“A flower was offered to me” [1] (William Blake)
Julio, año 2020. El reloj dice que ya son las 10:00 de la noche y elijo ver una serie televisiva británica. El argumento de la historia trata la relación sentimental en plena caída de una pareja de mediana edad. El matrimonio vive con dos de sus tres hijos. Uno de ellos que es su hijo adolescente se enamora de una joven del instituto.
En realidad, la serie se ocupa de las infidelidades amorosas del padre y la madre, mas también atiende a las vivencias de los hijos. Lo que dota de atractivo a la serie, entre otras cosas, es el entretejido de tramas secundarias de vecinos, amigos y amantes.
Entiendo que sería desagradable para usted, si se anima a ver Wanderlust (Snellin y Tcherniak, 2018) que le desvelen la trama o el desenlace de la serie haciendo spoiler -destripe, en español-; no obstante, compruebe que el episodio número 5 está de más. Resulta tediosa, exageradamente lenta e innecesaria esa sesión de la protagonista encerrada en la sala con su terapeuta. Tal vez fuese necesario contar lo que ahí contó la esposa, pero brevemente.
Como le decía ahí arriba, el hijo del matrimonio protagonista se había fijado en una chica de un curso superior. Coincide con ella en el comedor del instituto mientras esperan turno para retirar sus bandejas del almuerzo. La desconocida lleva un libro en la mano del que él alcanza a leer el título de la cubierta. Le habla en un arrebato de coraje. Le pregunta qué le parece el autor, a lo que ella responde que le gusta mucho. Entonces, le aconseja que lea otra novela del mismo autor que él ya ha leído: Las correcciones. Las historias siguen su camino. El joven no sabe que otra amiga solo piensa en él, mientras el ingenuo conquistador le pide consejos para lograr salir con la chica del curso superior.
En fin, yo me quedé con la curiosidad de leer algo de Jonathan Franzen y así llegué a las páginas de Libertad que estoy leyendo ahora
[1] “Me ofrecieron una flor” (William Blake)