Foto María Ramírez Cabello / El carabobeño

De 2022 a 2023, los casos de malaria en el municipio Gran Sabana del estado Bolívar aumentaron 300%, reportó la Dirección de Salud Ambiental del Instituto de Salud Pública regional. A través de una nota de prensa difundida a finales de febrero, notificaron un incremento de 285 casos en 2022 a 1.003 en 2023.

Al menos 90% de estas infecciones vienen de la parroquia Ikabarú, señalaron dos fuentes de epidemiología quienes pidieron resguardar su identidad.

La parroquia Ikabarú en Gran Sabana, conocida por su actividad minera, ha tenido un repunte de explotación desde 2016 cuando el gobierno de Nicolás Maduro la incorporó dentro de los bloques del Arco Minero del Orinoco, en contradicción con la condición estratégica de esta cuenca para la hidroelectricidad del país que, en 1975, fue resguardado como Zona Protectora del Sur del estado Bolívar.

De acuerdo con datos recabados del Programa de Malaria de Gran Sabana, la mayoría de los casos, en la semana epidemiológica 46 (12 al 18 de noviembre de 2023), son vivax (20), le sigue mixto (2) y falciparum (1). Es una proporción que se mantiene hasta el 9 de enero de 2024.

La malaria o paludismo es una enfermedad infecciosa transmitida por la picadura de mosquitos Anopheles infectados con el parásito Plasmodium. En Venezuela, y en general en América Latina, las infecciones más frecuentes corresponden al vivax, que es la prevalencia menos letal.

Aunque un aumento de 300% en Gran Sabana no representa un alto impacto para el estado Bolívar, pues significa solo 1% de los casos del estado, “desde el punto de vista de microtransmisión en la localidad, sí tiene importancia. Es una situación que habría que vigilar para que no se siga incrementando. Hay que revisar qué es lo que está pasando con ese foco. Es el momento para acometer acciones para prevenir una epidemia”, refirió un entomólogo que pidió el anonimato.

En enero de 2024 había disponibilidad de tratamiento antimalárico en el ISP del municipio Gran Sabana | Foto Morelia Morillo

Durante 2023 se registraron 78.276 casos de malaria en el estado Bolívar, un ascenso de 2,2% en la incidencia de la malaria en comparación con el año 2022, cuando la región registró 76.560 casos. Sifontes acumuló 43.064 casos en 2023, mientras en 2022 la cifra fue de 31.206. Sucre pasó de 13.011 en 2022 a 13.594 en 2023, precisan los datos oficiales difundidos por la Dirección de Salud Ambiental del Instituto de Salud Pública.

“Se puede considerar, desde el punto estadístico, que no hubo variación. Aun así, no es bueno, ni esa cifra es la esperada. Se esperaba que después de la implementación de la subvención eso bajara significativamente, al menos 30% cada año, que llegara a niveles de control y eliminación”, indicó el investigador.

Venezuela recibió USD 19,8 millones por parte del Fondo Mundial en 2021 para el proyecto “Controlando el resurgimiento de la malaria y reduciendo su morbilidad en Venezuela”, que prioriza su acción en los estados Bolívar, Amazonas, Sucre y Delta Amacuro.

El Fondo Mundial para la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) implementan esfuerzos en conjunto con el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otros socios cooperantes, para apoyar los esfuerzos nacionales en disminuir 28% los casos y 41% de las muertes por malaria en el país.

En enero de 2024 había disponibilidad de tratamiento antimalárico en el ISP del municipio Gran Sabana

Efecto minero

Un estudio publicado en 2022 por Isabel Fletcher, doctora graduada de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Reino Unido; María Eugenia Grillet, profesora titular e investigadora del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela; el entomólogo Jorge Moreno, entre otros, titulado Synergies between environmental degradation and climate variation on malaria re-emergence in southern Venezuela: a spatiotemporal modelling study, demostró cómo la actividad minera tiene alto impacto en el aumento de los casos de malaria en Venezuela.

“El efecto de la temperatura sobre la malaria fue mayor en áreas de alta minería que en áreas de baja minería, y el tamaño del efecto de la malaria P falciparum a temperaturas de 26·5°C fue el doble que el efecto en las áreas de baja minería”, señala el resultado de la investigación publicada en la revista The Lancet en septiembre de 2022, en la cual se evaluaron 46 parroquias del estado Bolívar con datos de 1996 hasta 2016.

“El aumento de las temperaturas acerbó la transmisión de la malaria en las zonas mineras, lo que destaca la necesidad de considerar cómo la degradación ambiental modula el efecto climático en el riesgo de enfermedad, lo que es especialmente importante en las áreas sujetas a un rápido aumento de las temperaturas y al cambio de uso de la tierra a nivel mundial. Nuestros hallazgos tienen implicaciones para el progreso hacia la eliminación de la malaria en la región de América Latina”, señalaron los investigadores.

La migración interna, desde y hacia los yacimientos auríferos, provocó que la malaria se esparciera por todo el país. Para 2022, había nuevos focos de infección en 18 de los 23 estados del país.

El aumento de la malaria en Brasil

La tendencia creciente en el municipio Gran Sabana también se refleja en los datos del Ministerio de Salud de Brasil, en la categoría de casos importados de Venezuela. Según el informe de situación epidemiológica, de 2022 a 2023 los casos de malaria importados de Venezuela aumentaron 106% con 989 infectados.

Si se compara el número de casos de 2022 a 2021, el aumento fue de 10% con 479 casos en 2022 contra 433 casos en 2021.

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Casos importados de Venezuela a Brasil de 2021, 2022 y 2023. Fuente: Ministerio de Salud de Brasil

 

La mayoría se presentó en personas dedicadas a la minería, luego caza y pesca, posteriormente en una categoría de “otros” que no identifica.

Los casos transfronterizos son un desafío. Un estudio publicado en 2022 titulado Cross-border malaria in the triple border region between Brazil, Venezuela and Guyana, subraya la importancia de evaluar los factores sociales que promueven la transmisión de la malaria al concluir que la mayoría de los casos de malaria observados en el estado de Roraima durante 2016-2018 fueron importados, principalmente, de Venezuela y un buen número procedente de Guyana.

“Esto pone de relieve los desafíos para el control de la malaria en regiones transfronterizas como Pacaraima y Boa Vista en Roraima y en el Escudo de Guyana (…) Estos factores deben tenerse en cuenta al desarrollar intervenciones de control de la malaria en esta región. Además, la vigilancia fronteriza internacional y los esfuerzos de colaboración para el control y la prevención de la malaria son fundamentales”, concluyen los investigadores.

El retroceso de la región

De acuerdo con el Reporte Mundial de Malaria 2023 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el progreso de la región en los últimos años se ha visto afectado por el aumento de la malaria en Venezuela, que tenía unos 35 mil 500 casos en el año 2000 y pasó a más de 483 mil en 2017.

Aunque en 2020 los casos se redujeron en más de la mitad en comparación con 2019, reportándose 223 mil casos, y se redujeron aún más en 2021 y 2022, con 205 mil y 154 mil, respectivamente, esta reducción se atribuye a la pandemia de covid-19.

“Los factores que contribuyeron a esta reducción fueron los bajos niveles de movilidad de la población, como resultado de las restricciones por la pandemia de covid-19, y un aumento de los productos básicos para el diagnóstico y el tratamiento de la malaria”, indican.

El mismo informe recomienda reforzar medidas de control en zonas de alto riesgo y poblaciones migrantes y móviles en la región de las Américas.

Venezuela fue el primer país en el mundo en ser certificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por haber erradicado la malaria de la mayor parte de su territorio a comienzos de los años 60, de la mano del venezolano Arnoldo Gabaldón. La desinversión de los programas antimaláricos, la escasa dotación y la deforestación son algunos de los factores que promovieron su reaparición a partir del 2000.


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