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Durante 2022 la escolaridad estuvo en retroceso y hubo priorización de la supervivencia sobre la educación infantil

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El 2022 se fue y el 2023 llega con muchas expectativas. Sin embargo, el año que nos dejó ha sido en buena medida el cierre de un capítulo negativo. Al menos en materia de educación.

Raquel Figueroa, dirigente sindical de la Federación Colegio de Profesores de Venezuela y coordinadora nacional de la Unidad Democrática del Sector Educativo, afirmó que el sector educativo se puede calificar en una sola palabra: «negativo».

Para la experta, la educación venezolana ha estado en retroceso y en este caso toda la problemática que dejó la pandemia no tuvo solución en 2022 mediante una política eficaz, para restablecer la calidad perdida.

Es tal la gravedad del asunto que Figueroa, experta en políticas públicas educativas, afirma que ya en Venezuela no se puede hablar de calidad educativa. A su juicio, un país que tiene la educación como derecho humano violentado, no puede hablar de calidad alguna. Más aún cuando se tienen dos artículos constitucionales como el 102 y 103 que enarbolan la educación.

«No se puede, porque hay un retroceso en las responsabilidades del Estado, entonces no hay calidad y la pandemia evidenció eso», dijo.

En la post pandemia el factor que no cambió de acuerdo con Figueroa fue la desinversión. «La inversión disminuyó de una forma tan abrupta que se volvió desinversión. Es un elemento principal porque ahí se ve reflejada la calidad de la alimentación escolar», indicó.

Deterioro de los planteles educativos

Asimismo, el mantenimiento de los planteles es prueba de ello. Dijo que hay un deterioro casi total, en vista que no ha habido un porcentaje considerable y mucho menos destacable en la recuperación de estos espacios. Indicó que solo las escuelas pilotos del proyecto bolivariano han recibido una pequeña porción de ayuda, pero más allá de eso, Figueroa fija en más de 50% los planteles que se mantienen en el mismo estado de deterioro.

Ni el primero ni el segundo año de pandemia el gobierno venezolano tocó la infraestructura educativa por una simple razón, «porque estaban cerrados», precisó Figueroa.

Pero el retroceso educativo se ha vuelto un sacudón para toda la comunidad educativa y, en el 2022 la vida siguió cambiando para los educadores venezolanos, porque ellos expresan un deterioro de la vida, desde aspectos como su desarrollo profesional, su desarrollo pedagógico y su desarrollo personal.

Es entonces cuando la experta destaca dos indicadores: la pulverización del salario, la eliminación del seguro social; y añade un tercero, que es el quitarle el protagonismo pedagógico y académico en el plantel, lo cual, en palabras más simples, es la libertad de cátedra en el plantel. Para Figueroa las pruebas del retroceso se cristalizaron con la congelación de la convención colectiva que estaba por firmarse.

Capitales del país son las menos afectadas

Cuando se visualiza la educación de manera geográfica en Venezuela las capitales importantes del país son las menos afectadas, aún cuando la crisis está presente en todas.

Figueroa apunta a las fronteras venezolanas como los epicentros de la crisis. «Son los que más han sufrido en cuanto a la disminución del presupuesto y la educación. Esa zona ha sufrido una migración masiva de docentes a otros países a realizar otras labores para poder subsistir. Hay un aumento de exclusión social y de desigualdad social», explicó.

Pero, más allá del 2022 Raquel Figueroa mira hacia el 2023 que será muy conflictivo en la educación, en vista de que el Estado sigue teniendo cuantiosas deudas con los educadores. Además, la situación de crisis de los servicios dentro del plantel no ha sido subsanada, los problemas del 2022 no han sido solucionados, lo que deja ver que estos continuarán en el año cursante.

En este sentido, Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andres Bello, hace hincapié en que para entender el 2022 desde la perspectiva educativa hay que entender el contexto del país. A este lo resumió en la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela con una hiperinflación y un Bolívar depreciado.

Para Calatrava una cifra preocupante que marca el año que acaba de terminar son los más de tres millones de niños y adolescentes que son excluidos plenos del actual sistema educativo entre 6 y 18 años. Esto habla de 70% y a eso el experto le añade los más de 500.000 que no regresaron a las aulas tras el regreso a las clases presenciales. «Hay gente que nunca en su vida ha pisado una escuela», afirmó.

Una sociedad plagada de exclusión

En la actualidad los planteles presentan una mayor cantidad de niñas, que de niños, pero quizás el dato que queda más en evidencia y que acrecienta los temores de Calatrava es que Venezuela tiene una sociedad plagada de exclusión. «A mayor pobreza, mayor exclusión. A eso añádele que al menos 80% de la población venezolana se le está considerando pobre», dijo.

De acuerdo con el Sistema de Evaluación de Conocimientos en Línea de la Universidad Católica Andrés Bello hay un promedio de 8,11 y 8,62 como puntuación en matemáticas y habilidad verbal respectivamente. En el caso de las escuelas privadas, la valoración es un poco mayor por un punto en ambos casos.

Y todo esto ha llevado a un desinterés por parte de los estudiantes a ingresar en carreras como la educación, pero Calatrava dice que es un proceso que no puede ser lineal, ni fácil y vuelve a destacar el tema «contexto». Sobre esto añade el factor de la generación de cristal, que de acuerdo con postulados, es una generación que no quiere compromisos a largo plazo y que se diluye por el corto plazo.

Al unir todos los factores, Calatrava afirma que «tienes el peor entorno para que cualquier persona estudie en la universidad y es entendible porque es un compromiso muy largo; luego terminas y te das cuenta que se vive en un país en donde el conocimiento no se premia. No estamos en el mejor momento para que la gente se ponga a estudiar educación».

Docentes condenados a morirse de hambre

Afirmando que quizás se puede meter en un chaleco de 11 varas, Calatrava dice que «todos saben» que los docentes son condenados a morirse de hambre porque a su juicio, solo se dedicaron a ser empleados del Ministerio de Educación o simples docentes. «Ser educador es moverse en situaciones bien diversas».

Las cifras de la UCAB indican que hay muchas personas en Venezuela queriendo estudiar educación incluyendo las 8 menciones que esta casa de estudio ofrece. Sin embargo, al momento de llevarlo a la inscripción las cifras se desploman y dejan al descubierto que la intención no es suficiente. Las razones de esto van desde la crisis en el hogar, la poca rentabilidad que le ven algunos a la educación y luego la imposibilidad de costearse los gastos universitarios durante cuatro o cinco años, pero en el caso de las públicas hay quienes ni el pasaje pueden pagar.

En cuanto a la economía, si bien en las públicas hay muchas cosas que quedan exoneradas, cuando se van a los porcentajes privados hay colegios de toda la índole, desde colegios pequeños de una planta, de muy bajo precio hasta colegios grandes que cobran mucho más porque tienen canchas, auditorios, hasta incluso las escuelas de tradición católicas y no católicas. «Hay un arco de precios bien variable, en donde 70% de los gastos se van en nómina y el resto queda para todo lo demás; según el tamaño de la escuela sacas el precio. No te doy un precio, porque esto cambia mucho», dijo.

«Nos hemos quedado con lo más fácil que es dar clases»

Según datos de algunas federaciones y asociaciones el rango de precios va desde los $60 hasta los $400 y en las universidades privadas va desde los casi $1.000 hasta los casi $3.000 un semestre.

Los educadores diagnostican, planifican, pronostican, programan, diseñan, evalúan, gestionan y dan clases. Son ocho ámbitos de desarrollo profesional muy claros por lo que pueden trabajar en espacios que van desde una escuela hasta una organización empresarial o una comunidad. «Pero también damos clases, nos toca el aula, pero no es lo único que hacemos. Lamentablemente nos hemos quedado con lo más fácil que es dar clase».

Todos estos factores dan como resultado que la educación se ha vuelto un factor inalcanzable. Ahora las familias más desfavorecidas comienzan a darle más prioridad a la supervivencia que a la educación; esto no salpica tanto a la educación privada, ya que esta solo cubre 19% de la escolaridad.

Pérdida de oportunidades en materia de educación

En este sentido, la investigadora de Todos por la Educación, María Victoria Restrepo, consideró que para el Estado la educación no es una prioridad. Lo cual mencionó en vista que múltiples políticas públicas están enfocadas en distintos flancos.

«La vuelta progresiva a la presencialidad solo demostró la pérdida diferenciada de las oportunidades educativas en todos los niveles; una disminución de 190.000 estudiantes respecto al 2020-2021. Según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) en Venezuela, el porcentaje mayor de deserción lo tienen las mujeres; se necesita una atención y enfoque diferenciado a esta realidad», relató la también politóloga.

Sobre las universidades afirmó que estas tienen un pensum desactualizado y una Ley de Universidades que no responde a las demandas actuales. Ante esto invitó a las casas de estudio a mirar hacia el extranjero y e imitar los progresos de países como Brasil, Chile, Argentina, Colombia y México.

Nota de prensa

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