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La Paciencia: Una aproximación a «El beso del arcángel»

Unos breves comentarios sobre el poemario de Ana María Hurtado y Leonardo Torres

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Por JOSÉ ANTONIO PARRA

El beso del arcángel (Oscar Todtmann Editores, 2018) es un muy sutil y depurado poemario realizado por la poeta venezolana Ana María Hurtado y el poeta colombiano Leonardo Torres. En todo sentido este trabajo plantea la dualidad. Ello no solo está referido a lo masculino y lo femenino, sino también al hecho de que el cuerpo lírico fue realizado por dos poetas y, finalmente, a la contraposición entre lo corpóreo y lo trascendente. En relación a esto último, los autores llegan a niveles superlativos. Por un lado, se muestran facetas bastante explícitas del hecho amatorio y por otra parte, y más bien hacia el final del libro, nos topamos con un andamiaje francamente místico en el que el espíritu predomina sobre cualquier otro elemento.

La aparición de esta obra respondió a un proceso muy peculiar. En este sentido, a pesar de que ya Ana María Hurtado tenía un trabajo lírico previo vinculado al erotismo, fue de Leonardo Torres de quien surgió la idea de llevar a cabo esta publicación a dúo. A partir de ese momento, la poeta inició la organización de su corpus lírico –que ya estaba casi todo escrito– a manera de diálogo con el cuerpo poético de Torres.

Sin embargo, el momento clave a partir del cual se vislumbró en definitiva la aparición de la edición se dio cuando el poeta Armando Rojas Guardia entró en contacto con los manuscritos de ambos autores y contribuyó, mediante un proceso de edición, al ensamblaje y articulación de esos dos corpus para que funcionaran como un solo libro.

Entonces, desde un punto de vista arquitectónico este poemario es un cuerpo doble, conformado por una serie de poemas en verso de Leonardo Torres –bajo el título de “La paloma y el olivo”– y una secuencia análoga de Ana María Hurtado –titulada “La dulce brevedad de los gemidos”–. Estos textos danzan entre sí y abordan una multiplicidad de aspectos vinculados al fenómeno erótico y al hecho amatorio en sí mismo. En dicha danza, la poesía de Torres asume una estilística volcada hacia el afuera –obviamente masculina–, mientras que la de Hurtado es nítidamente femenina. A continuación es propicio citar un fragmento de la autora para ilustrar lo que refiero:

“¿Cuál vida tengo y qué palpita?

allá donde no sé quién soy

¿Descubriste algún abismo?

¿algún recuerdo?

¿rozaste un rumor

la bruma

un desespero?

¿Era húmeda mi tierra?

¿sentiste mis raíces?

Cuando ya no fui más

¿de cuál muerte morí?

¿qué último trazo apareció en mi rostro?

¿Migraron mis ojos extraviados?

¿Tuve nombre en esa impermanencia?”.

Como puede apreciarse, lo sublime es marca sustancial en el trabajo de Hurtado, quien apela a la imagen potente e incluso a cuestionamientos últimos que apuntan a lo existencial per se. Este es uno de los grandes logros de esta pieza, en el sentido de que ambos escritores logran una mixtura entre lo tangible y el espíritu. En el caso de Leonardo Torres, se observa una apoteosis de la pregunta condicional, en relación a que el autor se explaya sobre la situación hipotética en torno a la cual gravita el deseo. Eso lo podemos observar en el siguiente poema:

“si las caricias siguieran

la ruta abierta por las palabras

si dejando el tacto atrás se convirtiesen

al orden impalpable de la voz

que somete sin piedad los hemisferios

¿obtendrían la paz los poseídos?”.

Ultimadamente, Leonardo Torres apuntó en sus textos al momento que antecede al encuentro erótico en sí. De este modo, el trabajo de acoplamiento de los textos se centró en dar coherencia a la mirada anticipatoria de Torres con el hecho amatorio mismo, que estuvo primordialmente a cargo de Hurtado. En esta edición se da la confluencia de dos miradas en relación al erotismo y sus tiempos. Por ello, y por la significación que tuvo Armando Rojas Guardia en dicho proceso, es pertinente cerrar esta nota con un pasaje de la introducción que este último escribió para el libro:

“Ya Rilke advirtió alguna vez que la tópica amorosa era la más difícil de asumir para un poeta, precisamente porque la asedian y acosan estereotipos innumerables. Pero Leonardo y Ana María, los autores de este libro, superan la casi sobrehumana dificultad que representa una apuesta estética de esa índole con una maestría y una destreza admirables. Yo diría que el secreto de tales maestría y destreza estriba en la autenticidad, en la sinceridad existencial que las dicta: no hay en estos poemas ni el más mínimo artificio, ni la más remota impostación de la voz: ellos fluyen con la transparencia vibrátil de un manantial de montaña. Esta poesía desarrolla una suerte de mística erótica. Dentro de ella la unión carnal, la cópula, se convierte en imagen simbólica de un vínculo cósmico con el Amor mismo”.

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El beso del arcángel

Ana María Hurtado y Leonardo Torres

Oscar Todtmann Editores

Caracas, 2018

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