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Zapatero y Sánchez, de la mano en Venezuela

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Uno de los momentos gloriosos de esta semana ha salido, una vez más, de las hemerotecas. Ha sido la crítica que hizo Sánchez en su día al nombramiento por Rodríguez Zapatero de Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador del Banco de España. Pero ya sabemos, a Sánchez le gusta cambiar mucho de opinión y primero no quiere taza, pero después quiere taza y media. Le pareció mal que Zapatero nombrara gobernador a un secretario de Estado, pero él ha nombrado a un ministro que en un acto muy inadecuado ha prometido su cargo en el mismo salón del Palacio de la Zarzuela y consecutivamente con la promesa como ministro de su sucesor Óscar López. La autonomía del Banco de España todavía más evidenciada.

La denuncia por 31 expresidentes de repúblicas americanas y del Gobierno español contra Nicolás Maduro y Diosdado Cabello pone aún más en evidencia la inasumible posición que mantiene el Gobierno español en el conflicto de aquel país. Como anticipó El Debate al dar en primicia la noticia de la demanda. El expresidente Rodríguez Zapatero es el único de los expresidentes que no ha firmado la denuncia que sí han suscrito presidentes de todas las ideologías agrupados en la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA). He oído alguna voz sosteniendo que Zapatero no ha firmado porque no es miembro de IDEA. Es cierto que no lo es, pero eso sólo demuestra que José Luis Rodríguez Zapatero no quiere defender la democracia. Y, siendo así, tiene bastante coherencia al no integrarse en IDEA, donde hay expresidentes de todas las ideologías con ese único objetivo: promover la democracia.

Poco queda de aquellos días en que Sánchez criticaba a Zapatero. Mientras la opinión pública mundial se preguntaba por la valoración que hacía el observador electoral Rodríguez Zapatero de los resultados, éste estaba felizmente de vacaciones en Lanzarote, de charla con el presidente Sánchez y con el presidente de la Generalidad, Salvador Illa, siempre con su inequívoco aspecto de director de pompas fúnebres. La gran cuestión hasta hoy era saber de qué convenció Sánchez a Zapatero en Lanzarote respecto a Venezuela para que Napoleonchu saliera a convencernos de que la diplomacia española está jugando un gran papel. Ahora ya lo sabemos: España no iba a reconocer al ganador de las elecciones e iba a ayudar a sacar de allí al legítimo vencedor. Reconocimiento, por cierto que hasta la Administración Biden ha hecho. Y que a estas alturas no hubiera ocurrido si el equipo de Kamala Harris no estuviera completamente de acuerdo con esa decisión.

Ha llamado la atención también cómo el alto comisionado Josep Borrell -y predecesor de Napoleonchu en Exteriores- ha estado mucho más duro con el régimen de Maduro que España. A pesar de lo cual el ministro pretende convencernos de que España está liderando la política europea en esta materia. Y dos huevos duros.

En el Comité Federal del PSOE de este sábado, cuarenta días después de las elecciones, Sánchez al fin tuvo algo que decir. Proclamó: «Edmundo González, un héroe a quien España no va a abandonar». Desde el momento en que lo escuché tuve claro que España iba a sacar a Edmundo González Urrutia. Lo que íbamos a hacer es lo que se ha visto. Salvarle la vida y quitar un problema a Maduro. Y a la voluntad de los venezolanos pueden ir dándole por retambufa.

Ahora que Sánchez está tan interesado en dedicarse a la política exterior en lugar de la doméstica y antes de salir para China, podía haber dicho algo sobre Venezuela. Pero no. Empiezo a preguntarme si no busca él acabar teniendo una salida como la que ha conseguido Rodríguez Zapatero en Venezuela. No parece que le vaya mal.

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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