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La nunca fácil tarea de salir de esta dictadura

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Foto EFE

Lo hemos intentado todo para salir de la dictadura: manifestaciones gigantescas; intentonas de golpe de Estado; guarimbas; una cuota importante de jóvenes muertos en 2014, 2017, 2018, 2019, 2024; una huelga de hambre que terminó con la vida de Franklin Brito, que demostró el “gusto por la crueldad” de los hombres que gobiernan al país desde 1998, encabezados por Hugo Chávez; hasta un gobierno interino, dirigido por un opositor, que tuvo como enemigo férreo al gobierno y, por qué no decirlo, también a “los ambosladistas”, término que no me pertenece, pero que encuentro muy útil para describir el papel desarrollado por algunos opositores no arácnidos y, por supuesto,  los opositores oficialistas, que son llamados alacranes.

Finalmente, hemos probado la ruta electoral y el gobierno de Maduro ha cometido un enorme fraude. Pretende a costa del sufrimiento de un país entero mantenerse en el poder, mediante el cual solo ha construido estropicios y ruindad.

Como pueden leer, cuando se dice que lo hemos intentado todo, no es una exageración. En ese intento de hacerlo todo hemos estado acompañados y recibido el apoyo de la llamada comunidad internacional y como resultado de tal apoyo, el gobierno y sus personeros más conspicuos han sido sancionados y hasta recompensa le han puesto a sus cabezas.

 Algunos líderes de la región, como Petro, han propuesto un gobierno de cohabitación, teniendo como modelo el “Frente Nacional” colombiano, modelo que solo ejerció el poder en los 2.500 metros sobre el nivel del mar, es decir, en Bogotá.

Otro líder, Lula da Silva, propone una nueva elección que desconocería la voluntad de cambio que los ciudadanos materializaron el 28 de julio con un triunfo enorme sobre el régimen. 

Como puede observarse, no hay nada que no se haya intentado.

Al igual que algunos analistas y opinadores que han expresado sobre la necesidad de dar garantías a la cúpula gobernante, yo, también, soy partidario de buscar una fórmula por recuperar lo que hemos perdido.

En varios artículos he asomado la posibilidad de emprender el camino de España en su proceso de transición hacia la democracia una vez muerto Franco, que ha sido denominada como “Ruptura pactada”, un acuerdo, de naturaleza neocorporativa entre el Estado, los empresarios y los trabajadores (como los principales actores de ese nuevo acuerdo por la transición democrática) y que, en el caso, venezolano, se ampliaría a las organizaciones de la sociedad civil, la sociedad política (esto es a los partidos políticos) e incorporando a la FAN en dicho acuerdo, por supuesto. 

Ese pacto amplio presentaría una oferta al régimen, en la cual se le daría todas las garantías posibles para su salida del poder, es decir, una propuesta que baje los costos de su salida del mismo y al mismo tiempo, señalarles el alto costo que asumirían de persistir en su permanencia en el mismo.

Habrá sectores que perciben que esto sería brindarle al régimen y a su cúpula gobernante, que sistemáticamente ha violado los derechos humanos, una impunidad injusta; que las víctimas de los atropellos -diversos tratos inhumanos y crueles, que incluyen hasta el asesinato, la tortura, la violación y un largo y despreciable etc.- no queden redimidos de los maltratos recibidos con saña y sadismo.

Como resultado de ello, hay sectores significativos que hoy, víctimas de los estropicios generados por el régimen, no guardan hacia el régimen más que rabia, odio y miedo. Yo entiendo esa rabia y entiendo el odio que la gente siente e incubado a lo largo de un martirio que ya dura más de veinte años

No se puede evitar, por ejemplo, el odio que pueda albergar la señora madre de Lauriannys Cedeño, de 16 años, secuestrada el 14 de agosto (y “liberada” sin cerrarle la causa un mes después), por haber reenviado unos mensajes vía WhatsApp por el descontento ante los resultados de la elección presidencial y por esto fue denunciada por Nilsa López de Mata, miembro de la Unidad de Batalla Bolívar Chávez (UBCh) y trabajadora de la Alcaldía de Carúpano. La joven sufrió un colapso nervioso en el momento de su detención que le ocasionó daños cerebrales (tomado del artículo: “El régimen que tortura a los hijos de Venezuela” de Walter Molina Galdi en La Gran Aldea).

Cómo obviar /olvidar lo que han hecho, hacen y amenazan seguir haciendo contra gente cuyo único delito es pensar diferente o ejercer el derecho de protestar contra las formas que agobian su vida.

No se puede evitar que las madres de los jóvenes menores de edad piensen, mientras ven los miércoles Con el mazo dando, cuyo conductor es considerado el autor intelectual de las torturas que sus hijos sufren en el Retén de Caraballeda: “Con ganas Diosdado te fusilaría sin pestañar ahora mismo”.

No se puede evitar el encono y las reacciones de rabia de la gente cuando ve a Cilia Flores y pensar que ella está detrás de algunas decisiones que martirizan a la gente, mientras, junto con su esposo come pasta con caraotas negras y entonces les provoca gritarle: “qué asco me das Cilia”

Y así, podemos escoger uno a uno los personajes que nos gobiernan y desearles cualquier fin hasta de su vida o cualquier mal, si es posible cada vez más doloroso para cada uno de ellos. El registro de malos deseos es infinito.

El caso es que el régimen no puede desresponsabilizarse de los infames actos cometidos violando los derechos humanos.

Cómo no sentir animadversión por un personaje como Jorge Rodríguez que, por su narcisismo individualista, se contenta porque las mayorías lo asumen como el “mal absoluto”, lo cual lo retrata de cuerpo entero como un psicópata.

Pues bien, todo eso que he escrito de lo que puede, y seguramente, siente la gente (víctima hemos sido todos) es verdad. 

Pero, aun así, y por la recuperación de lo que nos queda como país y evitar que éste como el Macondo de Cien años de soledad: “… no tenga una segunda oportunidad sobre la tierra”, es necesario buscar una salida. ¿Dolorosa?, sí. ¿Injusta?, tal vez. ¿Con cierto grado de impunidad?, sí, probablemente tengamos que tragarnos unos desagradables sapos, pero lo importante es que salgan del poder.

Estoy convencido de que, una vez que se negocie una salida que haga más o menos “potable” su salida del poder (aunque hay cuentas del alma, que tendrán que pagar), ellos terminarán aceptando, pues nadie puede gobernar con los niveles tan altos de deslegitimidad que el régimen ha logrado cosechar y será, qué duda cabe, una salida que los expulse del tiempo, de nuestro tiempo, y de todas las generaciones por venir.

Pero, antes, para que el olvido no sea opción, descubramos todas sus miserias (incluso aquellas que todavía ignoramos) y las pongamos a rodar de boca en boca y de conciencia en conciencia, para que nunca más volvamos a padecer de semejante pesadilla. 

 

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