Papel Literario

Nuestro amigo común: «El Padrino»

por El Nacional El Nacional

“Creo en América” se escucha al iniciar la película, sin saber quién lo enuncia. En el principio era el verbo, y con la palabra hablada comienza la historia. La imagen toma el lugar de la palabra cuando aparece del negro el rostro de un hombre que cuenta los agravios sufridos por su hija y su necesidad de ayuda para la venganza o la justicia, pues las normas que rigen esta última en este Nuevo Mundo adonde los sicilianos han venido a parar dejan lugar para la corrupción y la impunidad, y por lo tanto es necesario un sistema paralelo –la Mafia, también corrupta pero vista desde la nostalgia como defensora del honor y la lealtad de los hombres– para atajar las injusticias que las instituciones públicas no resuelven. El relato de este personaje va acompañado de un alejamiento de la cámara, referido por el teórico Santos Zunzunegui como una manera de ir de lo particular a lo general, pues estos personajes italoamericanos intentan preservar la particularidad de sus maneras en una estructura social general que trata de disolverlas. Se presenta entonces a través del movimiento uno de los grandes temas de la película: la imposibilidad de que ambos mundos, el de los norteamericanos wasp y el inmigrante italiano se unan. Pues para triunfar en la Norteamérica allí retratada, corrupta política y económicamente pero que aún vende el sueño americano, el italoamericano debe hacerse de su propia justicia, asociada inevitablemente al poder, y sobre todo a los lazos familiares fuertes propios de las sociedades latinas. La melancolía de su banda sonora nos recuerda lo que dice Michael Corleone: “Nunca vayas en contra de la familia”.

El padrino (EEUU, 1972). Dir. Francis Ford Coppola