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Ya no nos respetan ni los loros

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Si digo que por las piedras / circula una voz de seda, / quiero decir que en el río / me bebo la luna llena” (Nicanor Parra)

Suena como un chiste, pero el titular de la noticia es claro: “Cinco loros de un zoo de Reino Unido aislados porque insultaban a los turistas” (20minutos, 29.9.20). Uno ya puede esperarse cualquier cosa de este año. Antes de finalizar el mes de septiembre de 2020, un parque de animales salvajes de Inglaterra -los loros ahora resultan más salvajes que nunca-, concretamente el Lincolnshire Wildlife Park, advierte que un grupo de loros adquiridos en el continente africano llama la atención de los visitantes. El motivo no es otro que su lenguaje (el lenguaje de los loros). Estos emplean expresiones malsonantes y obscenas. Alguien observa que los insultos se concentran en un turista. No obstante, no se detienen en un solo objetivo. Este grupo se dirige a todo aquel que se cruce por delante de su territorio.

Como explica Ashley Franklin en su artículo “Swearing parrots removed from public view at popular Lincolnshire attraction” (Lincolnshirelive.co.uk, 28.09.2020), los loros después de haber pasado un periodo obligado de cuarentena, hicieron gracia al personal del zoo que no pudo reprimir la risa provocada por el lenguaje inapropiado de los pájaros grises africanos. Y así lo deja claro en el titular: “Los malhablados animales tuvieron que ser retirados de la vista del público”. Según parece, (y esto no lo digo yo, lo dice Steve Nichols,[1] CEO del zoo de Lincolnshire) la actitud receptiva de los trabajadores de la reserva animal animaba a los loritos a aumentar la frecuencia de sus intervenciones.

La reacción de los responsables del zoológico era previsible y acertada. No podían permitir que los bichitos siguieran en este plan. El fin de semana se acercaba y con él la visita mayoritaria de niños. En cuanto a los pájaros habladores no sabemos si les dejarán comunicarse entre ellos o si les proporcionarán la ayuda de un logopeda para corregir su lenguaje. El caso es que uno ya no sabe si los animales se parecen cada vez más a nosotros o si somos nosotros quienes nos parecemos más a ellos

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[1] “Hearing the foul language, staff around the park couldn’t help but crack and smile, which the park’s chief executive officer Steve Nichols said only encouraged the birds even more” (Ashley Franklin, Lincolnshirelive.co.uk, 28.09.2020)

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