad.
—¿Usted fue el encargado de recolectar las actas electorales del estado Mérida?
—De buena parte los municipios.
—¿Cuántas actas pudo recoger?
—Casi la totalidad.
—¿Cómo se fugó de una prisión controlada por el régimen?
—Primero estuve en los dormitorios de los funcionarios. Ahí estudié sus movimientos, sobre todo los nocturnos. Estuve allí unos 10 días. Le propuse al comisario jefe, de apellido Pernía, que yo quería permanecer en una habitación solo, y no con 70 u 80 oficiales.
Entonces me dijo que podía tener una habitación con beneficios: una cocinera, que tenía que pagar yo, WiFi y con acceso al patio.
—¿Tenía que pagar por esos privilegios?
—Claro. Yo pagaba 2.000 dólares todas las semanas al comisario Pernía. Y aparte pagaba la cocinera, la televisión, el WiFi y la comida, que él también disfrutaba de eso.
—¿Cómo logra que un comisario bajo el control del régimen le otorgara todos esos beneficios?
—El día 4 de septiembre me detienen y me llevan al recinto. El comisario Pernía lo primero que me dijo fue: “Tu boleta no está radiada. Si me das 25.000 dólares, te vas”. Yo le contesté que no contaba con ese dinero en el bolsillo y entonces quedé encarcelado y también retuvieron el vehículo de mi esposa. Pero después, poco a poco, me di cuenta de cómo funcionaba todo y me gané su confianza.
—¿Cómo logra construir un túnel en un recinto policial?
—El comisario me dijo que eligiera un espacio en el recinto, pero tenía que arreglarlo para poder construir mi suite. Y me dijo que aprovechara que él necesitaba que le terminara de construir un tribunal móvil y que le arreglara su oficina. Le dije que sí podía hacerlo, pero con personal de mi confianza. Entonces llamé a unos trabajadores de Colombia para que, en medio de las obras, construyeran un túnel. Medía apenas tres metros. Fue muy fácil escaparme. Fue de madrugada, cuando se fue la luz. En 45 segundos, ya estaba afuera.
—¿Tuvo la complicidad de algún funcionario del chavismo?
-No, ningún funcionario. Solo me fui ganando la confianza de los policías del centro y del comisario.
—¿Cómo sale de la prisión hasta Madrid?
—Viajé de forma clandestina hasta Curaçao. Allí tomé un vuelo hasta Ámsterdam y de allí a Madrid. No puedo dar más detalles por temas de seguridad.
—¿Cree que con este escape se ha burlado de Diosdado Cabello?
-Bueno, burla no, pero yo creo que mi escape fue un duro golpe para el régimen y un golpe para su orgullo, porque él dijo con mucha seguridad que yo iba a permanecer por lo menos 30 años en la cárcel y estuve menos de dos meses.
—¿La alta corrupción en el sistema facilitó las cosas?
—Claro, sin ella no habría podido salir. Eso ha sido fundamental. Es una de sus principales debilidades. Mucha gente cree que son invencibles y la propia corrupción es su gran debilidad. Yo hasta salía a comer con el comisario Pernía.
—¿Estando preso, podía salir a comer con el comisario que se supone que lo custodiaba?
—Sí, salíamos a comer. Fue un plan para que su personal de seguridad me viera saliendo con él. Era un proceso para ganar la confianza interna y debilitar su seguridad, que de verdad tampoco era demasiada.
—¿Cuál es la diferencia entre la mayoría de presos políticos encerrados y usted que podía salir?
—La diferencia era simplemente dinero.
—¿Nunca se planteó presentarse a los tribunales?
-Nunca. Primero porque los presos políticos no pueden juramentar un abogado privado, sino que tienen que someterse a un defensor público. Además, no confío en el sistema judicial. Desde que se hizo público que estaba detenido, me llegaban llamadas y más llamadas de abogados ofreciéndome sus servicios y asegurándome que podían darme libertad a cambio de una suma de dinero. Pedían cantidades millonarias, alegando que el monto debía repartirse. Algunos decían que ellos habían movido influencias para ayudarme, buscando una retribución por algo que no hicieron.
—¿A qué se dedicaba usted antes de la política?
—Era empresario y sigo siendo empresario en diferentes áreas. En 40 años me he dedicado a las importaciones, a la manufactura, a la minería cuando se podía hacer minería.
—¿Ha habido detenciones culpabilizando a funcionarios?
—Hay muchos funcionarios detenidos que no tienen nada que ver porque yo no involucré a nadie en mi salida.
—¿Ha recibido alguna represalia por el escape?
—Sí, robaron y saquearon mi casa. Cuando aún estaba preso, el comisario Pernía me dijo que había recibido una orden para allanar mi casa, pero me ofreció detener esa orden si le pagaba 10.000 dólares. Al final, entraron a casa y se robaron todo. Entraron por segunda vez para destruir y una tercera vez para llevarse las cosas más grandes.
—¿Qué consecuencias cree que ocasionará su fuga en términos políticos?
—Para el régimen, es una derrota porque evidencia que ellos son frágiles, porque el sistema está corrupto. Yo fui oficial militar de Israel, uno de los países con mayor disciplina militar. Allí aprendí estrategia e inteligencia. Aprendí a estudiar a tu enemigo y a estudiar su debilidad para lograr tu objetivo y tu victoria.
—¿Ha salido del país también toda su familia?
—Sí, totalmente, yo no podía dejar a nadie ahí.
—¿Y cuáles son sus planes ahora en el exilio?
—Bueno, estoy en Madrid porque también soy ciudadano español, y lucharé desde aquí por la libertad de Venezuela.
—¿Confía en un exilio breve?
—Así es. Confío en un exilio breve. Este gobierno está muy débil. Creo que debería crearse una alianza cívico-militar dentro de la oposición para terminar con todo esto.
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