OPINIÓN

¿Una herramienta de control social?

por Carlos E. Aguilera Carlos E. Aguilera

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La apresurada notificación del adelanto desde el 1° de octubre de la festividad navideña, que una vez más anticipó Nicolás Maduro, generó diversas conjeturas en medios políticos y sociales, que para muchos se trata de una herramienta de control social.

Maduro explicó que con este adelanto de la Navidad busca fomentar un ambiente de paz y unidad entre los venezolanos. Sin embargo, muchos críticos ven en esta medida una maniobra política, es decir, una herramienta de control social para distraer a la población de los problemas más apremiantes, como la crisis económica y los problemas de gobernabilidad. Amén de que el país sigue enfrentando apagones frecuentes, escasez de productos básicos y una inflación galopante, que ha erosionado el poder adquisitivo de los venezolanos.

Una herramienta de control social es un conjunto de normas, regulaciones o mecanismos de diferente tipo que son establecidos explícita o implícitamente por el Estado, para mantener el orden en una sociedad preocupada por las circunstancias que afectan el desarrollo de sus actividades, y en consecuencia su propia calidad de vida.

El uso del término control social lo utilizó  el sociólogo norteamericano Edward Alsworth Ross, en el siglo XIX, para referirse a las estrategias de administración del statu quo social como un instrumento de dominación legitimado por la mayoría social.

Posteriormente, otros autores como el argentino Roberto Bergalli, el español Muñoz Conde y el mexicano Luis Recaséns empezaron a interesarse por la relación entre el sistema penal estatal y las formas de control social de determinadas sociedades.

Desde el punto de vista de Recaséns, el control social designa no solo al conjunto de normas colectivas que mantienen la conducta social establecida, sino que incluye también a las autoridades y los poderes sociales que regulan la conducta humana. Leyes, usos y costumbres ejercen una importante presión sobre los individuos a la hora de forjar su conducta social.

En el caso venezolano, a pesar de la creciente presión interna y externa, Maduro sigue utilizando la Navidad como una herramienta de control social, intentando de esta manera brindar un respiro de optimismo, a una población que enfrenta constantemente severos problemas sociales y económicos.

El anticipo navideño mereció el desprecio popular, por cuanto el régimen trató de echar al olvido el fraude electoral del 28 de julio, cuyo ganador fue el embajador Edmundo González Urrutia, hoy por hoy reconocido por la ONU, la OEA, la Unión Europea, varios países latinoamericanos y el Centro Carter, que puso sobre la mesa las actas originales del CNE, con su correspondiente código URL inexpugnable y difícil de copiar.

¡A llorar p’al valle Maduro y sus séquitos gubernamentales, PSUV y adláteres políticos tarifados, denominados los alacranes! Se acabó el festín populista y demagógico, con el que por un cuarto de siglo hicieron alarde con el socialismo marxista y mal llamado bolivariano.

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