“A veces cuando escribo me repito» (Mario Benedetti)
Comienza un nuevo día. Me levanto fresco esta mañana. He descansado mucho. El despertador de la mesilla de noche duerme también bien desde hace días. Los dos estamos de vacaciones.
Hoy es sábado, 2 de enero de un año nuevo para todos. El año escrito en forma arábiga carece del encanto visual del año pasado: 2020. Somos inocentes al pensar que la mala fortuna acabó el día 31 de diciembre a las 24 horas porque la vida sigue rodando.
A pesar de que tratemos de medir el tiempo, las horas y los días, nuestras vidas se salen del calendario. A pesar de que uno intente desnudarse del hombre viejo, la rueda nos devuelve al principio. Ya sabe, «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra». Seguramente al igual que usted, yo me he propuesto comenzar este año 2021 con buen pie. Quiero lograr las cosas escritas en la agenda nueva que estrené ayer. Estos días son el momento ideal para volver a nacer, o al menos, para intentarlo.
En la primera hoja he anotado, con la caligrafía más elegante de la que soy capaz, mis propósitos para este año. La mayoría de mis propósitos coinciden con las intenciones de todo el mundo e inevitablemente repiten las mismas del año pasado: viajar, ponerse en forma -apuntarse a un gimnasio, salir a correr, cuidar lo que se come-, dejar de fumar, aprender idiomas. De estos, afortunadamente, he logrado alguno hace tiempo a fuerza de voluntad. Escribe un exfumador. Casi todo fumador quiere librarse en algún momento de la dependencia del tabaco. Uno se hace fumador sin darse cuenta de la carga que supone serlo hasta que nota la compañía de la tos, el malestar continuo, el cansancio y la esclavitud. Entonces se amotina y se revuelve para negar su pertenencia a la comunidad de fumadores y comienza un nuevo día.