Papel Literario

Nuestro amigo común: Las mejores películas de 2018

por El Nacional El Nacional

10. Lean on Pete (Inglaterra, dir. Andrew Haigh)

Lean on Pete es mucho más que un caballo cuarto de milla. La cinta se trata y no de este, al mismo tiempo: es detonante en el largo viaje emprendido por Charley, el joven protagonista y corredor. Y a la vez, al finalizar la película, pareciese que el joven haría el recorrido tarde o temprano, de manera inevitable. Haigh sortea con habilidad el hacer de esta cinta solo una trama de amistad entre hombre y animal, pues el hecho es que no estamos ante una película ni de carreras de caballos, o siquiera de caballos. El viaje de Charley es uno violento a la adultez y al aprendizaje que llega gracias a la compasión, la fortaleza y, sobre todo, la compañía correcta. Lo maravilloso de Lean on Pete descansa en el guion y dirección de Haigh tanto como en el joven actor, quien en el brevísimo instante de un plano a otro abandona la niñez con solo un gesto. Todo sin caer jamás en sentimentalismos en este western crepuscular a la inversa (Charley corre hacia el este), porque con algo de suerte, ya no será necesario seguir corriendo.

https://m.youtube.com/watch?v=sCM4KlUE3mk

9. Avengers. Infinity war (EEUU, dir. Hnos. Lo Russo)

Una acción sustenta esta película de superhéroes. Ante decidir si salvar al universo o a la persona que se tiene al lado, los Vengadores eligen la segunda opción cada vez que se les presenta el conflicto. Thanos el justo, el piadoso, hace lo contrario: mata y sacrifica para obtener el poder necesario para llevar a cabo su “salvación” del universo. Y es que, qué importa una vida comparada con la liberación del universo, piensa el villano. La idea abstracta de universo o de mundo, cuando se quiere salvar, es tan peligrosa que termina siempre en aniquilación, en genocidio, en fosas comunes. Sonrían, alégrense, dice su súbdito, puesto que es un privilegio haber muerto a manos del gran Thanos, haber formado parte de su plan para la salvación de todos. “No es dolor lo que sienten”, dice el lacayo de Thanos caminando sobre cadáveres, “es salvación”. Los totalitarismos, lo saben los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely, funcionan así.

https://www.youtube.com/watch?v=Vsup4wi3Itk

8. Dogman (Italia, dir. Matteo Garrone)

En las costas malogradas de Nápoles vive Marcello, un hombre enjuto, diminuto, acostumbrado a tratar con bestias: se trata del acicalador de perros del barrio. Tiene, además, un amigo-bestia: Simone, un hombre corpulento, enorme, salvaje, quien más que amigo es alguien a quien complace para no hacer enojar. Simone hace lo que le viene en gana en el barrio, y ya todos están hartos, pero nadie se atreve a enfrentársele. Los que lo hacen apenas sobreviven. Simone meterá en un aprieto a Marcello y este, entre malentendidos y malas decisiones, acaba siendo rechazado por sus vecinos y familiares. Este drama cuenta la historia de la fuerza del pequeño, de sus oscuridades, sus grandezas y sus complejos, y lo lejos que estos pueden llevarle cuando se ha visto tan cerca del abismo.

https://www.youtube.com/watch?v=PJgz-RQ4JEw

7. Los increíbles 2 (EEUU, dir. Brad Bird)

En la divertidísima secuela de la casa Pixar los superhéroes continúan siendo ilegales, y aunque hayan salvado vidas, lo han hecho a costa de un dineral para la ciudad. Antes de conseguir trabajos normales, los súper son reclutados por un empresario publicista y su hermana, quienes creen que con la campaña publicitaria correcta los Estados readmitirán a los súper como legales. Para conseguirlo, contratan a Elastigirl, menos desastrosa que su marido fortachón, quien se queda en casa cuidando a los niños. Todo esto es muy entretenido, si bien lo que hace de verdad seria y poderosa esta historia es algo a lo que Bird le ha dedicado sus anteriores películas en Pixar: la mediocridad y la excelencia; y como siempre, el villano quiere salvar destruyendo, controlando, coartando libertades. Un retrato sensato y lúcido de cómo las sociedades que pierden el norte terminan convirtiéndose en el mundo al revés con la trampa del buenismo.

https://www.youtube.com/watch?v=_t4J1VTs4ds

6. Zama (Argentina, dir. Lucrecia Martel)

Don Diego de Zama, funcionario americano de la Corona española, espera. Le han dicho que le transferirán a un sitio mejor, que le llegará una carta haciendo oficial el viaje. Entonces espera. Su vida en esas costas selváticas conduce a varios callejones sin salida, su medianía mediocre es tal que pasa inadvertido a su pesar. Su espera es a la deriva, y así se ve y se siente la cinta: una serie de situaciones aparentemente inconexas, que no van a ningún lado, náufragas, donde Martel claramente está a sus anchas al separar imagen de sonido y hacerlos independientes, inatribuibles entre sí. Esta cinta es brillante en cuanto cuenta la nada de la espera cinematográficamente, una aparente pérdida de tiempo, la espera, en realidad se despliega en significados acerca del tiempo, de la esperanza, y de aguardar por lo que nunca llegará.

https://www.youtube.com/watch?v=XZLXAnVZT3k

5. 24 cuadros (Irán, dir. Abbas Kiarostami)

Dice con razón el crítico Godfrey Cheshire que este documental de Kiarostami, una suerte de testamento, no se parece a nada que hayamos visto antes. Veinticuatro cortos de alrededor de cuatro minutos de duración cada uno, un encuadre perfecto, y la naturaleza, el amor, la protección, la soledad y la muerte, están en los detalles de estas narraciones de la cinta. Y es que Kiarostami sabe bien dónde colocar la cámara y esperar por episodios que por pequeños, nadie parece notar más. Un poemario, sin pretensiones, de alguien con un gran ojo que observa y apunta. La belleza y delicadeza de estas imágenes y la sensibilidad de quien las captura en los paisajes lluviosos o helados de Irán son tan cautivadoras, que bien pueden hacer que hasta el más disperso se detenga, aunque sea solo un instante, a mirar de verdad.

https://www.youtube.com/watch?v=276bVvxzaO0

4. Misión imposible: Fallout (EEUU, dir. Christopher McQuarrie)

“El destino le susurra al guerrero…”: “Se acerca una tormenta”. “Y el guerrero responde…”: “La tormenta soy yo”. Y así es: Ethan Hunt, lo anuncia McQuarrie con el título del libro-mensaje entregado al espía al inicio de la cinta, es en esta entrega Ulises, pues estamos una vez más, y menos mal, ante la Odisea. Esta línea abre las aventuras del espía Hunt, atando cabos sueltos desde las primeras entregas de la saga y contando esta vez con todos los personajes y elementos del poema homérico: desde Polifemo, pasando por Circe, hasta la vuelta a casa y los pretendientes de Penélope. El villano está siempre allí, como una sombra, como los embates naturales que envían los dioses por sus rencillas, ofensas y traiciones. Y la astucia; porque si un arquetipo corresponde a Ulises y a Hunt es la astucia, el truco, el pretender que no es quien es. Una catástrofe global inminente y muchas secuencias de acción trepidante componen la travesía de este espía que busca una sola cosa, además de volver a casa como Ulises: detener a los malos.

https://www.youtube.com/watch?v=mr8q3r94qyw

3. El ángel (Argentina, dir. Luis Ortega)

“¿Nadie considera la posibilidad de ser libre?” dice en off Carlitos, es decir, Carlos Robledo Puch, “el ángel de la muerte”, el famoso delincuente que aterrorizó la Argentina en los años setenta, mientras le vemos entrar tranquilamente en propiedad privada, cabeza repleta de rizos rubios, y ante nuestra estupefacción, servirse un trago como si estuviese en su casa, poner un disco a todo volumen y bailar. Así inicia este thriller con mucho de comedia negra, casi tarantiniana, para contar la historia de auge y caída de este joven delincuente, retrato del nihilismo y la amoralidad. El actor, Lorenzo Ferro, lo es todo: su forma de hablar, infantil y sensual, su forma magnética de moverse, su rostro de labios carnosos y mirada pueril encarnan al mal por el mal mismo, el mal al pedo, como diría un argentino, el que hace el mal sencillamente porque puede. Divertida y serena, El ángel es cine de gánsters como el Caracortada de Hawkes, esta vez en Tecnicolor setentoso y, sobre todo, sin arrepentimientos. Signo de los tiempos.

2. Roma (México, dir. Alfonso Cuarón)

El plano que abre este drama a la vez íntimo y total, es de una sencillez hermosísima y anuncia la seriedad de la historia que viene: un cenital al suelo de mosaicos, agua jabonosa que corre sobre él. Un charco refleja el cielo y en este, un avión se ve pasar. Irse es una de las acciones más presentes en la historia: los personajes como los aviones se van, abandonan, como abandonan muchos mexicanos su país. Del suelo al cielo en el último plano de la cinta, lo que hay en medio es un episodio de por lo menos un año en la vida de una familia en Colonia Roma del DF en el año setenta al setenta y uno, y sobre todo, la vida de su criada, Cleo. Hermosamente fotografiada por el propio Cuarón en blanco y negro y 65 mm, Roma es una cinta que va al detalle del diario con sencillez y belleza, lentos paneos y lugares que dictan situaciones, a veces evocando la extrañeza familiar de Fanny y Alexander, a veces la tranquilidad pasiva del neorrealismo italiano. Potente en imágenes como en sonido –uno envolvente, detallista, que otorga a los elementos una nueva fuerza, como un personaje más– Roma es extraordinaria porque en ella está lo íntimo y lo público, la sencillez y la complejidad contando lo más pequeño y lo más grande que se puede contar, la vida de las personas.

1. Cold War (Polonia, dir. Pawel Pawlikowski)

En realidad, esta cinta no pertenece a ninguna lista: está muy por encima de eso. Quizá lo mejor de la década –y si me apuran, de varias–. Filmada en un formato casi cuadrado, como la anterior Ida (2013), y con un blanco y negro elegantísimo, Cold War es una historia de complementarios: el confinamiento que da libertad, y los finales que son en realidad comienzos. Wiktor se enamora de Zula, y ella de él, hasta que se ven forzados a huir de la Polonia comunista, aprovechando que están en Berlín Oriental y pueden cruzar al otro lado. Sus caminos se separan y se unen una y otra vez sin importar lo que sucede cuando no están el uno con el otro: por eso Pawlikowski hace elipsis sobre esos años. Porque, como en el musical clásico, la pareja es la trama, y esta se verá interrumpida por el comunismo y sus fechorías, y por Occidente y su libertad vaciada de sentido. Solo la tradición, solo la trascendencia, y su amor, logran unirles sin que importe nada más, y para siempre. De nuevo: lo mejor en décadas.