“Ses ailes de géant l’empêchent de marcher” (Sus alas de gigante le impiden caminar)
Charles Baudelaire
Cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, mi hermano mayor me dejaba hojear sus libros. Un día le vi leyendo un volumen grueso de color plateado [1]. Le pregunté qué estaba leyendo y me enseñó la portada con el perfil de un muchacho afeminado de pelo largo. El joven apoyaba la barbilla en la mano, pensativo. Sobre el retrato se leía RIMBAUD y más abajo se leía PROSA y VERSO, edición bilingüe. “¿Qué tal está?”, le dije. Y solo dijo: “Léetelo”.
Pude leerlo en castellano echando de vez en cuando un ojo a la versión francesa original. Había aprendido francés en la escuela y en una academia privada. La verdad es que sonaba bonito, no obstante, me centré en las páginas escritas en mi lengua materna. Leí “Une Saison en Enfer” (Una Temporada en el Infierno), “Les Illuminations” (Iluminaciones). Me gustó. A veces releía en voz alta pasajes en francés. Creo que se convirtió en uno de mis poetas favoritos. Me compré una biografía del autor. Seguí leyendo más poesía. Unos días después mi hermano leía otro libro de poesía, curiosamente de aspecto plateado. Era un libro con muchas páginas. Me dijo que eran poemas de otro poeta galo. Vi a un hombre mayor, medio calvo y poco atractivo en la portada bajo su apellido BAUDELAIRE. Me puse a leerlo enseguida. Se trataba de un tomo de la misma colección que el anterior. Y entonces empezó a tambalearse mi predilección por el jovencito Rimbaud.
Desde las primeras líneas me atraparon los versos del poeta feo por lo que decían de la belleza y lo femenino. O, quizás me encandilaron por que hablaban de lo femenino de la belleza. No lo sé. El caso es que hubo un momento epifánico cuando alcancé a leer “Les Fleurs du Mal” (Las Flores del Mal) que acabaron por convencerme de lo intolerable que sería la poesía sin estos versos. El poema “Femmes damnées (Delphine et Hippolyte)” [2]– nacía en esta estrofa: “A la pâle clarté des lampes languissantes, / Sur de profonds coussins tout imprégnés d’odeur / Hippolyte rêvait aux caresses puissantes / Qui levaient le rideau de sa jeune candeur”. (A la pálida claridad de las lámparas mortecinas, / Sobre profundos cojines impregnados de perfume, / Hipólita evocaba las caricias intensas / Que levantaran la cortina de su juvenil candor), seguía vivo, crecía, seducía y moría en cuatros versos inmortales que encierran el secreto más hermoso.
Quise saber más sobre Charles Baudelaire, a pesar de que su físico no representaba un modelo de poeta atractivo como lo hacía el jovencito que escribió “Les poètes de sept ans”. En fin, descubrí a través de biografías que mi poeta favorito era adicto a las drogas y frecuentaba prostíbulos. Esto no me gustó nada. Con todo, asumí que yo no tenía por qué ser como él, aunque -créame, amable lector- me dolía pensar que su vida no encajaba con la sensibilidad de su poesía ni su talento. Conviene observar que la información biográfica sobre el autor es la que única que uno recibe, y no otra.
Charles Baudelaire es mi poeta favorito ahora igual que antes. No es necesario que sea varón o mujer, francés o inglés, católico o protestante, conservador o progresista para que siga pensando que su obra poética es inmensa. En el siglo XIX no se había inventado Internet ni Twitter y, claro, no escribió en unos segundos lo que opinaba sobre la prostitución, las drogas o las mujeres. Entonces no era tan fácil como hoy -siglo XXI- teclear descalificaciones, insultos y amenazas a través de un teléfono móvil en una red social contra una celebridad que solo dice lo que piensa. Esto le sucedía a la escritora británica Joanne K. Rowling (conocida por ser la autora de los libros del mago Harry Potter) al exponer en un tuit su pensamiento sobre la diferencia entre sexualidad y género aludiendo a los transexuales. [3]
Según recogen en El Nacional, las consecuencias de ese tuit van a más (“Librería retira libros de Harry Potter por comentarios transfóbicos de J. K. Rowling”, El Nacional, 3.07.2020). Finalmente, la autora redacta un escrito explicando su posición ideológica y personal ante semejante polémica. [4]
Hoy en día, el individualista se ve obligado a callar, a no disponer de la libertad de expresión alabada por todos si no coincide con el pensamiento mayoritario que en estos tiempos ha de ser inclusivo, indulgente e igualitario
[1] Rimbaud, Obra completa: Prosa y Verso. Edición bilingüe. Ediciones 29. Colección Libros Río Nuevo, Barcelona 1977.
[2] Mujeres condenadas (Delfina e Hipólita).
If sex isn’t real, there’s no same-sex attraction. If sex isn’t real, the lived reality of women globally is erased. I know and love trans people, but erasing the concept of sex removes the ability of many to meaningfully discuss their lives. It isn’t hate to speak the truth.
— J.K. Rowling (@jk_rowling) June 6, 2020
[4] https://www.jkrowling.com/opinions/j-k-rowling-writes-about-her-reasons-for-speaking-out-on-sex-and-gender-issues/
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