«Where there is sorrow there is holy ground» [1] (Oscar Wilde)
Alguien dirá que vaya manera de complicarse la vida. Un famoso presentador de la televisión británica decide confesar una verdad íntima acerca de su propia identidad. Phillip Schofield, casado y padre de dos hijas, declara abiertamente que es gay, con lo que supone para una celebridad hoy en día hablar de su sexualidad.
Schofield sabía que esta declaración iba a hacer daño a mucha gente a la que quiere. En primer lugar, sus hijas y su mujer. También dolería a su entorno profesional y a sus amigos. Quién sabe hasta qué punto estos veían la sombra permanente junto a la persona que tenían al lado. Uno no puede evitar pensar en la rara sensación de ridículo de la esposa engañada -pero enseguida se pasa porque está claro que una mujer sabe estas cosas o las intuye-. El hombre no ha sido capaz de negar su propia verdad. Sin embargo, creo que ella no es la engañada. Esta pareja tiene que quererse como no ha sido escrito en los clásicos para aceptar -tanto ella como él- la exposición al “escándalo”.
La actitud de Phillip Schofield a mí me parece difícil y valiente, sobre todo tratándose de un personaje público querido y respetado y, con la contradicción que supone el giro radical de una rutina de hombre casado y padre heterosexual a una vida muy diferente. Resulta admirable comprobar que algunos todavía sienten el peso de la conciencia. Hoy, un individuo muy conocido en el mundo de la televisión se ha puesto en paz consigo mismo, y posiblemente ayude a alguien que necesite el ejemplo de su atrevimiento. Sí es verdad que cualquiera podría reprocharle al inglés haber esperado demasiado tiempo para dar el paso después de 27 años de matrimonio, con 57 años de edad, un 7 de febrero.
[1] “Donde hay pena hay tierra sagrada” (Oscar Wilde)