papa Francisco Colombia
EFE

En estos días que nuevamente el cura mayor, entiéndase Francisco, ha alborotado el nido de avispas con otras referencias al mariconeo existente entre las filas de los prospectos de pastores eclesiásticos, y ha hecho un llamado para detener tal situación, son muchas las reflexiones que han surgido alrededor de las labores de la Iglesia en cuanto ente formador, y por ende educativo.

A ver, ¿cómo puede una institución que se ha establecido a partir de abiertas contradicciones presentarse como modelo a emular? Seguramente exista quien pretenda decir que es una aporía convertida en realidad, y que ha marcado la historia de la llamada civilización occidental. De lo que no tengo dudas es de que son infinitas las innegables dicotomías que manifiesta el catolicismo.

Si tomamos el libro fundacional que es la Biblia, y leemos, por ejemplo, el libro de los Salmos, el número 115, encontramos: “Nuestro Dios está en los cielos; / Todo lo que quiso ha hecho. / Los ídolos de ellos son plata y oro, / Obra de manos de hombres. / Tienen boca, mas no hablan; / Tienen ojos, mas no ven; / Orejas tienen, mas no oyen; / Tienen narices, mas no huelen; / Manos tienen, mas no palpan; / Tienen pies, mas no andan; / No hablan con su garganta. / Semejantes a ellos son los que los hacen, / Y cualquiera que confía en ellos”. ¿Cómo quedan las 90.000 vírgenes que se adoran en todo el orbe, y ni qué decir de los santos? ¿Cómo van a hacer las muchachas casaderas con san Antonio para que les consiga un novio buenmozo, fiel y con mucho billete en la chequera? ¡Dígame ahora que viene san Juan! ¿Cómo hace la gente de Caraballeda, Naiguatá, Todasana, La Sabana, Caruao, Chuspa y todo Barlovento?

Lo innegable es que la Iglesia Católica ha dado de sobras razones para ser cuestionada por su manejo compulsivo de sus propios fundamentos. Cito a manera de ejemplo lo que tiene que ver con la “Inmaculada Concepción”, es decir que María no concibió a Jesús del mismo modo que a todos nosotros. Y para que no quedara dudas de ello el 8 de diciembre de 1854, Giovanni Maria Battista Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti, quien fuera el papa 255°, así como último soberano de los Estados Pontificios, proclamó en su encíclica Ineffabilis Deus: “Por lo cual, después de ofrecer sin interrupción a Dios Padre, por medio de su Hijo, con humildad y penitencia, nuestras privadas oraciones y las públicas de la Iglesia, para que se dignase dirigir y afianzar nuestra mente con la virtud del Espíritu Santo, implorando el auxilio de toda corte celestial, e invocando con gemidos el Espíritu paráclito, e inspirándonoslo él mismo, para honra de la santa e individua Trinidad, para gloria y prez de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe católica y aumento de la cristiana religión, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y con la nuestra: declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente”. ¡Y sanseacabó!

Los dogmas, los benditos dogmas, siempre han jalonado nuestras vidas. Si bien la Iglesia CXatólica ha usado –y abusado– de ellos, es cierto igualmente que ha sido una de las instituciones más pródigas en diversos aportes a nuestra conformación cultural. A troche y moche, pero lo han hecho. Basta estudiar toda su obra, monumental por decir lo menos, para la conservación de las culturas primigenias de toda América. En aquellas localidades donde llegaron los misioneros católicos, si bien hubo energúmenos que acabaron con todo vestigio cultural, también hubo los que rescataron idiomas, costumbres y tradiciones de todo tipo; gracias a lo cual podemos hoy entender lo que fue esta tierra de gracias y desgracias en sus etapas prehispánicas.

Los aportes y logros son innumerables, los misioneros sajones no pueden exhibir similares gestas. Aquellos dogmas han mutado en otros donde la “corrección” es la regla; por eso cuando Francisco en un ataque de cordura hace un llamado a detener ciertos aires depravados que llevan siglos acunados en la institución que ahora preside, saltan los beatos posmodernistas a rasgarse las vestiduras y acusar a don Pancho de cualquier cosa que les venga a bien.

Es terrible contemplar el suicidio de un modelo que, mal que bien, nos ha llevado a ser lo que somos. Dios, de quien no dudo, nos ampare.

© Alfredo Cedeño

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