Papel Literario

Tres heroínas de Shakespeare: Porcia, Nerissa y Jessica

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Por CESIA HIRSHBEIN

El mercader de Veneciaescrita entre los años 1596 y 1598, sigue despertando admiración a la vez que generando polémica. Los personajes de esta comedia dramática se trazan con una fuerza en la que se expone toda su humanidad, con sus claroscuros y ángulos más desgarradores. La obra desborda en intrincadas agudezas teatrales, y toca temas universales como lo son el amor, la amistad, el sentido de la justicia, la envidia, la venganza y la caridad.

Valdría la pena apuntar que Shylock es la figura más interesante, dramática y compleja de El mercader y quizá de toda la obra de Shakespeare. Su condición de judío enriquece la intriga, con un monólogo impactante, en el que denuncia los prejuicios contra los judíos, el maltrato y la marginación que padecen. Una joya para un actor.

Se añade a esto la copiosa gama de matices que propone Shakespeare a sus protagonistas femeninos, patente en las tres únicas mujeres de la obra: Porcia, Nerissa y Jessica.

Porcia, la protagonista, hace y deshace situaciones a su antojo y a su mejor parecer. Está representada en la plenitud de su belleza y capacidad imaginativa. Por añadidura, posee cualidades intelectuales que sorprenden: inteligencia, astucia y elocuencia. Además, defiende los valores de la justicia y la clemencia ¿Será esa la razón por lo que muchos hombres de las más distantes regiones la pretenden para esposa? ¿O más bien, porque: “Hay en Belmonte una rica heredera”, como dice Bassanio con los ojos ávidos puestos en ella por sus ansias de ser el elegido? Él es un aristócrata derrochador y arruinado.

Entendemos que Porcia y Bassanio se conocían y se habían fijado el uno en el otro. Y ahora, para acceder a la mano de ella, él necesita ostentar riquezas que no tiene, y así impresionar a la rica y bella heredera. Acude a su mejor amigo, Antonio, mercader veneciano pero que tiene empeñados sus haberes en unos barcos que están en altamar, y como quiere complacerlo a toda costa, no le queda más remedio que acudir a Shylock para solicitarle un préstamo. Van juntos los dos amigos y firman ante un notario un infame aval. Aquí es donde comienza a desencadenarse el conflicto.

Bassanio, feliz y revestido de boato, va a toda vela al castillo de Belmonte a conquistar a la dama. Y cuando Porcia, feliz, lo ve desembarcar y le solicita participar en el sorteo de los cofres (uno de oro, otro de plata y el último de plomo, símbolos como tantos otros en esta obra que representan el engaño de las apariencias) le pide a su banda de músicos personal que toquen una pequeña melodía, que con sutilezas ayuda a Bassanio a hacer la elección correcta. Entre tanto llega la noticia al castillo de que Antonio está arruinado y de que Shylock va a ejecutar el famosos acuerdo del préstamo: una libra de su propia carne, otro símbolo que tiene varias lecturas, ¿será que el empeño de Shylock es implacable por el dolor de haber perdido a su hija, carne de su propia carne, sangre de su propia sangre; o en venganza de todas las humillaciones sufridas por parte de Antonio y de otros venecianos cristianos?

En esta delicada situación, con Porcia a punto de casarse con Bassanio, tiene que salvar a Antonio, por el bien de su amado y de la unión. Está enamorada sin duda. Con su inteligencia puesta  en ese fin, teje un plan que comparte con su dama de compañía y confidente, Nerissa, que colabora con ella y le da apoyo incondicional. Es quien la aconseja, le oye quejarse de su vida, que aún cuando está llena de riquezas, sufre por lo injusto que es el sorteo de los cofres para escoger un marido. Nerissa sabe consolarla y le recuerda lo sabio que fue su padre al planificar el futuro de su hija. En ese sentido ella tiene una visión práctica de la vida. Quizás esta sea la razón por la que estuvo de acuerdo en casarse con Graciano, cuando Bassanio se ganó el favor de Porcia al escoger el cofre acertado.

El plan de Porcia es, pues, disfrazarse de doctor en leyes, y hacer que Nerissa se disfrace a su vez de su secretario. Así, con astucia y elocuencia persuasiva logra salvar la vida a Antonio durante la escena del gran juicio. Su alegato de la clemencia es el otro gran monólogo de la obra, en el que ella, la mujer, demuestra su calidad humana.

A Jessica, la tercera protagonista femenina, podríamos verla como una muchacha sin corazón por abandonar a su padre. Es que lleva la carga de ser la hija de Shylock: ¡Ay, qué aborrecible pecado cometo al avergonzarme de ser hija de mi padre! Eso le da el empuje, el coraje para escaparse de su casa, de la casa de Shylock con su amante, además de llevarse el dinero de sus arcas y un cofre lleno de joyas valiosas. Sabe que será un gran golpe para él, un acto de abandono doloroso, pero si se queda será «condenada» a ir al infierno por ser la «hija del judío».

El elegido es Lorenzo, un caballero veneciano, amigo de Bassanio. Ambos urden un plan para fugarse juntos: Seré salvada por mi marido; me ha hecho cristiana, lo que a la vez le demuestra un amor a toda prueba.

Y con el casamiento de las tres protagonistas femeninas tenemos un final feliz en El mercader de Venecia. Triunfa el amor. Porcia se casa con Bassanio, y no como una esposa sumisa, sino que, debido a su astucia, le había dado la vuelta a su situación de pareja, al salvar al amigo de su marido, Antonio y al inventar, para su beneficio, el juego de los anillos.

Nerissa juguetona se queda con Graciano. Jessica se casa con Lorenzo, arropados por un amor nublado por el dolor, pero no por eso menos verdadero.