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Abril 23, 2025


Oportunistas y escaramuzas

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Hay un consenso general en torno a la definición de político, que bien podría resumirse en que es aquel que se dedica a la gestión de la cosa pública. En abundantes ocasiones, cual si de un viejo disco de acetato se tratara cuando se queda fijo en un surco, se afirma que es condición indispensable para incursionar en tales menesteres poseer olfato y un inmejorable sentido de la oportunidad.

Es innecesario explayarse en cómo esa última palabra ha sufrido una asqueante metamorfosis, para convertirse en oportunismo. De allí que este oficio ha devenido en una casta, con pretensiones de nobleza, a la que todo le es permitido. Y no es nueva la mencionada jodienda. Ya Shakespeare en Enrique V, pone en boca del rey, justo antes de la batalla de Agincourt, al dirigirse a su tropa y clamar: “Somos pocos, somos pocos los felices, somos una banda de hermanos; y aquel que hoy derrame su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que haya sido…”.

Es un cuento de nunca acabar. Cuando se les atrapa en alguna de sus trapacerías suelen invocar su castidad y pureza, proclaman una virtud y honor que ni las estrofas del himno nacional. Se les ve recibiendo fajos de billetes, sus compañeros hacen una pantomima de expulsión, abjuran de él, pero al poco tiempo se le ve de nuevo, con cara de querubín maltratado, sacrificándose por el glorioso pueblo. ¿Verdad Juan Carlos Caldera?

Y así, por mentar solo una de las tantas variaciones de las encrucijadas políticas, vemos cómo se dedican a ponerse zancadillas entre ellos. Sin embargo, es menester aclarar que también usan lavarse las caras unos a otros. Bien podrían preguntarle a Carlos Vecchio y al señor López sobre sus gestiones para exonerar al sobrino de doña Cilia de ciertas sanciones. 

A tan honorables servidores públicos, que no hay sacrificio al que no estén dispuestos a someterse, les resulta inaudito, verdaderamente insólito, algo que les deja estupefactos, que pueda haber quienes cuestionen su desprendida vocación de servicio. Ni José Gregorio y Carmen Rendiles llegaron a dar tales muestras de entrega y beatitud. 

Ellos, al igual que el puerco Napoleón, el de Rebelión en la granja de George Orwell, han reescrito los cánones que nos rigen. Por eso podemos leer como hizo el burro Benjamín aquello de: TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS.

© Alfredo Cedeño  

http://textosyfotos.blogspot.com/

alfredorcs@gmail.com

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