Papel Literario

Nuestro amigo común: «Ciudadano Kane»

por El Nacional El Nacional

La pantalla entera está cubierta de blanco y el niño va de un lado a otro lanzando bolas de nieve y arrastrando un trineo. Es el pequeño Charlie, Charles Foster Kane, quien juega fuera de casa. La cámara retrocede sin dejar de mirar al niño: a través del marco de la ventana donde se asoma su madre, hasta detenerse en la sala de la casa, donde se encuentran sus padres con los visitantes. Estos pronto se llevarán al pequeño lejos de casa para siempre. Se convertiría en un hombre corrompido por el poder. En la imagen hay tres instancias simultáneas: unos personajes en primer plano, uno en medio y Charles en general, allá, fuera de la ventana. Críticos como Roger Ebert señalan que Kane está construida como está contada, es decir, a partir de los recuerdos de algunos personajes, precisamente porque la película va, entre muchas cosas, sobre una infancia perdida.

Welles y el director de fotografía Gregg Toland (quien venía de trabajar con John Ford) componen esta escena con ese plano en profundidad de campo, permitiendo que todos los elementos de la puesta en escena estén en foco. La decisión, además de permitir al espectador escoger adónde mirar y “editando” él mismo la escena con su mirada, deja ver lo que hay al fondo, literal y metafóricamente: tiempo. Explica Deleuze en La imagen-tiempo que Ciudadano Kane no puede pertenecer al ámbito espacial aunque parezca más sensato situarla allí por el criterio físico evidente de disponer la puesta en escena y el movimiento de la cámara, sin embargo, Deleuze explica que cada instancia –la del primer plano, la del medio y la del general (pasado, presente y futuro) que se dan al mismo tiempo en ese solo plano– responde a un deseo de evocación temporal que atraviesa como conflicto toda la película. En Kane la profundidad de campo es hacer memoria.

Ciudadano Kane (EEUU, 1941). Dir. Orson Welles