Jesús «Chúo» Torrealba, exsecretario ejecutivo de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, reconoció que María Corina Machado actualmente representa el deseo de cambio de toda Venezuela y reflexionó sobre la situación de la Plataforma Unitaria, como espacio simbólico y referente en medio de la extrema precariedad y circunstancias complejas por el deterioro político.
El político y periodista destacó que la coordinadora nacional de Vente Venezuela tenía desde el 22 de octubre pasado doble responsabilidad: la de candidata presidencial, que finalmente no pudo ejercer por la inhabilitación política en su contra y la de lideresa, un rol que, afirmó, debe ejercerlo a plenitud.
«La condición de María Corina hoy, imposibilitada de ser candidata, le da la posibilidad de jugar a ser la lideresa que Venezuela no ha tenido en muchísimo tiempo y de actuar con un desprendimiento y un altruismo político que desde hace muchísimo tiempo no se ha visto en Venezuela», dijo Torrealba a El Nacional el miércoles 17 de abril.
Enfatizó que el liderazgo de Machado no se reduce al radicalismo, sino que refleja el anhelo de cambio del país. Afirmó asimismo que la inhabilitación de la dirigente era previsible, por lo que criticó la falta de protocolos y espacio para diseñar políticas conjuntas.
Chúo Torrealba también resaltó la experiencia política de Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia y candidato presidencial por el partido Un Nuevo Tiempo. Y mencionó que su capacidad de interlocución, así como otras características que han sido fuertemente criticadas, podrían convertirse en virtudes en el contexto de la transición política. Sin embargo, enfatizó que esto debe discutirlo la Plataforma Unitaria de forma urgente.
—¿Cómo ve el manejo de la Plataforma Unitaria de la situación política en el país y de las dificultades que hubo para la elección de un candidato unitario tras los impedimentos de las candidaturas de María Corina Machado y Corina Yoris?
—En primer lugar, creo que hay que tener una actitud muy comprensiva hacia lo que ha sido el accionar de la Plataforma Unitaria. Recordemos que ese es un órgano prácticamente improvisado, el resultado de una derrota política; la plataforma está integrada por lo que queda del antiguo G4, es decir, una Acción Democrática dividida, una Voluntad Popular con casi toda su dirección en el exilio y fuertemente golpeada la estructura que queda dentro por la represión, un Primero Justicia con severos problemas internos y el partido más sólido de lo que queda del G4 es Un Nuevo Tiempo. Fuera de esa realidad, allí hay otras seis agrupaciones de muy modestas dimensiones. Por supuesto, muy respetables todas. Recordemos que de la Plataforma Unitaria no forman parte fuerzas como Vente Venezuela, Movimiento Al Socialismo; varios de otros trozos en los que Copei está fracturado no forman parte de la plataforma, el otro sector de Acción Democrática tampoco, Fuerza Vecinal no forma parte de la plataforma. Entonces, digamos que la representatividad de ese órgano es bien reducida y ese es un problema porque le toca administrar una crisis política compleja. Que tenga una consideración especial, una mirada misericordiosa, hacia lo que es el accionar de ese organismo. En segundo lugar, el hecho de que la acción más relevante que ha convocado la plataforma terminó en una muy importante derrota para las propuestas que la plataforma hizo, me refiero a las primarias. La victoria de María Corina Machado, 93% a 7%. Las opciones aplastadas en ese resultado fueron las opciones que presentó la plataforma. María Corina Machado era una persona que participó en un proceso en el cual ella no era convocante. Primero, la precariedad en su origen y segundo, que el evento más destacado que ha organizado es el escenario de una muy sólida derrota de las opciones que presenta. Ese es el panorama de la llamada Plataforma Unitaria. Sin embargo, esto es lo que hay. Hay, aparte de la Plataforma Unitaria otros referentes en el ámbito opositor, como la delegación que manejó todo el tema de la negociación hasta Barbados, otro referente importante podrían ser expresiones como el liderazgo de la misma María Corina o el accionar de los gobernadores y alcaldes. Sin embargo, todo eso no se ha integrado en un conjunto coherente, en un nuevo centro de gravedad de la oposición venezolana. Eso lamentablemente no se hizo. Se pudo haber hecho a partir del 22 de octubre. La fuerza política del evento del 22 de octubre pudo haber utilizada para construir ese nuevo centro de gravedad y ocurrió un discurso muy interesante, un factor que electoralmente es bastante importante y significativo, pero no se avanzó en la construcción de ese espacio común para el diseño y la ejecución de políticas que hoy es tremendamente necesario. Eso es, en primer lugar, el escenario donde se verifica este proceso. En segundo lugar, se hace todo esto mucho más complejo por la situación en la que se encuentra el adversario: está totalmente socavada la base popular que daba sustento al proyecto oficialista. Desde el año 2012 la votación del PSUV ha venido viviendo una caída libre que se hace más acelerada a partir del momento en que no se producen los eventos de los años 2016, 2017 y 2018. Hoy tenemos un gobierno que tiene mucha más solidez en su elemento represivo, en su control de las instituciones, en el manejo de la violencia institucional, pero tiene muchísima menos fuerza social. Ellos tienen en este momento un gran problema porque saben que disponen de una estructura, de una geometría de control a nivel comunitario bastante bien diseñada y funcional, pero sabe por experiencia propia que cuando movilizan a esa gente, a esos votos, resulta que cuando se hace el escrutinio movilizaron votos en contra. Todo eso hace que la respuesta del gobierno sea extremadamente nerviosa, violenta y todo configura un cuadro de muchísima inestabilidad.
—Se pudiese ver a la Plataforma Unitaria con compasión, como usted plantea, pero tampoco ha tenido el camino fácil. Se hicieron unas primarias, que ganó María Corina Machado —se sabía que estaba inhabilitada y que era poco probable que el gobierno levantara esa inhabilitación por la fuerza política que representa—; además, inexplicablemente no dejaron postular a Corina Yoris y también han estado todos los factores “divisionistas”. ¿No le parece importante el esfuerzo de los partidos por mantener esta unidad tras el complejo proceso de ruptura que se vivió? Si bien a María Corina la vinculan al radicalismo, ella cedió su espacio y se abrió a la propuesta de conversar con Manuel Rosales.
—Pero perdóname, solo te estoy diciendo eso precisamente que tú me estás desarrollando. Estando en esa condiciones de extrema precariedad, la Plataforma Unitaria viniendo de una situación de mucho deterioro y siendo además víctima de una derrota importante en la propia primaria, ha logrado mantenerse como espacio simbólico, por lo menos, como referente, para avanzar en esas circunstancias muy complejas. Discúlpame si me expresé mal, pero yo no estoy menospreciando el trabajo o la existencia de la Plataforma Unitaria, por el contrario, estoy haciendo un llamado a tener una mirada comprensiva, paciente, misericordiosa, frente a los retos que enfrenta una estructura tan frágil. Yo no creo que en este momento el liderazgo de María Corina exprese simplemente el radicalismo. Creo que María Corina Machado expresa el deseo de cambio de todo un país. Logró encarnar un doble rechazo: el rechazo del gobierno de Maduro y el rechazo del liderazgo convencional de la oposición. Eso no es poca cosa. Y está muchísimo más allá de lo que entendemos por el radicalismo. De hecho, podemos ver cómo se ha producido una interesante evolución en el discurso de la lideresa Machado desde el 22 de octubre hasta hoy. Eso creo que está fuera de toda duda. Ahora, hay otras cosas que son también muy importantes, por ejemplo: ¿era previsible que se mantuviese la inhabilitación de Machado? Sí. Evidentemente ese era el escenario más previsible, ilegal, inconstitucional, es un acto de violencia burocrática contra un derecho constitucional y humano. Sí, todo eso es cierto. Pero era el escenario más previsible. No solamente contra Machado, sino contra toda aquella designación que encarnara eso que la misma Machado ha llamado el espíritu del 22 de octubre. Entonces, ¿cómo explicar que no existieran los protocolos para hacer frente al escenario más previsible? ¿Cómo explicar que no existiese el espacio para diseñar políticas juntos y ejecutar políticas juntos desde el 22 de octubre hasta marzo de este año? ¿Cómo explicar que todo final del año 2023 y todo principio del 2024 elementos fundamentales de la política, como eso que llamó alguna vez Andrés Caleca, la gran alianza nacional, sea un discurso pero no un espacio concreto de la política? Todas esas carencias hay que resolverlas con mucha rapidez. Lamentablemente estamos en esa circunstancia ahorita.
—De alguna manera, ¿se perdió mucho tiempo en torno a la figura de María Corina Machado?
—No me gustaría decirlo así porque esto pone la responsabilidad solo en unos hombros y no es correcto. Por supuesto que la lideresa María Corina Machado tiene una responsabilidad grande. Ella fue empoderada el 22 de octubre no en uno sino en dos roles, uno de candidata y el otro de lideresa. El ejercicio de rol de candidata depende de si el miedo del gobierno se lo permitía, pero el rol de lideresa le corresponde ejercerlo a plenitud y ahí ciertamente puede haber una falencia en el ejercicio, pero ahí tiene que verse retratado todo el liderazgo democrático. Yo echo mucho en falta a ciertos dirigentes que justamente cuando el país más demanda que existan esas voces y esos planteamientos, entonces mágicamente desaparecen.
—Aclare ese planteamiento.
—Lo digo de manera muy concreta. Yo pienso que en estos meses, desde el 22 de octubre hasta hoy, hubiera sido deseable un ejercicio más enérgico, más riguroso, de un conjunto de otras vocerías de la oposición que hubiesen coadyuvado a la lideresa Machado a la construcción de ese espacio, pero, en lugar de eso, se pusieron a mirar los toros desde la barrera esperando que el ejercicio menos exigente y tenemos la situación que tenemos hoy. Todo eso es resoluble, hoy (jueves 19 de abril), que estamos hablando tú y yo, faltan 101 días para la elección presidencial, 101 días. Podemos hablar si es mucho o poco tiempo, pero lo importante es que ese es el tiempo y hay que aprovecharlo para construir los acuerdos que, dentro del ámbito opositor, hay que poner a funcionar. Es tan amplia la ventana de oportunidades que se tiene para una victoria electoral, que el margen de maniobra para la construcción de acuerdos ganar-ganar, es evidente. Si el actual liderazgo político sigue empeñado en el uso de la vieja óptica, el viejo esquema chavista de hacer política, que indica que ‘si yo gano, tú pierdes’ y ‘si tú ganas, yo pierdo’, si seguimos enfrascados en ese viejo esquema, lo que ocurrirá es una desgracia porque o se resuelva la actual situación siempre habrá un pedazo de la oposición que quedará traumatizado y no ganado para dar el combate como hay que darlo el 28 de julio. En cambio, si vemos el tamaño de la oportunidad que se tiene y del reto que hay que enfrentar, es fácil ver que hay espacios para todos. Y no espacios de primera, segunda o tercera magnitud, sino para que todo el liderazgo se reivindique frente a su propia historia y frente al país, claro que lo hay. La condición de María Corina hoy, imposibilitada de ser candidata, le da la posibilidad de jugar a ser la lideresa que Venezuela no ha tenido en muchísimo tiempo y de actuar con un desprendimiento y un altruismo político que desde hace muchísimo tiempo no se ha visto en Venezuela.
—De hecho, llamó la atención que continuará su campaña a pesar de que no es candidata.
—Ese es su papel, ella es el factor movilizador y generador de esperanza, entonces, ella si hace eso y si lo sigue haciendo como o ha estado haciendo hasta ahora, independientemente de que no sea candidata en esta oportunidad, es absolutamente seguro que María Corina va a ocupar la magistratura que quiera en el futuro inmediato en el país, porque ese gesto de desprendimiento será extremadamente valorado por los venezolanos.
—Estados Unidos reforzó las sanciones a Venezuela y mientras la oposición tomaba decisiones el gobierno de Maduro tenía adelantadas las acusaciones que vincularían a María Corina Machado y Vente Venezuela. ¿Las sanciones, como herramienta de propaganda del régimen, van a incidir en la intención de voto de los venezolanos?
—La simultaneidad de que el día de ayer (miércoles 17 de abril) las dos noticias más relevantes haya sido por un lado la asistencia de Manuel Rosales a la reunión con la plataforma y por otro lado el anuncio de la OFAC sobre la sustitución de la Licencia General 44 por la Licencia General 44A y la respuesta que recibió del gobierno, eso lo que revela es que el gobierno está haciendo política mientras que la oposición sigue mirándose el ombligo.
—Incluso Jorge Rodríguez mostró fotos de una reunión con Brian Nichols.
—Es que, perdóname, por supuesto, yo comprendo que buena parte de nuestros colegas, del mundillo político y del público en general, ante el anuncio del cese de la vigencia de la Licencia General 44, por supuesto el titular que todo el mundo se le ocurre de inmediato es que ‘les fueron reimpuestas las sanciones’, pero cuando lees la Licencia General 44A, te das cuenta de que el escenario no es exactamente ese. Te das cuenta de que el cese de la Licencia General 44 no significa automáticamente la imposición de las sanciones, significa que hay un nuevo marco, que hay una nueva situación, y en esta nueva situación la OFAC, el Departamento de Comercio y el Departamento de Estado, establecen un nuevo juego: va a haber licencias particulares que van a ser consideradas caso por caso y además con una característica muy peculiar: no van a ser públicas. De alguna manera se asemejan a la Ley Antibloqueo de Maduro y, al no ser públicas, resulta que todo este nuevo juego implica mayor discrecionalidad para el gobierno norteamericano y mayor facilidad para que, a partir de ese manejo económico y energético, pueda incidir en la negociación política. Aquí estamos en presencia de otro juego y ese juego lo conocía el gobierno de Maduro. Hermano, anteayer, en buena parte de Caracas, aparecieron vallas haciendo política electoral a propósito del tema de las sanciones, y como tú bien dices, criminalizando a la oposición. Es decir, una valla para que sea ubicada tenía que estar diseñada, redactada y contratada desde hace semanas. Todo esto lo que revela es que efectivamente la reunión entre los representantes de la administración Biden y de la administración Maduro en México sí se produjo, sí fue efectiva y generó un resultado que a ambos presidentes y candidatos les es útil. Ambos tienen necesidades retóricas importantes y contradictorias, Biden necesita decirle en este momento a su clientela política que él le habló duro a Maduro porque él no permite que ese gobierno con esas características haga esto o lo otro. Él necesita mostrar los colmillos, pero no le interesa cambiar de manera sustantiva el tema económico y energético. Lo mismo pasa con Maduro, que necesita volverse a arropar con la cobija antiimperialista y volver a hablar tonterías contra el Departamento de Estado y contra la OFAC y las sanciones. Pero no le interesa que cese por ejemplo el aporte de Chevron a las finanzas públicas nacionales porque eso es lo que ha mantenido relativamente estable el precio del dólar en los últimos seis meses. Lograron una cosa que les permite satisfacer a sus respectivas clientelas electorales sin modificar sustancialmente el tema operativo, económico y energético. ¿Qué estoy diciendo yo con esto? Estoy diciendo que eso es hacer política. Hacer política en función de sus intereses, no en función de los intereses del país. Pero eso es hacer política. Mientras nosotros estábamos viendo el comunicado de Vente Venezuela acusando a Manuel Rosales de tales y cuáles cosas, o el comunicado de Un Nuevo Tiempo explicando o contraatacando al comunicado de Vente Venezuela. Cuando uno compara una cosa con la otra, ¿quién está más cerca de esto de hacer política? Yo creo que este tema de la retórica de reimposición de sanciones cuando, en términos reales, aquí lo que hay es la continuidad, en otros términos, del esquema ya conocido, sí va a ser aprovechado por el gobierno, primero para hacer retórica antiimperialista para tratar de contactar a su base y, en segundo lugar, para insistir en el tema de que su eficiencia y su ineptitud sin sensibilidad frente a la crisis social y a la emergencia humanitaria compleja es culpa de las sanciones. Y finalmente van a aprovechar esto para, en el momento que lo consideren prudente y necesario, criminalizar a la oposición o a sectores o individualidades de la oposición y arremeter contra ella.
—¿Qué habría hecho usted si estuviese al frente de la Plataforma Unitaria, considerando su experiencia como secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática?
—Perdóname, no es irme por la tangente, pero son dos procesos completamente distintos en dos momentos completamente distintos. Recuerda que en el año 2015 todavía este país no había conocido el agravamiento de la diáspora, ni la hiperinflación ni la pandemia. Era otro momento del país y de la oposición. Veníamos de recuperarnos con mucha dificultad, pero sí recuperarnos de los estragos que generó eso que se llamó ‘La Salida parte I’, se logró la reimposición de la oposición y teníamos ciertamente una estrategia común, al menos ampliamente mayoritaria, que era la estrategia electoral. Teníamos la dirección colectiva, la Mesa de la Unidad Democrática estaba conformada por 33 organizaciones y, si bien lo que conocíamos como G4 tenía un peso específico, ese peso no era desmesurado como ocurrió posteriormente. Había un espacio para el debate político, para la elaboración colectiva y finalmente teníamos una vocería consensuada porque lo que decía el secretario ejecutivo no era lo que a él se le ocurría, sino el resultado del debate y las discusiones que en el seno de la alianza se daban. Ese es un momento completamente distinto a esta situación tan compleja y tan dura que le toca enfrentar a la Plataforma Unitaria. Recordemos que aquí, después de que nos quitan el referendo revocatorio en septiembre de 2016, no hubo una explicación clara al país de por qué se habían puesto todos los huevos en una sola canasta, y en vez de producir entonces un retorno a la estrategia que había sido probablemente exitosa, que es la estrategia electoral, constitucional, democrática, se intentó jugar en el año 2017 la carta de lo que muchos llamaron ‘La Salida parte II’, con el resultado desastroso que se vivió luego, después de que el gobierno logró la elección de la que surgió la fallida asamblea nacional constituyente. Después de eso, se convocaron a elecciones regionales y el liderazgo opositor, que había llamado literalmente a una insurrección, llamó a elecciones y nadie entendió eso y el resultado fue desastroso. Así se llega al 2018 y se pierde la oportunidad electoral que significó eso porque los partidos de oposición, en vez de tener línea, tuvieron ausencia de línea y decidieron abstenerse. Hasta que llegamos al año 2019 y tuvimos la experiencia trágica de lo que se denominó el interinato. Después de todo eso llegamos a la Plataforma Unitaria, por eso digo que es el resultado de un conjunto de procesos de derrota. La más reciente es la del año 2021, cuando la votación sumada de todos los factores distintos al oficialismo nos daba para tener 17 gobernaciones y apenas se ganaron 4. Es una demostración inmensa de falta de oficio político, como conversamos tú y yo en aquella oportunidad, había 3.082 puestos en disputa, el gobierno tenía 3.082 candidatos y las opciones distintas al oficialismo tenían más de 60.000 candidatos. El resultado no podía ser otro y además tuvo un actor muy importante desde el punto de vista político, que es que la tarjeta de la manito, la más votada en la historia político-electoral en el país, fue mal gerenciada, mal utilizada, usada para producir las derrotas en Lara, en Táchira y otros sitios y perdimos hasta ese elemento simbólico que era muy importante. De esas derrotas viene este escenario conocido como Plataforma Unitaria Democrática, integrada por lo que queda del G4 y por seis agrupaciones de muy modestas dimensiones. Por eso yo llamo a la paciencia, a la comprensión, a que los ciudadanos a ese espacio le exijamos, de manera solidaria, afectuosa incluso, pero que le exijamos que le den al país su mejor versión porque no tenemos tiempo para otra cosa y esa es la instancia que está y es el liderazgo que hay.
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