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Un país arruinado… ¿por amor? O el triunfo temporal del mal

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El gran drama de lo que estamos padeciendo está en la disociación que acompañó a Hugo Chavez y que lamentablemente también a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello, Elías Jaua, Bernal, Varela , los hermanos Rodríguez y otros cuantos que en verdad se creen que son revolucionarios.

Con esa creencia destruyeron todo un país convencidos de que lo estaban haciendo bien, peor aún, de que la motivación profunda era el amor. El mismo amor que llevó a Caín a asesinar a su hermano Abel o a Brutus a apuñalar hasta dar muerte a su padre Julio César. Es el complejo de Edipo en su máxima expresión, la fuerza de Eros y Tanos.

Esta confusión de la realidad es lo que los hace pensar que han construido una ejemplar democracia. Todo un espejismo que los hace ver un oasis donde hay un desierto, amor donde hay odio, democracia donde existe dictadura. Eso ha dificultado poder negociar, concertar, convenir, acordarse en función del desarrollo del país. Tan fácil que hubiera sido si no existieran esos problemas psicológicos.

Con que se dieran cuenta, por ejemplo, de que están violando la Constitución Nacional, que ni es civilizado, actualizado ni moderno colocar partidarios militantes y comprometidos con el régimen en cargos tan claves para la paz y la justicia como la Fiscalía General, el CNE, el TSJ o la Contraloría, que no es correcto ni políticamente viable que la justicia sea manejada por incapaces e ignorantes.

Tan fácil que hubiera sido si entendieran que en elecciones se gana y se pierde y que cuando ocurre esto último, lo inteligente es aceptar el triunfo del otro, pero no han desarrollado tan fuertemente esos complejos psicológicos que no existe posibilidad de que abandonen el poder sino a través de la violencia, que promueven, ejecutan y planifican como si de una batalla épica se tratara. Es una calamidad nacional, latinoamericana y mundial que amenaza con un fatal desenlace.

Un acto de irresponsabilidad, de negación de la verdad y por sobre todo una especie de autoflagelación política, histórica e ideológica cuyas consecuencias sentiremos por un largo tiempo, pero que servirán para que esta tragedia sea la única de este tipo en toda la historia de la República de Venezuela.

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