El régimen de Nicolás Maduro, de nuevo este último candidato presidencial porque no les quedaba otra opción ciertamente a los del PSUV, no encuentra qué más hacer -seguramente algo encontrará en su malévola arremetida permanente por la conservación indefinida del poder, según establecen, parsimonisos, rusos y cubanos-, pero deben contener el avance indiscutible de la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia. La papa caliente que se le vino como avalancha inesperada a Miraflores.

Las mujeres, entre ellas nuestra Delsa Solórzano con nuestro Encuentro Ciudadano, andan desatadas por un lado alentando el voto, el cuidado en las mesas con nuestro voluntariado para eso, pero despiertan, sin duda, mucho interés en sus visitas alentadoras de una salida democrática a la profunda crisis política del país. Crisis diseñada desde ese mismo poder al que se combate. Porque: ¿quién o quiénes se dedicaron a socavar partidos, a perseguir líderes, apresarlos, exiliarlos, amenazarlos, como siguen haciendo a diario por donde va la caravana de la libertad?

Por otro lado, el candidato Edmundo se reúne con diversos sectores, lanza sus mensajes y enfrenta a un Consejo Nacional Electoral desde donde ya, como cualquier ente político, se lo acusa de querer alebrestar al país, por no aceptar ir a firmar un acuerdo de respeto a los resultados, en esa posición adelantada de un régimen muy conocido como trapacero, embustero y, especialmente, desconocedor de acuerdos de cualquier tipo, nacionales e internacionales. ¿Aceptar de manera adelantada los resultados cuando ni siquiera permiten que venga como observadora la mordaz y crítica Unión Europea? Mal pitío para empezar. Ese acuerdo es una carta bajo la manga de quienes manejan el gobierno. Pero Edmundo sumiso no es y así lo está demostrando. Para enaltecer aún más la gallardía que lo envuelve desde que aceptó ser el candidato «tapa», saltándose inteligentemente, por parte de la unidad democrática, la evitación impuesta entonces por el régimen para tener un candidato legítimo que aglutinara sin dudas a la oposición verdadera.

En el cada vez menos complejo ajedrez de las candidaturas, a un mes y algo del evento electoral, el régimen juega sus fichas para buscar quitar votos a la oposición que abiertamente creó la polarización de la que no se saldrá hasta el 28 de julio, si dejan avanzar el proceso mas o menos normalmente, como todos esperamos. Así siguen medrando insonoros nombres y elementos políticos estorbosos que nada tienen que buscar aquí. Haciendo el ridículo, prestándose a la jugada y sacando por ello provecho, será económico. Ridículos les dije ya.

Maduro, no otro, va dejando su estela de persecución, de violencia política por todos lados, apresando muchachos, cerrando locales, amedrentando, asustando, como el «coco», porque sabe que Edmundo va desprendido. Por cierto, entre los señalamientos de la última comisión que envió como veedora la Unión Europea se indicaba el ventajismo oficial, ese que se ha incrementado, luego del cierre de medios, emisoras, persecución a periodistas, bloqueos a páginas virtuales de difusión de ideas. Esto se ha insuflado en demasia. A Edmundo le cuesta que lo inviten a algún medio y más aún si es un medio oficial. ¿Lo imaginan presentado o entrevistado en VTV? No. ¿Lo imaginan con un programa diario de pocos minutos, con mazo o sin mazo, este último mes? No. Imposible. Limitado en la difusión pero ganancioso. En esto ayudan mucho las redes sociales, obviamente.

Por no hablar de las encuestas. Se ha querido desatar una guerra de encuestas. Pero la ciudadanía no es boba. Sabe muy bien que la oposición va liderando. Y que no hay disimulo posible con limpieza y pintura de vías o túneles a última hora. Por donde vivo reconstruyeron las canchas deportivas. No las han dejado usar más, esperando el tiempo apropiado, más cercano a la elección, para que no sea solo un acto de prestación de servicio al deporte sino un acto político electoral. Pero de nada les sirve pagar encuestadoras o encuestadores desequilibrados. El mayor porcentaje de votantes lo tiene la verdadera oposición, y, en medio de esta aguda polarización, Maduro no alcanzará jamás el 30%. Venganza popular dirían los izquierdistas.

Edmundo es la papa caliente para el régimen. Esto no deja de constituir un peligro en esta recta final. Todos los escenarios deben ser evaluados a profundidad por la oposición. Más allá del triunfalismo, más allá de la victoria cantada, que por cantada resulta más peligrosa. Un alerta con el máximo cariño y la máxima creencia de que este tiempo es muy marcadamente de la oposición democrática unida.


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