Papel Literario

Taller de geometría plástica (I)

por El Nacional El Nacional

El arte no reproduce lo visible; hace visible

Paul Klee

El colectivo de artistas que conforman el Taller de geometría plástica, bajo el auspicio de la Fundación Daniel Suárez, tiene en común una práctica que ha hecho del arte, durante siglos, fuente de conocimiento: la investigación. Para ellos reunirse no es un asunto de meras coincidencias formales o afinidades afectivas, tampoco un acuerdo cuyo único fin es acumular obras en un espacio solo por la necesidad de ofrecerlas al público. En verdad se trata de una alianza propicia entre cinco creadores que privilegian, a la hora de producir, la observación, el pensamiento, el discernimiento, el diálogo, el análisis y el rigor de poner a prueba, sin conformarse nunca, el resultado de sus exploraciones.

Ciertamente, no están haciendo algo nuevo. En la historia del arte encontramos muchos antecedentes que nos hablan de talleres, escuelas, grupos, vanguardias y centros de investigación visual. Sin embargo, podemos afirmar que están proponiendo algo novedoso. En una época donde el ego, el individualismo y la velocidad marcan la pauta del quehacer cotidiano, estos maestros han retomado el valor del tiempo de reflexión, el intercambio en el taller y el entusiasmo de la colaboración. Quien se aproxime al trabajo de Ángel Hernández, Octavio Herrera, Julio Pacheco Rivas, Juvenal Ravelo y Daniel Suárez estará, no en el espacio de varios individuos que reunieron piezas guardadas en sus propios talleres, sino en el ámbito de una propuesta que emergió de la cooperación.

Los planteamientos visuales y conceptuales de este Taller de geometría plástica están fundamentados en ideas básicas y esenciales a la vez. No obstante, cada uno de ellos ha aportado su experiencia y alimenta el diálogo desde el estilo propio, por lo tanto no hay uniformidad sino coherencia. Sus búsquedas comunes nos refieren a procesos humanos de percepción, a la evaluación de las cualidades del espacio y el tiempo, y al estudio del vínculo de las obras con la experiencia que el cuerpo tiene de ellas. También a la cuidadosa selección de materiales, a la incorporación de avanzadas técnicas de producción y al control de calidad para lograr el mejor acabado en la manufactura de las obras. El taller, en verdad, es un laboratorio de experimentación técnica y conceptual. A diferencia de otras propuestas lo esencial en este grupo no es haber reunido algunos artistas sino el proceso que hizo posible ese encuentro.

Por lo tanto, ninguno de los argumentos que he expuesto es suficiente para valorar unas obras que desbordan en complejidad cualquier explicación. Los caminos de la apreciación y la evaluación del arte son sinuosos, evitan los acuerdos y están determinados por los cambios que sufren las sociedades. Entonces, dejaremos que el espíritu del escrito sea el tránsito y no la aclaración. En este sentido, me dedicaré a ser un cómplice del lector en la tarea de ubicar el trabajo, de los maestros que nos ocupan, en el contexto de sus procesos creativos. Lo demás corresponde a la mirada, la interacción y la reflexión individual de nuestro ejercicio de espectadores, el cual debería sopesar siempre estas palabras de Picasso: “Todos quieren comprender el arte. ¿Por qué no tratan de comprender el canto de un pájaro? ¿Por qué uno ama la noche, las flores, todo lo que está alrededor sin tratar de entenderlo?”.

En la entrega del próximo jueves nos sumergiremos en algunos aspectos teóricos que se encuentran inmersos de la propuesta de estos artistas.