El usurpador es un mentiroso. Nicolás Maduro lo hace para mantenerse en el poder. Manipula la información, presenta a sus adeptos parte de la información, utiliza las redes para desviar la atención y se inventa cualquier cosa para ganar tiempo.
En eso lleva años, en los que ha aprovechado para fortalecerse en la carencia y no caer aunque parezca vencido.
El chavismo ha sido genial en reinventarse, en proponer nuevas alternativas y en darle esperanza a su gente. Al fin y al cabo del otro lado se ha sido tan sectario que nadie en su sano juicio se sumará a la oposición sin garantías, para que luego lo fusilen por haber acompañado al gobierno. Por eso, entre otras cosas, continúan rigiendo los destinos del país, aunque tengan el mundo en contra.
Juan Guaidó también miente. Trata de hacernos ver que el régimen está caído, que solo falta un empujoncito, que el momento es ahorita. Sabe que esto lleva tiempo, pero no puede hablar con toda la claridad necesaria porque eso destruiría el ánimo de la gente.
Está consciente de que la mejor salida es la negociada, pero se hace el loco y señala que con Maduro no se habla. Desespera porque ya han pasado ocho meses y se avanza con lentitud, mucha lentitud.
Sabe que ha habido errores, que otros políticos no esperan ninguna salida, pero no dice nada. Sonríe y confía en Donald Trump y en la Unión Europea.
Maduro miente y Guaidó también porque esto es política, ante todo. Ni la crisis humanitaria ni las decenas de problemas que nos aquejan han logrado torcer el rumbo de las cosas. Ni la migración tan acelerada ha podido cambiar nada.
Mienten porque es la forma de sobrevivir, uno para mantenerse como gobernante usurpador y garantizarle las sobras del plato a sus acólitos, y el otro para ser presidente encargado y manejar recursos provenientes de quién sabe dónde.
Nos tienen engañados y al parecer esto no tendrá fin, al menos por ahora. Todo indica que comeremos hallacas, si el dólar paralelo lo permite, con Maduro y Guaidó en plena pugna, mintiéndonos.
De mentirosos, de todas formas, podemos hablar mucho más, pero lo haremos más adelante. La mentira es una forma de hacer política en nuestro país y vaya si lo saben los de aquí, algunos más que otros. Así han garantizado su supervivencia.