El medio independiente cubano 14 y medio, que dirige Yoanni Sánchez, publicó un video con una encuesta de calle en la que consultó sobre que esperaban los cubanos para este año 2025.
La primera respuesta es de un hombre, con el torso desnudo, en el balcón de su vivienda, al fondo se ve una pequeña ladera con una casucha entre la vegetación. “Lo que espero es hambre y miseria”, dice. Una mujer mayor continúa el relato: “No hay medicinas, nos estamos muriendo de hambre y necesidad -y se le quiebra la voz- no hay na…”. Otro hombre, con las gafas colgadas del cuello de la camisa, una chaquetica, expresa como una letanía: “El final del 2024 lo veo muy mal, muy mal, mal, mal, mal…no hay alimentación, al trabajador de a pie se le complica la jugada, se le complica todo”.
Otro hombre más joven, con una franela con los hombros descubiertos, prosigue en la misma línea de pesadumbre y desesperanza: “Seguimos con los apagones, con la escasez de alimentos, con todo tipo de necesidad, el 2025 pensamos que será un año mucho peor”. Uno más: “Lo que espero es que esto jamás cambiará”. Vuelve, en otra parte del video, el hombre de las gafas y cuenta que lo único que va a subir en la isla es la violencia y el descontento nacional. “Eso sí va a subir”, remata. Un anciano recostado contra una pared: “No espero nada bueno, veo cada día más necesidad, no hay desarrollo en nada, todo es mentira, falsas promesas, para el pueblo en realidad no hay nada bueno”.
Un artículo de The New York Times, a escasos días del final de 2024, afirma que Cuba sufre la peor crisis desde que Fidel Castro tomó el poder hace 66 años, incluso superior a la de la década de los noventa del siglo pasado cuando se produjo la disolución de la Unión Soviética, que era el salvavidas de la “revolución castrista”. Una mujer, propietaria de una tienda de ropa en La Habana Vieja, asienta: “Sales a la calle y la sonrisa del cubano se va desdibujando”.
El texto del diario estadounidense registra que la isla ha padecido 3 apagones nacionales desde octubre pasado, las cifras oficiales evidencian que la población se ha reducido en 1 millón de personas desde la pandemia, más de 675.000 de esos cubanos se fueron a Estados Unidos, está en alza la tasa de mortalidad infantil y también la desnutrición entre la población menor porque las raciones de alimentos básicos, como arroz y frijoles, llegan tarde a las tiendas estatales, si es que llegan.
El artículo recuerda que diez años atrás, cuando se produjo el principio de un deshielo en las relaciones con Estados Unidos, se vivió un breve período de esperanza, a pesar de que el propio Fidel Castro criticó la apertura. En opinión de Ricardo Zúniga, citado por NYT, uno de los principales asesores de Barack Obama en las negociaciones para el acercamiento a Cuba, es que Castro sabía que un mayor acceso a Internet y a las libertades económicas llevaría a más personas a cuestionar la falta de derechos básicos. “La dirección del gobierno cubano nunca aprovechó las oportunidades para permitir un cambio gradual en respuesta a la voluntad popular”.
La voluntad popular, sin embargo, se expresó como protesta en 2021, respondida con una ola represiva que llevó a centenares de cubanos a las cárceles. Una respuesta que también los venezolanos conocemos y padecemos. Una maquilladora cubana, también citada en el artículo comentado, resume la realidad de la isla antillana. “Vamos a estar claros: Cuba siempre ha estado mal, pero ahora la situación no es que haya menos, ahora es que no hay nada”.
Son las penosas consecuencias de un sistema, calcado en Venezuela, que extinguió la libertad, nunca permitió un respiro democrático y condenó a su propia gente al exilio y la miseria. Vencer esa terrible opresión sigue siendo una aspiración del pueblo cubano, unido al nuestro por tantas cosas, pero sobre todo en ese afán de recuperar la vida y la dignidad, la alegría y la sonrisa permanente. Sobre la desesperanza, resplandecerá la verdad.
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