futuro
María Corina Machado reiteró en Maracaibo que las elecciones presidenciales pondrán fin al socialismo en el país. Foto: Henry Chirinos / EFE

El pasado, tanto cercano como lejano, nos brinda cada vez menos información sobre el futuro. En lugar de centrarnos en el pasado en busca de soluciones para el futuro, debemos establecer un rumbo estratégico y un futuro deseable sin el lastre de las circunstancias presentes. No debemos mirar para atrás tratando de buscar allí las soluciones para el futuro, porque no nos conduce a nada especial; porque como dicen el pasado lo que no tiene el remedio. Y desde ese futuro compartido, recién podremos identificar qué elementos de nuestro presente nos acercan o nos alejan de ese objetivo.

Por lo que el diagnóstico del presente, lo que está bien y lo que está mal, se basará en su capacidad para llevarnos o alejarnos de ese futuro deseado.

En las campañas presidenciales, la promesa de cambio es una oportunidad única para generar confianza utilizando referencias creíbles. Sin embargo, cuando las promesas pasadas no se cumplen, la confianza en el prometedor disminuye. Es crucial que figuras como María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, sin historial de incumplimientos, generen esperanza en la gente.

En la campaña, especialmente en la oposición, ofrecer propuestas innovadoras puede generar una visión de país deseable para el electorado. La frescura de la novedad puede inclinar la balanza a favor de la oposición, como lo reflejan diversas encuestas que abarcan diferentes grupos demográficos, socioeconómicos y sociopolíticos.

Hoy en día, solo hay dos opciones: una sin experiencia previa, pero con expectativas positivas, y otra con un largo historial en el poder, que dificulta el cambio. Y la sociedad venezolana desea un cambio.

En los últimos 25 años, la palabra transición rara vez se usó con credibilidad en Venezuela. Sin embargo, en las últimas semanas, ha cobrado fuerza, impulsada por la comunidad internacional y figuras como Lula y Petro. La palabra transición cobrará aún más sentido a partir del 28 de julio, ya sea que ocurra un cambio inmediato o que se mantenga el statu quo, y el cambio se posponga.

Este enfoque hacia el futuro es crucial, ya que es el único lugar donde encontraremos oportunidades.

Edmundo González
Foto: @EdmundoGU

Político

En el ámbito político, la evolución y consolidación de la unidad opositora desde las primarias del año pasado, hasta la inclusión de tres figuras de Edmundo González Urrutia en el tarjetón, refleja un avance significativo.

En un país donde el gobierno y el chavismo tienen un poder absoluto, es inevitable reconocer que el progreso de la oposición cuenta con, al menos, cierto respaldo del gobierno.

Sin embargo, es importante destacar que dentro del gobierno existen segmentos con intereses divergentes. La presencia de figuras como El Aisami, muy cercana al presidente, pero no necesariamente representativa del gobierno en su totalidad, ilustra esta complejidad interna.

Se presume que ciertos grupos dentro del gobierno han facilitado el avance de la oposición, aunque no necesariamente coordinados entre sí, lo cual plantea la posibilidad de conflictos internos y estrategias contrapuestas entre los diversos grupos.

A pesar de que algunos grupos facilitadores puedan estar operando con cierta autonomía, es probable que otros sectores del gobierno estén al tanto de estas actividades y preparen estrategias para contrarrestarlas, lo cual podría generar choques intra grupos dentro del chavismo.

En este contexto, la preocupación del gobierno de cara al 28 de julio no debería centrarse tanto en la oposición, liderada por María Corina Machado y el candidato Edmundo González Urrutia, cuyas acciones son transparentes, sino en los grupos internos que han sobrevivido y podrían estar, o bien impulsando, o bien resistiéndose a cambios dentro del gobierno.

Este análisis, aunque especulativo, sugiere la posibilidad de un proceso interno de disputa de poder dentro del chavismo, que podría compararse metafóricamente con un «Juego de Tronos», y que merece atención y seguimiento de cara al futuro político del país. Porque luego del 28, vendrá el 29, y ese día nos puede encontrar inmersos en un proceso turbulento de consecuencias difíciles de anticipar.

Social

Dentro del modelo de análisis que manejamos, anticipamos que la turbulencia política profundizará, arrastrando consigo, a la turbulencia económica y ésta llevará a la turbulencia social. Esta última realimentará a la política, y esta a la económica, entrando en un circuito involutivo que solo podrá cerrarse con la estabilización política, la económica y la social.

El factor social, en general, no se percibe, en nuestra realidad venezolana, como el catalizador de los cambios, sino más bien como una consecuencia de otros factores, como lo político y lo económico.

A medida que la población enfrenta problemas económicos y políticos, el descontento puede convertirse en un problema social. Sin embargo, este descontento social se está comportando como una consecuencia, y no como un impulsor inicial de cambios.

Si bien hoy en día, el factor social no parece ser un detonante activo de eventos disruptivos, si el descontento político no se corresponde con las expectativas de la población, podría desencadenar protestas sociales, como las que vimos en 2017.

En resumen, lo social no suele ser el punto de inicio, pero puede amplificar y alimentar situaciones políticas y económicas insatisfactorias.

En última instancia, lo social representa la voluntad y percepción de la gente; y si la población cree que algo debe cambiar, es probable que ese cambio ocurra, ya sea a través de factores políticos, económicos o sociales.

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Varias personas participan en una manifestación de trabajadores que exigen mejores salarios y beneficios laborales, el 15 de enero de 2024, en Caracas (Venezuela). Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez

Económico

Esta semana, el tema económico ha estado centrado en el futuro más que en el presente. En primer lugar, se debatió sobre un posible aumento para los trabajadores, pero era improbable que se materializara. En lugar de aumentos, la tendencia es la sucesión de bonos dolarizados en su promulgación, que luego, al operarse en bolívares, decaen hasta alcanzar montos muy bajos en dólares, lo que refleja una marcada depreciación de la moneda.

El análisis del crecimiento de 2% en el primer trimestre que algunos analistas informan, debe considerarse con cautela, porque suelen ser el resultado de corridas en frío de modelos económicos. Nuestra economía no es ni fría ni predecible, sino que está influida por elementos subjetivos y por las políticas estadounidenses, que tienen un impacto significativo en nuestra calidad de vida.

En cuanto al futuro, el segundo trimestre presenta una ventana de oportunidad que se cerrará el 31 de mayo, la cual es crucial aprovechar, para cerrar asuntos pendientes.

La contratación con la banca Rothschild para identificar un inventario detallado de la deuda es un paso importante hacia una posible reestructuración. Sin embargo, surge la incógnita sobre por qué se realiza este ejercicio en un momento en el que no hay perspectivas claras de cambio político, lo que dificulta una reestructuración de la deuda sin el respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El panorama económico futuro está intrínsecamente ligado a los acontecimientos políticos, especialmente a lo que ocurra el 28 de julio. Hasta entonces, es probable que persista un estancamiento debido a la incertidumbre sobre el futuro.

En resumen, el enfoque económico se centra en el futuro, con la necesidad de aprovechar oportunidades actuales, aunque la incertidumbre política pueda obstaculizar el progreso económico a corto plazo.

Internacional

El contexto internacional que rodea a Venezuela está influenciado por una serie de factores, ya sean países, eventos o ambos, que definen el presente y permiten anticipar posibles escenarios futuros.

El frente más significativo de las relaciones internacionales de Venezuela está con Estados Unidos, seguido por un conjunto de países que siguen las directrices de la política exterior estadounidense.

Las sanciones son un instrumento común en la política exterior de Estados Unidos y se aplican a países considerados enemigos o amenazas. En el caso de Venezuela, las sanciones se aplican en áreas que causan el mayor daño al país, dada la percepción de que representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Desde el 18 de abril, la relación directa con Estados Unidos se ha vuelto más difícil de recuperar.

Otro frente importante es el conflicto con Guyana, que ha avanzado en la Corte Internacional de Justicia. Las tensiones entre ambos países podrían intensificarse si Venezuela se siente presionada por la actividad petrolera en la región reclamada por Guyana.

El tercer frente incluye a Rusia, Irán y China, que mantienen relaciones favorables con Venezuela, pero tienen conflictos propios con Estados Unidos. Estos países proveen apoyo militar, tecnológico y económico a Venezuela, pero podrían enfrentar costos elevados si apoyan directamente al país en caso de conflicto.

En la región latinoamericana, la tendencia hacia gobiernos más orientados al mercado y la democracia ha disminuido el apoyo regional a Venezuela. Brasil y Colombia, antiguos aliados, ahora abogan por elecciones libres y el cambio de gobierno en Venezuela. Cuba sigue siendo un aliado cercano, pero su influencia regional es limitada.

En resumen, Venezuela se encuentra en un estado de aislamiento político, con presiones tanto internas como externas para un cambio de gobierno. Si el chavismo se niega a aceptar este cambio, es posible que el país se aísle aún más del mundo occidental y capitalista, alineándose más estrechamente con el «eje del mal» y sus aliados en América Latina.

Recomendación

  • Al gobierno: que organice un equipo de respuesta rápida ERR, reportando a nivel presidencial, con la capacidad de identificar nudos y la autoridad para desatarlos, en diferentes áreas de la economía, especialmente en los puntos de contacto con los temas sociales. De forma tal de, con los recursos existentes, darles una solución inmediata, entre las que deberían incorporarse las que tienen que ver con el Clap virtual y la eliminación de intermediarios políticos que solo sirven para aumentar la irritación y el rechazo.
  • A la dirigencia opositora: que en la combinación de complementariedades entre María Corina Machado y Edmundo González Urrutia se concentren en crear en la gente la ilusión de un futuro mejor, poniendo a la gente a soñar con una visión donde todos van a vivir mejor, incluyendo los chavistas. Y que sean comedidos y austeros en el uso de la comunicación, evitando que sea espontánea, y que, en cambio, responda a una estrategia donde los Do’s y los Dont’s sean previamente acordados. Insisto en crear una sala situacional que permita leer el entorno en forma continua, con un buen mapa de actores dinámico, y un análisis táctico y estratégico de los eventos y situaciones que se vayan presentando.
  • A la dirigencia empresarial: que ponga énfasis en la promoción de exportaciones que es la única manera de mantener activo el parque industrial, de cara a un mercado que va encogiéndose en forma sostenida. Por eso es tan difícil aceptar los números de crecimiento del PBI, cuando, al momento de escribir esta columna, una vez más se fue la electricidad. El PBI de un país se mide por la electricidad que tiene disponible. Debemos aprovechar al máximo las posibilidades de utilización de planta, sabiendo que depende estrictamente de la electricidad con que se cuenta. Y si el mercado interno no puede absorber el uso de esa capacidad, entonces, hay que moverse hacia el exterior.

 

 


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