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La respuesta está en camino

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Doblar rodillas en medio de las angustias, pedir socorro al cielo y confiar en una pronta respuesta, es una de las prácticas más difíciles que la fe promueve. En diversas ocasiones nos percibimos urgidos de una intervención y presos de la aflicción que mimetiza los desenlaces y embarga el alma. Oraciones en tales momentos suelen ser las más sinceras y puras que pueden salir de un corazón, el cual, seguramente bajo otras circunstancias no se supedita al regente de los cielos.

Me causa un poco de gracia pensar en la postura que el Padre tenga frente a nuestras oraciones de emergencia, siendo el Todopoderoso y conociendo el desenlace de todos los acontecimientos, que además, si se lo permitimos, pueden ser cambiados por grandes bendiciones. Sin embargo, es necesario ese fervor que la preocupación atañe y nos recuerda lo frágiles que podemos ser y la profunda necesidad de Dios que a todos iguala en la intimidad de una habitación.

Con singularidad proscribo de las tantas veces que se siente como si la respuesta es retenida o ralentizada, dando la impresión de que los problemas viajaran en cámara rápida y la intervención divina en cámara lenta. Todo, mientras nos autopercibimos en una especie de película de terror, de la cual nadie más se percata. Los tales, son momentos cruciales en los que la fe no debe desmayar ni menospreciarse, porque justo allí, en la espera se ejercita la confianza.

El mundo espiritual está en constante confrontación, las tinieblas con sus propósitos destructivos avanzan al tiempo que la luz con objetivos de liberación las hace dispersar. La intervención divina tiene tal poder liberador, que hay momentos donde se articulara un aparatoso andamiaje que retrasa su efectividad, a fin de provocar desánimo, desaliento y tristeza, desenfocado o incluso apagando el clamor y hasta el amor. Lo cual tumba  escudos y descalibra corazones.

Una vez que hemos dispuesto nuestro corazón al entendimiento y doblegado el orgullo en humillación frente al Padre, su respuesta es expedida para alumbramiento y liberación, pero en el camino, puede presentarse dilación e intervenciones que retrasen su efectividad. En tales circunstancias, que la fe no palidezca y la confianza sea el bastón de espera más ortopédico que puedas conseguir. Atesorando en el corazón la paz de que la respuesta está en camino, y todo obrará para bien, dentro del marco completo del plan de Dios.

Un mal momento no te define, pero tú actitud ante las diversas dificultades de la vida si. Entonces, que una espera con gracia, apresto y confianza sea algo que otros deban recordar, no por aferrarse al capricho momentáneo maquillado de impaciencia, sino por la humildad de quién entendió que la vida tiene sus sorpresas.

@alelinssey20

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