Mónica Montañés | ©Lisbeth Salas

Por ANNIE VAN DER DYS

Nos encontramos en una terraza del madrileño barrio de Goya. El buen tiempo va y viene, pero aún se puede disfrutar de unas cañas y unos aperitivos. Mónica, pura luz y sonrisa, me ayuda a buscar una mesa donde conversar.

—Voy a empezar preguntándote sobre el premio del Banco del Libro.

—Te cuento que el hecho de que me otorgaran el premio fue una felicidad totalmente inesperada. Jamás me imaginé que me iba a ganar el Premio del Banco del Libro, que es una institución que uno respeta tantísimo. El hecho de que Los Distintos estuviera nominado para mí fue una alegría enorme. La verdad es que eran tantos y tan buenos los elegidos que yo me dije: no, imposible. Pero yo contenta con que estaba nominada. Y resultó que un día, cuando dieron el veredicto, me llamó Irene Savino, desde Barcelona: -¡Mónica, ganaste! Y yo, ¿qué? ¡No puede ser! Y yo todavía creyendo que era una mención. Como el de la Biblioteca de Nueva York, que quedó entre los veinte mejores. Y yo feliz. O como con Cuatro Gatos, que es una fundación extraordinaria. Y el libro quedó entre los primeros cuatro. Pero esto no: Los Distintos fue seleccionado por la gente del Banco del Libro como el mejor en su categoría, que es Libro Original. Bueno. ¿Qué te puedo decir? ¡Orgullosísima!

—¿Por qué crees tú que éste libro ha sido tan exitoso?

—Bueno, yo creo que es un libro muy cuidado. En todos sus aspectos. La edición fue extraordinaria. El libro es precioso. La portada es increíble. Las ilustraciones son maravillosas. Y con respecto a mi texto, no sé, creo que toca un tema que es importante hoy en día. No solamente para nosotros los venezolanos sino para ese grupo cada vez mayor que es el inmigrante. La inmigración es uno de los grandes problemas que enfrenta la humanidad en esta época. Y como es un libro para niños, que toca temas que supuestamente no deben estar dirigidos al público infantil, la guerra, la posguerra, la inmigración, la separación de las familias, pero es un tema que los niños sufren. Aunque no aparezca en los cuentos de hadas está ahí. El tocar esos temas es el pequeño aporte que yo quería dejar.

—Aunque no es un libro didáctico.

—¡Para nada! ¡Al contrario! Es la historia de estos dos niños y lo que les sucede es una aventura. Para ellos es una aventura, la guerra, la post guerra, la inmigración, están allí, pero están atrás. Es el fondo en el que transcurre la historia.

El valor del silencio

—Me llamó mucho la atención tú forma de contar. Me parece que hay más en lo que omitiste que en lo que dijiste.

—Los silencios. La verdad es que yo me tomé como un reto personal que fueran dos niños echando un cuento. Omitiendo todo lo que pudiera ser ganas mías, adultas, de explicar. Uno de los silencios más poderosos es el personaje de la madre. Lo que ella estaba pasando no está explicado. Uno lo intuye. El drama de esa mujer que está sola, es una perdedora del lado de los ganadores. Te hablo del drama de conseguir dinero para la comida de sus hijos. Y esa circunstancia no está explicada.

Una historia donde pierden los rojos

Los Distintos es una historia atípica. Puesto que se basa en un hecho real. Es la historia de la emigración de tu padre y su hermana. Que como tú dices se quedaron del lado de los que perdieron. Es de alguna forma una historia de fracaso o de fracasos. Porque hay varios fracasos allí. Y nosotros, como venezolanos estamos también del lado de los fracasados. O al menos de los perdedores. Pero en el caso de tu cuento los perdedores son los rojos.

—Sí. Para mí esa historia tiene además eso como atractivo. ¡Las vueltas que da la vida! Hace 70 años ocurrió esa historia aquí en España. Y no solo a esos niños sino a miles. Y ocurrió en toda Europa. Porque inmediatamente que terminó la Guerra Civil Española comenzó la II Guerra. Y miles de europeos emigraron. No solo a nuestro país. Sino a nuestro continente. Y quizás para algunos de los lectores del libro, niños venezolanos, ecuatorianos, latinoamericanos, sea impensable saber que hubo una vez en que los europeos emigraron hacia nuestro continente. Ahora hay miles de latinoamericanos tratando de llegar al primer mundo y hace solo 70 años, que no es nada en historia, pasó al revés.

—¿Y en cuanto a la forma de tratar estos temas, tuviste asesoramiento de Ekaré?

—Después que lo escribí, sí. Por suerte tuve a Mercedes Palomar, porque la primera editora fue Pancha Mayobre, que fue quien me pidió el texto y lo aprobó. Pero después pusieron a Mercedes, que fue maravilloso porque es una española. Porque uno cree que lo que nos diferencia es el acento. Pero no. Más allá de eso es la manera de hablar. Los tiempos del verbo son otros, hay una terminología distinta que era importante usar. Porque los niños que cuentan la historia son españoles. Y además españoles de los años 40. Por eso también fue tan importante que la ilustradora fuera española: ella hizo una investigación con sus propios abuelos, quienes también vivieron la guerra. Hizo un trabajo extraordinario. De buscar en áticos de casas para encontrar los objetos que podían estar en las habitaciones de esos niños. Las ilustraciones son como fotogramas de una película.

—En este libro hay un hilo narrativo muy fino, muy delicado. Y muy efectivo. Nada sobra, nada falta. Para mí no hay diferencia entre leer Los Distintos y leer cualquier libro para adultos. En términos de calidad y de emoción. Es un libro que causa mucho placer. Habla de una Venezuela que vivieron mis padres. Un país de placeres sencillos.

—Claro, porque es la Venezuela a la que los niños llegan. La Venezuela de los años 40. Llegan a un país amable. Generoso. Que recibió tanta gente, que significó una nueva oportunidad para muchos. Un nuevo comienzo. En contraste con la situación actual en donde los venezolanos que han emigrado, especialmente a países latinoamericanos, hermanos entre comillas, el recibimiento ha sido muy distinto. Muy duro.

La literatura venezolana y el exilio

—Y este gran movimiento de venezolanos al exterior ha generado también una importante literatura. ¿Te sientes parte de él?

—A mí me parece normal. Natural que haya una literatura del exilio. Hay una literatura importante argentina del exilio, de los chilenos. A mí me parece natural que escribamos sobre lo que nos pasa. Porque, además, siempre se ha dicho, y es lógico, que hay que tomar una cierta distancia con lo que vas a contar. Y también me parece que el venezolano escritor en el exterior se enfrenta a la tesitura de cómo contar. ¿Usa su idioma? ¿O se generaliza, se adapta, usa el español de España o uno neutro? Yo participé en una discusión en la FIL por Zoom muy interesante sobre eso. Mi opinión es que un escritor tiene que adaptarse y hacer esas concesiones. Porque la necesidad del escritor exilado es publicar.

—Hay escritores que opinan sobre Venezuela y su problemática y eso no le interesa a nadie.

—No, yo no estoy de acuerdo. Creo que uno debe escribir sobre lo que siente la necesidad de escribir. Ya bastante concesión hace uno en la vida, en cómo se gana la vida, porque son poquísimos los escritores que viven de escribir. Y la escritura es una necesidad. Es que escribes o te mueres, o te vuelves loco. La escritura es una necesidad.

—¿Qué hay de ti como madre sola, exilada, que se pueda parecer a la madre sola de Los Distintos?

—Entendí que me quedaba en el 2018. Llegué en 2017 pero entendí que me quedaba en el 18. Porque eso toma un tiempo. Y cuando supe que ya no había vuelta atrás, una de las cosas que impidió que me sentara a llorar en una acera fue esa historia. La historia de la madre es mi abuela Amparo. Porque me puse a pensar que la historia se repetía 70 años después. Con la diferencia de las épocas: ella con un baúl, yo con una maleta, ella con dos niños y una madre, yo con dos niños y una madre. Entonces pensé si ella salió adelante yo también voy a poder hacerlo. Ella si tenía un marido esperándola. Yo no. A mí no me estaba esperando nadie. Aunque fue mi abuela la que sacó adelante la familia, porque a mi abuelo solo le interesaba la política.

Y si hablamos de emigración, hablamos de ausencias

—Las ilustraciones de Los Distintos no son un complemento sino un discurso en sí mismo, donde tampoco todo está dicho.

—Es que los niños no saben lo que va a pasar porque antes había esa costumbre de no explicarles nada. Y aún hoy. Mucha gente me dice que entiende que sí  hay que sentarse, que hay que hablar. ¿Por qué nos vamos? ¿A dónde? El niño está perdido y nadie le explica qué pasa.

—Es una historia que quizás podamos definir como agridulce. Tiene un final feliz, sí, pero con la felicidad simple y efímera de los niños.  Comen pan con mantequilla, toman refresco. Pero, ¿y? Es una felicidad que, digamos, en un mundo que no hubiera estado en guerra debía ser normal. Tomas refresco, comes pan. En miles de lugares del mundo eso no tiene nada de espectacular. Pero para ellos lo tiene. Es una promesa de futuro, es una promesa de felicidad. ¿Cómo fue el proceso de escritura de Los Distintos?

—Fue mágico.

—¿Fue fácil? ¿Rápido? ¿Lento?

—Diría que fue lento porque yo había empezado a escribir unos textos sobre este personaje que fue mi abuelo. Que tenía un lado histórico del que yo nunca le pregunté nada en vida. Y entonces había empezado a hacer esta investigación con mi papá y mi tía sobre mi abuelo. Un tema que no habíamos tocado nunca. O sea que digamos que yo ya tenía parte del trabajo adelantado cuando Pancha me pidió que escribiera algo sobre mi tía. Y cuando ella me lo pidió ya yo había recogido estas historias de mi tía niña pero también de mi papá niño. Y lo que más me fascinaba de sus historias es que eran distintísimas. Porque mi papá y mi tía eran muy distintos. Tanto que sus cuentos a veces eran opuestos. Los recuerdos de mi papá sobre su padre eran muy distintos de los de mi tía. Para empezar porque él se acordaba de su papá en España y mi tía no. Para ella la primera vez que vio a su papá fue en Venezuela, porque no tenía recuerdos de él antes. Entonces cuando yo me senté a escribir la historia de mi tía por requerimientos de Pancha no pude. Tengo que contar la historia de ambos y que se complementen o se discutan entre sí las historias. Cuando me senté a escribirlo yo me hice una suerte de guioncito sobre cómo ir intercalándolas y la verdad es que fue rápido. Yo creo que estuve un mes haciéndolo. No porque yo fuera maravillosa escribiendo sino porque ya tenía la tarea hecha.

—¿Cuáles son los nuevos proyectos después del éxito de Los Distintos?

—Tengo una investigación hecha, mucho escrito. Lo que falta es ver quién lo publica. Pero en eso andamos.


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