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Poemas de Luis Moreno Villamediana. Pertenecen a La persona regresa, o novela

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Por LUIS MORENO VILLAMEDIANA

Capítulo Sobre el descubrimiento del Ser

si mirara hasta dentro [de esto, digamos] como hacen

las estatuas,

con los párpados cerrados, pero en verdad mirando

todo allí, como estatua,

las costillas de piedra de la estatua,

la vida callada, de piedra, de esa estatua,

¿qué vería uno,

uno que es otra cosa, al parecer,

no un colgajo de piedras,

como la tal estatua?;

a lo mejor, quién quita, la foto de uno mismo

de niño,

rodeado de más rostros, felices, como en un cumpleaños;

a ese cartón llamamos Ur-recuerdo;

ojalá hubiera sido yo Niño en otra parte

con la misma familia;

tengo nostalgia de todo lo omitido

desde siempre,

una lámina, distinta sin duda, con las mismas personas

de esa fotografía;

ojalá un cartón diferente se irguiera en souvenir,

con una casa algo oscura,

con un invierno de luces opacas, muchas sombras en todas las paredes, lo que uno pensaba que podrían ser fantasmas de muertos obstinados; no está del todo mal imaginarse esos desvíos de uno, esas disímiles posibilidades de eso llamado el Ser;

el Ser de mi infancia pudo tener otro pasaporte; quizá anaranjado; eléctrico; me gusta creer que la luz de un candelabro, cuando hay frío alrededor, define la hermosura, muy gocha, del Ser; del Ser el humo de una vela en las paredes escribe una historia;

es eso lo que veo adentro al mirarme;

This con una gorra gastada encima;

algo de cuadros escoceses, algo encontrado en un clóset, húmedo,

una tarde,

sobre el coco (la testa);

quisiera haber sido más torpe al hablar,

confundir frases de

la lengua de mi padre

con otras de un idioma materno,

igualmente confusas;

pero me tocó el falso dominio de estas santas palabras que uso

con la certeza de un loco

que repite

lo mal oído en una grabación;

siendo yo he estado años, y ya estoy exhausto;

este tipo, este This, de tantos años consigo solamente,

esta máscara real,

con los ojos volteados hacia aquello más suyo,

llegó hasta sí de lejos, de un gran viaje, dormido, todo el tiempo dormido en otro destino anterior a éste que tiene; después de pasar años siendo el mismo [y cansado] se ha puesto a recrearse, sentado en un sillón, otros asientos, otras fiestas bajo astros desiguales;

de dónde es este This ya no importa;

apenas cuenta de dónde vaya a ser cuando cierre los ojos

y con secretos bombillos —adivine su corazón de roca

cambiándose de lado,

en su cuerpo,

—diga siempre otra cosa, nunca lo que se oye,

una oración por ejemplo que no se prediga,

quizá un reclamo por no estar de más eras cansado

de la misma igualdad

Capítulo A propósito de las renovaciones

hay que volver al pasado y destruir la casa vieja con mandarria,

mis padres, mis hermanos

y yo-esto; This;

echar abajo los escalones de madera, teñidos

de cera roja;

cambiar la estructura del garaje, hacerla oscura, como una bodega;

darles menos luz a los pasillos;

mantener el jardín con la mesa de hierro, pintada de negro, y las sillas de hierro, pintadas de negro; mantener las negras hormigas del jardín, que comíamos a veces mis hermanos y yo, no por el hambre, sino por la costumbre de

alimentarse de los bichos; (más de cien antenas por cabeza;)

derribar el cuarto de huéspedes en la planta baja;

abrirle una ventana a la cocina, que dé a alguna calle

flanqueada de tilos

y plátanos deformes;

a veces necesito traicionar mi infancia;

quiero un loco en un desván, alguien que cuente historias —de la guerra —de un paisaje lunar y tranquilo, posterior a todo —de una vida de comerciante, o de mercero, en una ciudad de bajos edificios, muy cortos, —-de un amor postergado por varias mudanzas,

con caballos,

de país en país, hasta éste, cambiado, donde el loco, o la loca, hace ruido, con un plato de peltre, al mediodía, la loca

que pide la comida;

las traiciones modestas,

incompletas,

sonsas,

no me llenan de culpa,

ni las grandes traiciones;

el Ser se forma de imágenes, también, recibidas de noche

en el sueño,

donde son comunes las metamorfosis;

pongo en mi puesto otro niño de seis o siete años, con los mismos juegos

pero otras estaciones;

la casa igualmente ha mudado de aires; hay más eco en los muros tiznados;

va a empezar a llover por dos meses,

hay que ventear las sábanas, los guantes, las cobijas, y disponer las velas,

prepararse para espiar el viaje de una esquina a otra esquina

de las arañas

translúcidas,

y resistir los embates de la ciudad, que se hunde

como en un páramo; de solo aparecidos;

me emociona haberme separado

de mí mismo

al nacer

Capítulo La vivienda, al norte

antes vivía en tiendas mi familia; antes incluso de todo nacimiento de nosotros (ellos, mis hermanos, y yo);

fumaban todos en pipas celestes, de hielo,

en desiertos

hiperbóreos y rotos;

había allí mucho viento

y escasas hormigas; muertos en todos lados, eso sí, con disparos de Guardias,           las calles oscurecidas por la sangre y las vísceras y dedos inutilizados por las balas y

la temperatura más tarde;

no me habría gustado;

anochecía cuando se cansaban de brillar, temprano, las planchas de agua, las agujas de agua, inmóviles, como caídas torres de agua

de espejos;

comían en círculo sin decir mucho, masticando con calma;

los ojos se hundían en gruesas ruedas de carne

muy sebosa; afuera la mañana era, apenas, una interrupción, un muy precario cese de hábitos nocturnos, como reconocerse antes de dormirse, para fijar las figuras del sueño, y dormirse luego, y en el sueño mirarse unos a otros, quizá bailando en otros escenarios, ver los rostros [la piel] que vieron antes,

mientras en otro lado,

demasiado cercano,

la escarcha suprimía cualquier imagen;

como de otras cosas más tarde iba a cansarme —de eso ellos se cansaron;

es bueno irse a vivir al sitio donde anden más sueltos los fantasmas

que vayamos a ser

o a no ser nunca, ni a palos

en la giba


*Luis Moreno Villamediana (1966) es poeta, narrador, traductor y ensayista. Ha recibido el Premio de poesía de la Bienal José Rafael Pocaterra (1992), el Premio Internacional de Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde (1997), el Premio Equinoccio de Poesía Eugenio Montejo (2011), el Premio Nacional de Cuentos Guillermo Meneses (2011), el Premio de Literatura Infantil del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz (México, 2014) y el Premio Anual de Cuentos Salvador Garmendia (2016).

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