OPINIÓN

La prensa en democracia

por Carlos E. Aguilera Carlos E. Aguilera

«La primera de todas las fuerzas es la opinión pública». SIMÓN BOLÍVAR
La libertad de prensa es uno de los pilares más importantes de cualquier democracia. Sin una prensa libre, la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y participar activamente en la vida política se ve gravemente comprometida.
Para hablar de la libertad de imprenta o de prensa como se conocía en un principio hay que entender primero dos premisas:
La primera, es que todos los hombres son iguales y tienen los mismos derechos, en particular el derecho a decidir sobre el destino de su comunidad.
La segunda, es que para que los ciudadanos iguales puedan participar en forma adecuada en la política, para que puedan decidir con bases razonables sobre los temas cívicos, puedan escoger a sus gobernantes, deben poder debatir y discutir en forma libre y con base en una información disponible para todos sin restricciones irracionales.
De este modo, las libertades que requiere la sociedad para poder funcionar como una democracia se centran en el derecho de los individuos a expresar sus opiniones libremente, en forma oral y por escrito. La libertad de expresión y la libertad de imprenta o prensa, junto con el derecho correlativo de los ciudadanos a recibir información, son, por esta razón elemental, condiciones básicas y constitutivas del orden democrático. Otros derechos esenciales, como el de participar en la vida política, organizar partidos o movimientos, suponen para su ejercicio la libertad de expresión y la libertad de prensa
La carta magna establece importantes bases constitucionales de la libertad de prensa. En efecto, consagró explícitamente la libertad de expresión, mediante la cual se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir pensamientos y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial.
En muchos países de América Latina la libertad de prensa está bajo amenaza y los ejemplos de Venezuela, México, Nicaragua y Cuba son particularmente alarmantes.
En Venezuela, el gobierno ha implementado una serie de medidas para controlar y censurar a los medios de comunicación. Los periodistas enfrentan acoso, detenciones arbitrarias y violencia, lo que ha llevado a un ambiente de autocensura y miedo.
Sin una prensa libre, los ciudadanos no pueden acceder a información veraz y oportuna, lo que es esencial para la rendición de cuentas y la transparencia en el gobierno. La libertad de prensa también es crucial para la defensa de los derechos humanos y la promoción de un debate público informado.
 La libertad de prensa no es solo un derecho fundamental, sino una herramienta indispensable para la construcción de sociedades justas y democráticas. Proteger a los periodistas y garantizar su capacidad para informar sin miedo a represalias, es una responsabilidad que todos los gobiernos deben asumir con seriedad. Solo así podremos asegurar que la verdad y la justicia prevalezcan en nuestras sociedades.
En Venezuela se silencia y restringe la libertad de prensa de algunos medios y son detenidos profesionales de la comunicación, solo por el hecho de su deber ineludible de informar, lo cual para el régimen constituye un delito de traición a la patria, terrorismo, instigación al odio y otros calificativos que los exponen a prisión máxima de 30 años de cárcel.
Entonces cabe la pregunta: ¿es una genuina democracia representativa la que se ejerce en Venezuela?
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