Papel Literario

Poemas de Rowena Hill

por El Nacional El Nacional

Por ROWENA HILL

LAS FLORES

He vivido las flores

perdiéndome en el corazón de sus trompas

traspasada por sus lanzas

brillando en sus soles.

Luego descendí por los tallos

y los troncos macizos,

nadaba en las mareas de la savia.

Y ahora con las raíces

me hundo en el barro de la fuente

el oscuro humus que germina

y descompone.

***

LOS POLACOS

para Igor Barreto

Disponerse a ascender

el K2 en invierno,

desear una temporada de dolor

tan puro e intenso

como las estepas de nieve

blanca hasta la médula de los huesos

hasta las paredes internas del cráneo

más allá de toda certeza

o esperanza:

¿equivale a la valentía

del poeta que abre el cuerpo

a todas las desgracias  humanas

y de su época aciaga

articulándolas como rocas en el entorno

de la cima escondida

de la cima escondida

***

BOLSA DE HUESOS

Acuesto la cabeza,

no siento la suavidad

de mi carne acolchada

que se funde con el cojín

sino un contenedor duro

que no encuentra reposo.

Salto y los resortes

de mis piernas no amortiguan

el traqueteo de la bolsa de huesos,

cualquier arañazo

cualquier arañazo

y mana una sangre acuosa.

Se marcan aún los sitios

Se marcan aún los sitios

pero su lumbre se está apagando

y en los puntos de generación

–coronilla garganta corazón–

se refracta por momentos un arco iris.

Si el sol favorece

el bulto se siente entero.

***

CREMATORIO

La piedra afirma el cumplimiento

de mi alma mineral,

más adentro solo está el fuego.

No es infierno aunque lo habita

lo oscuro tornasolado

del ojo de Lucifer

y ruge como el incendio

de la ciudad apestada;

crece y revienta las fiebres,

entonces brilla como el horno del pan

o el fresco sol de la mañana.

Al final quedan las brasas

y la luz absoluta.

***

LA MUERTE MALANDRA

La muerte malandra

llega desamparada y herida.

En una franja que se abre

entre la cara de la oscuridad

y el último latido

gimen voces atrapadas

se quejan ríen amargamente

piden perdón o venganza,

una grabación animada en el vacío.

Infelices las materias

que reciben las lamentaciones,

se sacuden hasta los tuétanos

y arriesgan borrarse.

***

SEÑOR TÁNATOS

Usted, señor, vive (o no vive)

en una frontera fantasma

entre la nada impensable

y todo el resto.

A veces los dedos de sus pies

en un descuido ¿no desaparecen

en el otro lado?

¿Cómo hace para retirarlos

–enteros o descompuestos–

a esta orilla donde no existe

sino virtualmente?

No le niego su poder,

en el coito en el rezo en el pan

se instala su garita,

deseando o aborreciéndolo

hacia allá vamos todos.

Hasta el tigre.

Cuando se le acerca la maravilla

de rayas encendidas y garras fieras

¿usted no siente pena en quebrarla

contra ese muro hipotético?

El día en que les toque a mis perros

(des)conocer el último trayecto

acójalos por favor con cariño

empújelos suavemente

hacia ese silencio.