OPINIÓN

Recuerdos de un amigo

por Ricardo Combellas Ricardo Combellas

A Guillermo Yepes Boscán. In memoriam.

“Nada es tan grato para el alma como una amistad fiel y apacible. Qué bueno cuando hay corazones bien dispuestos, a los que se puede entregar con confianza todo secreto, cuya conciencia teme uno menos que la propia, cuya conversación mitiga las preocupaciones, cuya opinión facilita las decisiones, cuya alegría disipa la tristeza, cuya sola presencia es placentera”.

Séneca, La tranquilidad del alma.

Abrigo el grave defecto de no perseverar en la amistad, ese hermoso sentimiento humano que ayuda a aliviar nuestro tránsito vital. Soy de pocos amigos, unos desaparecen, otros regresan para bien de nuestra tranquilidad. Afortunadamente hay amigos que nunca se van,  así hayan abandonado este mundo;  realmente no están muertos pues renacen sus almas en el eterno y verdadero mundo de la espiritualidad. Es el caso de mi siempre recordado amigo Guillermo Yepes Boscán.

Algo mayor que yo, Guillermo pertenece a la brillante generación de jóvenes que insurgieron en el nacimiento de la democracia el año 1958. Desde joven se incorporó al combate político dentro del movimiento  universitario socialcristiano, sin descuidar en absoluto su creativa formación universitaria donde desde temprano destacó como un humanista integral.  Nacido en Caracas pero zuliano hasta los tuétanos, supo congeniar exitosamente una exigente trayectoria política con estudios e investigaciones literarias, particularmente en nuestra poesía, a lo que se unió lo que yo denominaría su aspecto más doloroso y existencial, su crítica fuerte y apasionada al rumbo autoritario que para  desgracia ahogó a la nación en la época más oscura de nuestra historia republicana.

Guillermo Yepes  fue un hombre de sólida formación cristiana, un practicante de los valores socialcristianos que inspiraron sin descanso y con angustia su quehacer como  político combatiente, donde la ética es  un valor superior que orienta  los también valores primarios de la democracia, como lo son  la libertad, la justicia social, la solidaridad.

Estuvo consciente Guillermo de la preocupación por el exceso de pragmatismo en que habían caído los partidos venezolanos, entre ellos su partido  Copei,  al que siempre dedicó sus afanes, en el esfuerzo por enaltecer y jerarquizar para bien, como lo había sido desde sus orígenes,  las ideas socialcristianas, renovadas para atender los retos del porvenir. Lamentablemente poco logró,  pues el avasallamiento pragmático terminó siendo indetenible, invadiendo sin consideración a Copei, al igual que al resto de los partidos, fundamentalmente Acción Democrática, pues ambos constituyeron la columna vertebral, con sus aciertos y errores, de la experiencia democrática iniciada  el año 1958.

Yo definiría a Yepes Boscán como un intelectual con vocación de realización práctica, donde las ideas , nutridas de los valores en los cuales fervientemente creía,  deberían orientar la acción política. Quería extirpar lo que alguna vez en ríspidas palabras Rómulo Betancourt llamó las verrugas de nuestra democracia , de lo cual debería surgir un sistema político más abierto y participativo, guiado  por la solidaridad y la justicia social,  en lo cual tanto empeño puso.  No lo logró, y los documentos del Congreso Ideológico de Copei el año 1986 que apasionadamente  promovió, terminaron  en una obra inconclusa  que desde la mirada de hoy mantienen buena parte de vigencia.

Nuestra amistad fue profunda, independientemente  del  tiempo y la distancia que a veces nos separaba.  Su amistad fue invariable pese a las inevitables ausencias. Su sola presencia, como diría Séneca, para ambos era placentera, así conversáramos de poesía, en lo cual lo consideraba mi maestro, como de política y su Venezuela,  muchas veces con dolor y hasta con semblante  colérico.

Decía Camus que el amigo es el que regresa cuando todos se han ido. Mi amistad con Guillermo Yepes Boscán nunca se ha ido;  permanece en el recuerdo, no existe allí la palabra olvido.