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¿Qué pasará con la educación venezolana?

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Por equipo editorial 
Ante una Venezuela inmersa en una interminable crisis política y económica, la cual deriva en una situación de profunda anomia, y cuyo epicentro se encuentra en la educación, al ser esta área las más destruida por parte del régimen madurista, máxime con un gobierno que al no poder demostrar los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio, ha quedado como un usurpador de funciones, lo cual agrava más la situación social.
En tal sentido, una educación que se encuentra en estado de postración donde no existe minina inversión para la recuperación de la infraestructura educativa, menos habrá dinero para la ciencia e investigación, y por supuesto, tampoco para la dotación neotecnológica, la cual debería ser prioridad para cualquier gobierno que se precie en servir a las mayorías.
En la misma medida, el madurismo tiene en secreto el presupuesto anual de la educación, el cual apenas representa, en el mejor de los casos, 10% de lo que era invertido en 2012, lo cual aunado con la inflación acumulada en más de una década, coloca apenas en 3% o 4% en términos reales, el monto que para este 2025 destina el madurismo sobre lo que era presupuestado antes de que Nicolás Maduro llegara al poder.
El madurismo de la mano de Héctor Rodríguez y de quien fue su antecesora, Yelitze Santaella, han desmantelado por completo la educación y la carrera docente en el último lustro, lo cual ha derivado en una espantosa deserción escolar y abandono de la profesión pedagógica, tanto de los planteles como de las facultades de estudios universitarios, lo que al final solo ha terminado por acrecentar la crisis social, y peor, el tener educación en cualquier nivel ya no es sinónimo de ascenso social, sino por el contrario. Si existe un país donde la formación académica ha sido despreciada ha sido Venezuela con el madurismo, al punto de que el salario mínimo de 2 dólares al mes resulta el mismo para un trabajador de funciones modestas que para quien se encuentre en lo más alto de una clasificación laboral.
Ante esta realidad, Héctor Rodríguez se ha convertido en el principal enemigo y obstáculo de la educación. En sus acciones solo está el cómo enterrar la posibilidad de superación personal de cada ciudadano sobre la base de la formación humana formal. O sea, Héctor Rodríguez solo busca que las personas se mantengan de manera permanente en el estadio social más bajo, al punto de que son públicas sus declaraciones en este sentido, cuando afirmó que nadie podía ir a la «clase media» para convertirse en «escuálido».
Héctor Rodríguez no cumple funciones de ministro. Su designación ha sido el de un verdugo que, además, elimina los elementos culturales de escuelas y liceos, mientras promueve el uso de armas con estudiantes de bachillerato, y adolescentes son detenidos por cualquier acción que ellos consideren «incita al odio», cuando los estudiantes por debajo de 18 años están protegidos jurídicamente, salvó por razones de homicidio.
El madurismo se apresta a darle la estocada final de la educación. Héctor Rodríguez llevará en su hombros el liderazgo de haber tenido las funciones más ramplonas y con mayor saña sobre el magisterio venezolano.

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