OPINIÓN

Primer paso para la reconstrucción del país: el mea culpa de los políticos

por Jorge Makriniotis Jorge Makriniotis

El futuro ya es una realidad en algunas partes del mundo, mientras que en Venezuela vivimos un presente deprimido, con mucha pinta de pasado. Ya es hora de cambiar las perspectivas, dejar de pelear por ideales sin sentido y empezar a buscar realidades pragmáticas.

Para permanecer en el tiempo lo deseable es que en cualquier gestión el ciudadano pueda exigir una evaluación por resultados. Esto último se ha perdido en el país. Lejos de exigir resultados concretos, el ciudadano permite constantemente que los líderes continúen haciendo las mismas cosas, pero esperan algo distinto. El líder que no genera resultados, lo mínimo que puede ofrecer es una disculpa; reconocer que no ha estado a la altura de las circunstancias, decir qué va a hacer para cumplir lo prometido e informar cuáles serán las medidas que va a tomar para que esto no vuelva a ocurrir. Esa virtud de cumplir lo prometido hoy se esfumó en los políticos.  Algunos calificarían estas acciones como un manejo de crisis, otros dirían que es  lo más honesto que puede hacer; pero en cualquiera de los casos es dar la cara.

Pasamos de ser uno de los países más ricos del mundo, aquel que era la envidia de muchos en el continente, a tener la moneda menos valorada del planeta. Llegamos a este punto debido a que el gobierno, el liderazgo de la oposición y nosotros, como ciudadanos, lo permitimos; algunos decíamos: “No vale, eso no pasará en Venezuela”, otros simplemente volteaban mientras desde el gobierno aceleraban el proceso de destrucción colectiva. Esto no implica que todos seamos culpables, pero sí que una gran mayoría que tiene la capacidad de hacer la diferencia se hace invisible, o la hacen invisible, y con esto se vuelve cómplice de la realidad.

Creo que es hora de una reflexión, de aceptar nuestras culpas como individuos y de pedir a  nuestros líderes, como un buen comienzo, que sean honestos, humildes, que pidan disculpas. El país está deprimido emocional, social y económicamente; nos malacostumbramos a sobrevivir en vez de vivir. Creo que todos merecemos escuchar esas palabras que nos ayudarán a aliviar las heridas y cicatrices de todos estos años causadas por, y en, ambas partes; creo que es momento de sincerarse y de escuchar, de parte del liderazgo, que para ellos es más importante la vida del venezolano que un puesto en una silla.

Es hora de pedir, de manera sensata, que la pelea por espacios políticos y egos llegue a su fin; este sería el primer paso para darle la bienvenida al bienestar del ciudadano. El segundo paso sería que se midan los liderazgos políticos por resultados económicos y de calidad de vida, en vez de un bono como subsidio a la falta de trabajo o incentivos a la mediocridad.

El ciudadano debe exigir la verdad constantemente y juzgar las gestiones, siempre por sus resultados, no por ideales. Lo mínimo que debe tener un líder moderno es HUMILDAD, pero si no es capaz de escuchar este reclamo, le tocará al ciudadano buscar nuevos referentes.