Por SONIA GONZÁLEZ
Tomo la foto
para la tarjeta de identidad
de mi residencia temporal
Han sido meses
de papeleos interminables
hasta que hoy
ahora
tomo la foto
Me dicen que ponga el cabello
detrás de las orejas
la frente despejada
me quite los aretes
me coloque de frente y de perfil
la chica dice: uno – dos – tres
y tomo la foto
tomo la foto
tomo la foto
Todo en la vida ocurre por repetición
Se repite el momento en el que partí
tan joven
y ahora trajinada por estos vaivenes
me encuentro con hijos que asistir
aprendiendo las calles y sus usos
los nombres y sus gentes
las plazas
los puertos
las piedras
He soñado
con el no país
Hay una mudez interior
que me impide regresar a mis recuerdos
Me vuelvo mínima
Aprendo solo de lo necesario
Tener
un verbo en desuso
—-
El perro ajeno llega servilmente a lamerme
con ojos impacientes y perlados
me espera en la puerta
a mí
una desconocida
Acostado y sin ruidos
pasa la noche atento
a no se sabe qué
Cuando salgo me recibe
alegre
sumiso
impaciente por estar en cualquier cosa que haga
fuera de casa
camino por los senderos que él conoce
palmo a palmo
y me guía con distracciones
como irse a bañar al charco
Parece como si esa costumbre
de lamer las puntas de los dedos
fuera para otro
Ese perro tiene un nombre
y yo juego
con él
sin importarle quién
fue
ni quién soy
—
El poder de la tierra
aquí brota en todo su esplendor
como en una película de aventuras
las aves haciendo sus sonidos maravillosos
la lluvia
sin pausa
los insectos entrando en la habitación
y esta casa
que parece desafiar
el destino perecedero de las cosas
se sostiene
únicamente
porque un hombre pequeño brega por ella
brega por ella
Mientras tanto
el ruido de un extraño animal
que se encuentra atrapado al fondo de una tubería
me hace pensar
en las razas extintas
Si la muerte
fuera solo algo súbito
este animal
que no se puede salvar
esta casa
que durará cuántos años
este lugar
que tal vez se hunda cuando suban las aguas
por el deshielo
si fuera solo desaparecer
si fuera
—
Nos vamos a hacer viejos en países escandinavos
o países simplemente
que nunca estuvieron en la memoria
El café de la esquina
nunca será el café de la esquina
sino ese café que nos recuerda algo
vagamente algo
la calle de la infancia
transformada en miles de fragmentos
envuelta en la porosidad del cemento
prístina en la mota de polvo
que se desvanece con el viento
Eso somos
ancianos con frío de domingo
Brindamos con copas de algún vino ajeno
sin más historias que la piel
con hijos que son de otros
con historias que se vuelven trajes
y tantos amigos dispersos
en un planeta falsamente conectado
Ya no sé qué es el recuerdo
Cómo se volvería a una infancia
sin la posibilidad de volver