Vitrina Venezuela: Focalizar / especializar para resultados concretos en lo social

Con niveles de pobreza de 85% y una recesión acumulada que supera el 80%, desde 2014, existe una clara oportunidad de “salir juntos de la crisis”. Si bien la reconversión de la mano de obra no calificada hacia la calificada, y de la falta de orientación hacia el trabajo (de cualquier tipo), no es ni rápido ni sencillo, hay que trabajar con un enfoque “bottom up” identificando las potencialidades y generando centros de formación obligatorios.

Lo anterior a cambio de recibir las ayudas económicas, las cuales pasarían de ser subsidios, a ser retribuciones; a cambio de prestaciones que, al principio, serán en tiempo dedicado al aprendizaje y, posteriormente, al trabajo en el que se lo vaya a asignar.

Este tema es de extremada importancia, por lo que no puede estar afuera de ningún plan de desarrollo de salida. La reconstrucción presenta la oportunidad de elegir la tecnología y las metodologías que mantengan la intensidad factorial en equilibrio, entre capital, tecnología y mano de obra.

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Con la excepción de aquellas industrias, como la eléctrica, en las cuales el estado del arte no permita una alta participación del factor trabajo, debería privilegiarse aquellas donde el uso del recurso humano sea más alto. No es aceptable vivir en un país con burbujas de riqueza y tecnología, rodeado por anillos de pobreza y miseria.

Al tratarse de seres humanos, la autoestima, el optimismo, el entusiasmo y la orientación al logro, son emociones y sentimientos que deben ser estimulados, no solo con campañas especializadas en gerencia del cambio, sino también con realidades que promuevan el trabajo, el desarrollo personal, la sana competencia y las ganas de crecer y ganar más dinero.

La estrategia inmediata para administrar el tema social, consistirá entonces en acompañar a la población en situación de vulnerabilidad a lo largo del camino hasta que puedan valerse por sí mismos.

Con los enfoques tradicionales será muy difícil de lograr, por lo que habrá que desarrollar esquemas creativos, los cuales, si bien estarán financiados por el Estado, deberían ser ejecutados por ODS (organizaciones de desarrollo social), que puedan articular las políticas públicas con las estrategias de RSE (Responsabilidad Social Empresarial) de las empresas.

E incorporar a las iglesias, asumiendo el ciclo de vida completo, desde que se asume la responsabilidad del acompañamiento, hasta que se logra posicionar a la persona o familia en un ambiente laboral, a través del cual pueda valerse por sí mismo.

Se trata de la articulación de miles de ODS, con metodología, certificaciones, métricas y auditorias internacionales, a las cuales se les pueda asignar miles de familias. El rol del Estado, además del financiero, y de proveer las condiciones de organización y tecnología, será el de asegurarse la satisfacción del beneficiario final, que en este caso son personas o familias.

Mientras ocurre lo que explicamos en los párrafos anteriores, se irán desarrollando las instituciones y políticas públicas para asegurarse que nunca más va haber un manejo clientelar de la pobreza, ni el chantaje de comida por votos.

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