Si algo ha venido marcando la pauta en las últimas semanas en programas de opinión, prensa y redes sociales, es la predicción del comportamiento de la Fuerza Armada el día de las elecciones, y claro está, los días subsiguientes. Hay una crítica que vengo haciendo desde hace más años de los que me gusta admitir; todo ejercicio especulativo que se realiza sobre los hombres de uniforme en Venezuela se cimenta en un mero espejismo que muy a nuestro pesar se mantiene en el imaginario colectivo. El militar de carrera hoy por hoy no es aquel de los 40 años de democracia; “por Dios, no”. Es una suerte de carroñero, un elemento básico hasta la vulgaridad que va accediendo a grados superiores en paralelo a su capacidad de sepultar valores, educación o dignidad.

Estamos ante las osamentas de una institución que hace juego con las instalaciones del Ministerio de la Defensa, un edificio de concreto armado y bonitos pasillos de cuadros y vitrales, donde absolutamente todo lo que en el habita está podrido y corrupto sin oportunidad alguna de redención.

Lo más preocupante de todo esto es que algunos grupos, eruditos de Ludo y Monopolio, apuestan, en nombre de Venezuela y hasta del continente, en que el día de las elecciones emergerá desde las profundidades de Fuerte Tiuna un general con el perfil de Dwight Eisenhower o de George Smith Patton, enfundando pistolas de empuñaduras de marfil y un verbo ardiente constitucional y democrático.

Stulti est in errore manere. Es propio de estúpidos mantenerse en el error. A pesar de no ser yo proclive a elecciones en un país como el nuestro, tomado por una pandilla de homicidas, sería bastante necio no evaluar las situaciones que hasta por accidente pueden presentarse el 28J, siendo una de ellas el apoyo enardecido de masas defendiendo un voto que se sabe vulnerado. ¿Qué harán los generales ante ese escenario? Definitivamente habrá que desarrollar incentivos más allá del dinero para despertar el interés de los cerdos, pues lo único más atractivo que el lucro por narcotráfico o exportación ilegal de oro y minerales, resulta mantener la cabeza pegada al cuerpo ante linchamientos o juicios por genocidio. ¿Es crudo, no? Pues hay que planificar y ejecutar con pulso quirúrgico, pero con la fuerza de una mandarria, sin candidez ni presunción de que los malos se harán buenos por arte de magia. En una eventual victoria de María Corina, se luchará contra un régimen iracundo, contra una fuerza armada de pandilleros y gánsteres y los partidos políticos de oposición tradicional (VP, AD, Copei, UNT, PJ), que buscarán negocio sacrificando a su candidata por una malta y una empanada de ser posible. Si mi precaria predicción se cumple y María Corina no engrosa el cuero, no quedarán ni budares donde hacer las arepas.

Alea jacta est.


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