Si nuestro “pueblo” estuviese preparado, posiblemente nuestra historia y liderazgos fuesen distintos. No creo que una persona educada sea arreada como ganado. Nuestra realidad es el resultado de más de dos décadas en las cuales nos obligaron a sobrevivir, a no tener expectativas ni aspiraciones de un mejor futuro… a vivir con miedo.
Sí, miedo. Un miedo asociado a la pérdida de esperanzas, a las pocas ganas de salir a defender lo que creemos porque ya no nos pertenece o, sencillamente, porque no queremos ser identificados o juzgados por el entorno. En lo personal, puedo decir que el color rojo es uno de mis favoritos y no quiero renunciar a él solo porque todo el mundo lo asocia con un ideal político con el cual no comulgo. Lo cierto es que siempre he respetado y defendido la opinión de todos. Aunque no estemos de acuerdo en el fondo o en la forma, podemos compartir gustos y debemos buscar los puntos de encuentro para convivir y lograr lo mejor para la mayoría.
La educación definitivamente nos prepara para ser ciudadanos; un concepto que pareciera haberse olvidado desde que se creó la palabra. Ejemplos hay muchos en diversas latitudes. Hoy tenemos una educación minimizada como consecuencia de 20 años de mala gestión y el resultado no ha sido otro que el deterioro. Al ver hacia el futuro no se percibe una pronta recuperación ni cambios en el modelo. Dicho por quienes hoy están sentados en Miraflores: si los educamos, nos tumban.
La falta de educación es la raíz de nuestro miedo y del problema que enfrenta el país; más preocupante es cuando a la enseñanza se le agregan principios ideológicos, dejando a la persona llena de sesgos.
Viendo algunos documentales y leyendo algunos libros, nos damos cuenta de que este es un guion que, por muchos años, ha sido fructífero para algunos. Es una pésima manera de educar, pero una muy buena manera de formar soldados fieles a un principio, a una ideología, endiosando a quien se encuentre al frente de la estrategia. Solo a través de una educación que siembre los pilares necesarios para que desarrolle las facultades intelectuales, morales y afectivas, de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenece, es que se pueden evitar tantos problemas presentes y futuros.
Hay que darles a las personas conocimientos, habilidades y herramientas que los preparen para ser alguien útil a la sociedad, para que puedan generar cambios positivos para todos y no para una minoría.
Por ejemplo, si por tus acciones muchos murieron de hambre o enfermos, pues la pena de muerte sería vista como una medida aleccionadora para que más nadie vuelva a dañar a la sociedad. Eso es una manera hostil de educar, de que las acciones individualistas que perjudican al colectivo están mal y deben castigarse; ahí no hay sesgos, solo hechos pragmáticos. Venezuela tiene 20 años y contando de una destrucción masiva, muchas veces hablamos de la destrucción industrial, de la pérdida de empleo, pero ¿cuando hablamos de la educación?, ¿cuándo hablamos de consecuencias para quienes nos trajeron hasta aquí?
Si nuestro “pueblo” estuviese preparado, posiblemente nuestra historia y liderazgos fuesen distintos, pues estoy seguro de que una persona educada jamás podrá ser arreada como ganado.
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