OPINIÓN

«Traidor»

por Juan Barreto Juan Barreto

Ilustración: redaccionmayo.com

Cuando se califica a alguien de “traidor”, se le cosifica. Se le transforma en una cosa que no es cualquier cosa. Se trata de una cosa clasificada como “lo otro antagónico”, cosa amenazante y despreciable que produce rechazo y repulsión, ante la que no es posible ningún tipo de empatía, compromiso moral, mediación o compasión. Es una “cosa” que debe ser reducida y castigada y llegado el caso, aniquilada.

La cosa no tiene derechos y no se le debe permitir “decir”… La lógica de las limpiezas étnicas y los exterminios. Los ghettos y campos de concentración comienzan con una operación simbólica. Los procesos de resignificación operan desde el lenguaje creando realidades mentales. El lenguaje crea la subjetividad que modela y gobierna las emociones y las conductas de ahí derivadas.

No hay discursos inocentes. El significado llena al significante y organiza la acción. Para el discurso autoritario todos estamos en peligro y somos sospechosos potenciales. Todo el mundo debe hacer acto de fe de manera permanente. Perseguir a “la cosa” para que no contamine es la prueba de fe. Es un acto de construcción de un cerco profiláctico para evitar la contaminación social.

Negro, judío, palestino, chavista, escuálido… son significantes que el discurso llena de significado. Cuando la codificación se lleva a cabo de lado y lado en un ambiente polarizado de alta crispación, puede ocurrir cualquier tragedia. Hay que revisar “lo que hablar quiere decir”.


Originalmente publicado en la cuenta de X @juanbarretoc