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Diez años sin Michael Jackson

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Preguntarse quién sería hoy Michael Jackson si su muerte no hubiera ocurrido hace 10 años, ese jueves 25 de junio de 2009, tres semanas antes de su regreso triunfal para su show This Is It en Londres, resulta aterrador. Y lo es porque al repasar esa vida que se balanceó entre un éxito magnánimo e irrefutable, el más grande que haya tenido un artista, y su excentricidad, misterio, egolatría, inseguridad, fantasía, ambición, poder y polémica resulta inimaginable.

Michael Jackson sigue siendo una de las figuras más importantes e influyentes de la cultura popular en la historia de la humanidad. No hay exageración en ello. Su impacto en las décadas de los ochenta y noventa es aún increíble. El magnetismo que generó en su público y la histeria colectiva, que en la música solo se había vivido en los años sesenta con The Beatles, redundaron en un personaje complejo, ambivalente, mezcla de monstruo y Peter Pan.

Cuando recibió 8 premios Grammy en 1984, gracias a su álbum Thriller, se negó a dar declaraciones a la prensa, pero el productor del mismo e igualmente premiado en esa gala, Quincy Jones, celebridad como músico, compositor y productor, contestó al ser interrogado sobre los galardones que se había llevado Jackson:  «Solo he visto cuatro fenómenos en toda mi vida: Frank Sinatra, Elvis Presley, The Beatles y Michael Jackson”.

No era para menos. Jackson brilló con luz propia desde los 10 años de edad, cuando se convirtió en la voz líder de los Jackson 5.

Nacido el 29 de agosto de 1958 en Gary, Indiana, ascendió muy rápido a la fama con sus habilidades como cantante, bailarín y “showman” (influenciado por James Brown), y fue esencial en la fiebre que desató esa agrupación integrada junto a sus hermanos.

La balada “Ben”, en 1972, fue su primer número uno como solista. En 1978, siendo parte del elenco de la película The Wizard, conoció a Quincy Jones y su vínculo laboral con él se tradujo en Off the Wall, el álbum que, publicado a finales de 1979, puso a Jackson en el estrellato y le dejó un Grammy por la canción “Don’t Stop ‘Til You Get Enough”.

Sería el anticipo al monstruoso álbum Thriller que, nuevamente con Jones como productor y publicado a finales de 1982, vendió 25 millones de copias en tan solo año y medio. Entonces, el canal MTV fue fundamental en su difusión. Con un estimado de 66 millones de copias, Thriller sigue siendo el disco de mayor venta de la historia.

En 1984 ganó 8 premios Grammy, ya era multimillonario, pero también empezaban a hacer eco sus excentricidades. Junto a su abogado y su mánager, Jackson quiso hacerse popular con noticias falsas que luego lo perjudicarían: la de dormir en una cámara hiperbárica para poder vivir 150 años, o la compra de los restos del hombre elefante. Sus múltiples cirugías estéticas con las que buscaba un rostro perfecto y su polémica compra de los derechos de las canciones de The Beatles también generaron polémica.

Pero su talento estaba por encima. Su álbum Bad, de 1987, vendió 18 millones de copias en el primer año y colocó 5 canciones en el número uno de las listas. Luego, en 1991, firmó uno de los contratos discográficos más impresionantes de la historia cuando Sony Music le pagó 18 millones de dólares en efectivo como avance de su nuevo álbum.

Vino entonces Dangerous, un álbum frenético, sumido en las nuevas tendencias del “new jack swing”, que vendió 4 millones de copias en dos meses y hoy es uno de los 20 más vendidos en la historia con un estimado de 32 millones de copias.

Pero en paralelo con tan extraordinaria capacidad creativa empezaron a trascender una serie de escándalos que presagiaba la tormenta que estaba por caer.

El rey indiscutible del pop sintió entonces tambalear su imperio cuando, desde 1993, recibió distintas demandas por acoso sexual a menores de edad, que afectaron notablemente su imagen.

Desde una orilla argumentaban que Jackson siempre expresó su cariño por los niños. Su álbum doble History: Past, Present and FutureBook I, de 1996, un disco de éxitos y otro de material nuevo, incluyó un dolido y patético escrito en el que él manifestaba sus sufrimientos en su infancia y su incapacidad de hacer daño a cualquier niño.

En octubre de 2001 se publicó el último álbum de su carrera, Invincible. Su calidad musical no tenía discusión, pero tuvo poca difusión gracias a los conflictos entre el cantante y la compañía discográfica que, finalmente, no hizo mayores esfuerzos por promocionarlo.

Sin embargo, sería uno de los de mayor venta de ese año y escogido, en 2009, como el álbum de la década por los lectores de la revista Billboard. A pesar de la gravedad del escándalo que protagonizaba, sus leales seguidores devoraban sus canciones en masa.

Pero los señalamientos en su contra no cesaban. Otras acusaciones por abuso sexual a menores siguieron deteriorando la imagen de un Michael Jackson cada vez menos importante por sus valores artísticos, según la crítica especializada.

Otra cosa pensaba el público y así se lo hizo sentir. En 2009 organizó lo que sería su regreso triunfal con 10 conciertos épicos en el The O2 Arena de Londres bajo el nombre de This Is It. Sin embargo, el número de presentaciones se extendió a 50 cuando en dos horas se vendieron un millón de entradas para un recinto con capacidad de 20.000 personas.

Pero una combinación de analgésicos y antidepresivos fue letal.

Hace 10 años, la voz del rey calló para siempre. Y aquí no aplica el adagio “a rey muerto, rey puesto”. Su reemplazo no existe.

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