Papel Literario

Nuestro amigo común: «Scarface, el terror del hampa»

por El Nacional El Nacional

Tony Camonte ha robado y asesinado a sangre fría. El famosísimo gánster italoamericano de principios de siglo pasado tiene la ciudad patas arriba y, entusiasta, se ha hecho un búnker en el primer piso de un edificio que pronto cercará la policía. Incluso con protección de acero en las ventanas y armado hasta los dientes con varios fusiles Thompson, el desalmado delincuente, efusivo, se asoma a la ventana a disparar contra los policías que rodean el lugar y ríe a carcajadas. No hay banda sonora orquestada, solo efectos de sonido y diálogos. El arma lo define como personaje, comunica: siempre que discute, dispara. Es una extensión del habla del personaje. Su hermana Cesca está con él, la tranquiliza y le dice que solo le hace falta ella para que todo esté bien. El sonido crea el mundo exterior, insinuando que este no lo dejará en paz, y así será: Cesca recibe un balazo de fuera y Tony desespera, pues se sabe perdido, aunque no lo quiera afrontar. Una bomba de humo lo obliga a salir del refugio y en la escalera de salida lo encañona la ley. “No disparen. Estoy solo. Me quedé solo”. Trata de huir insensatamente. Su final: abaleado en la calle, desplomado sobre el asfalto. El plano gira al otro lado para ver a la policía correr hacia el criminal, y la cámara sube lo suficiente al cielo como para que se vea un aviso lumínico, presente al inicio de la cinta, que reza “El mundo es tuyo”. Eso creyó Tony Camonte. Hybris, la desmesura.

Esta es la respuesta que ofrece la ficción criminal a los efectos de la Depresión. Dado que son años de incertidumbre, desasosiego, vacío de poder que facilita la irrupción de imágenes contrarias a las oficiales, y tras la exposición de violencia en estas películas, representantes de William Hays declaran “indeseable” darles tanta importancia a los gánsters, y J. Edgar Hoover condena que se glorifique más al mafioso que al policía. Hollywood, como el género cinematográfico, unirá contrarios, y le dará a la audiencia evasión de la realidad con doble gratificación: la de vivir un proceso de enriquecimiento fácil y conquista del poder y, al mismo tiempo, la de ser testigos del espectáculo de la caída y la derrota de los protagonistas de ese éxito que envidian. “El mundo es tuyo” concentra esta premisa de responsabilidad y ejemplaridad, así como el subtítulo añadido a la cinta de Hawks: “La vergüenza de una nación”.

Scarface, el terror del hampa (EEUU, 1932). Dir. Howard Hawks