Si bien es cierto que la política está compuesta por el discurso pueril y lleno de bazofia pensativa de quienes lo expresan ante determinados escenarios o circunstancias, tampoco puede ser obviado que debería existir en sus emisores un mínimo de equilibrio, que cuando menos evite las barbaridades y que la contaminación de palabras termine en el averno de sus propias historias.
Por ello, cuando Nicolás Maduro dice que los ex líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia “Iván Márquez y Jesús Santrich son bienvenidos a Venezuela cuando quieran venir”¹, pero que además tales guerrilleros son “líderes de paz”, y también semejantes declaraciones son reforzadas horas después por Diosdado Cabello, en el sentido de que los mencionados disidentes de las FARC —luego de que firmaron un tratado de paz que incumplieron en Colombia— efectivamente siempre tendrán la “bienvenida” en nuestro país.
Poco importa a Maduro y a Cabello que Rodrigo Londoño, quien era conocido con el apodo de Timochenko y reconocido como el último comandante de las FARC —y médico cardiólogo— diga en clara alusión a Márquez y a Santrich: “Del grupo de desertores quienes son y quienes fueron en las FARC. No fueron lo mejor. Lo mejor de las FARC está en el proceso, asumiendo las tareas, escogiendo la vida y hasta muriendo”², o que, además, el ahora miembro del Congreso en el país neogranadino y figura política condene las acciones de los mencionados desertores como parte de acciones inútiles, que hasta nuevamente les hace un llamado para reincorporarse a la vida política porque está convencido de que con la guerra no se llega a ninguna parte.
Y en ese contexto resultan hipócritas las declaraciones de Diosdado Cabello y del mal llamado “defensor” del pueblo, quienes callan hipócritamente ante la masacre de siete venezolanos en San Félix, estado Bolívar, en una parada de autobús, y vienen a “condenar” la muerte de seis supuestos “líderes” sociales en la zona del llano venezolano. Lo irónico de las declaraciones de Cabello es que acusa a “paramilitares colombianos” de ser los responsables de la muerte de esas personas³.
Ahora bien, si lo anterior es cierto, bastará preguntarnos: ¿será que Cabello y el “defensor del pueblo” no han visto cuando grupos paramilitares afectos al régimen o, mejor dicho, colectivos armados, pueden verse en infelices videos disparando con impunidad en Altagracia de Orituco, estado Guárico, estado cercano adonde habría ocurrido la muerte de los seis lideres sociales?⁴ O sea, que para tales grupos no existe Fuerza Armada ni policial que los detenga porque suponemos que estos son “paramilitares buenos”, y menos Tribunal Supremo de Justicia, “Fiscalía” o “Defensoría” que los investigue en favor de los ciudadanos”. De hecho, es tal el nivel de inmoralidad que supongo que los morrales que usan tales delincuentes con plena identificación del Ministerio de Educación son donde les entregan las pistolas y armas. Hay que aclarar que parte de estos criminales son los que integran las mal llamadas Fuerzas de Acciones Especiales en distintas regiones del país, y esa es la razón por la cual aparecen con capuchas y máscaras al hacer los «operativos» de asesinatos en las zonas pobres y más alejadas del país, o en contra de la disidencia opositora. ¿Quieren pruebas? Son ellos quienes deben quitarse las capuchas cuando ejecutan tales “acciones” para que nos demuestren lo contrario. ¡Desgraciados!
De una manera muy particular pienso que Márquez y Santrich están en Venezuela y que se encuentran protegidos por la disidencia del denominado Ejército de Liberación Nacional que está en casi toda la nación con máxima criminalidad de un Estado que ha vulnerado la Constitución y las leyes, convirtiendo, así, a nuestro sistema jurídico en el papel higiénico que utilizan cada vez que usan el sanitario.
En lo personal, tampoco tengo dudas de que si Osama bin Laden viviera, también sería bienvenido y protegido por Maduro y Cabello.
³ https://www.aporrea.org/ddhh/n345104.html
⁴ https://twitter.com/jvivassantana/status/1156245959418032128
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