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Por qué es tan importante limitar el consumo de ibuprofeno

En 2017 se publicó un estudio en el European Heart Journal que mencionaba que el ibuprofeno puede aumentar 31% el riesgo de paro cardíaco

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Es algo que recalcan los médicos cada vez que pueden: como toda droga, el ibuprofeno debe usarse de manera restringida y no como si se tratara de una sustancia inocua, sin efectos secundarios, «como un caramelo». Una reciente revisión hecha en Francia respecto de la seguridad y conveniencia del fármaco, destacó los riesgos de usarlo contra algunas infecciones (como anginas y otitis) en ciertas condiciones y pidió adecuarse a las reglas de su buen uso.

La alerta del sistema médico francés, a través de su Agencia de Control de Medicamentos va en el mismo sentido. El de utilizar ibuprofeno en la dosis mínima y durante el período de tiempo más corto posible, debido a que para infecciones causadas por bacterias de la familia de los estreptococos (anginas, faringitis y otitis, pero también lesiones de la piel o varicela) se detectaron resultados contraproducentes: concretamente, empeoraban la infección.

Pero no se trata de la única alarma respecto del consumo desmedido de este antiinflamatorio no esteroide. En 2017 se publicó un estudio en el European Heart Journal que mencionaba que el ibuprofeno puede aumentar 31% el riesgo de paro cardíaco. Y en el mismo sentido se ha expedido el organismo de los Estados Unidos que controla medicamentos, conocido como FDA, en general sobre todos los antiinflamatorios no esteroides (categoría que incluye al ibuprofeno tanto como al ketoprofeno).

Una cuestión de dosis

El problema está, como se sabe desde el siglo XVI con las investigaciones de Paracelso, en las dosis más que en la sustancia, como subrayó Jimena Worcel, psiquiatra y directora médica de la Cámara Argentina de Medicamentos de Venta Libre (Capemvel). «Los riesgos cardíacos o renales están en dosis superiores a los 2.000 miligramos por día. Lo delicado en países como la Argentina es que se pueden conseguir medicamentos en farmacias para los que cuales se deberían exigir recetas. Cuando se utiliza de manera correcta no hay riesgos», explicó.

«El ibuprofeno sustituyó en muchos lugares a la aspirina y eso es bueno porque tiene mejor perfil de seguridad, pero de todos modos el consumo de analgésicos es alto por las ventas irregulares. Por eso la recomendación es ver cuáles son las concentraciones de venta libre y cuándo se debe requerir la indicación del médico. Y siempre lo mejor es que se tome la dosis más baja durante el menor período de tiempo posible», añadió Worcel.

Publicidad

«Hay muchos estudios sobre los efectos adversos del ibuprofeno. El problema en la Argentina es la polimedicación y la sobremedicación de la población, lo que claramente se ve favorecido por la publicidad del ibuprofeno, que no debería estar permitida. Un medicamento se necesita o no se necesita, la publicidad siempre es excesiva», señaló Carlos Damin, jefe de la cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA y presidente de Fundartox.

En el país, la venta libre de la droga es en dosis de hasta 400 miligramos. De 600 miligramos en adelante se debe vender bajo receta médica. «Pero no sé por qué a la gente no le gusta de 400 miligramos entonces compra de 600 miligramos o toma 2 de 400 miligramos», dijo Damín. Y lo cierto es que se consiguen fácilmente sin receta en tales dosis. En ese sentido, entidades como la Asociación de Agentes de Propagada Médica, viene denunciando «la proliferación de publicidades de medicamentos, en las que abundan las promesas de curas milagrosas». En la Argentina, desde hace años el ibuprofeno está en el podio de las drogas más vendidas, y supera en ventas a la aspirina y al paracetamol, de acciones similares.

¿Se conocen las consecuencias de un uso tan masivo de ibuprofeno en Argentina? Damin responde que «hay pocos datos de organismos como la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica en relación con la farmacovigilancia del ibuprofeno».

«En nuestro país lamentablemente hay poca costumbre, de parte de los médicos, de notificar reacciones adversas o efectos secundarios de medicamentos. No hay costumbre ni obligación de hacerlo, pero debería hacerse para facilitar el conocimiento de qué es lo que pasa con nuestra población en relación a ciertas drogas», destacó el especialista.

Esto deriva en otro problema de salud pública a nivel mundial, como es el uso de antibióticos sin prescripción, lo que está generando bacterias súper resistentes a los tratamientos que hoy existen. «En Argentina se venden y consumen muchísimos antibióticos sin receta, nos vamos a morir de ignorantes», lamentó Worcel. Pero esa es otra historia.

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