OPINIÓN

La educación, una vez más

por Gustavo Roosen Gustavo Roosen

Foto AFP

La cercanía de un nuevo año escolar convoca a retomar el tema de la educación, llamado por su trascendencia a ocupar siempre los primeros lugares en la atención y en la preocupación del país, de toda la sociedad, no solo de las autoridades, las escuelas, los colegios y las universidades.

Debería ser así siempre, pero mucho más cuando se percibe y se sufre la realidad de un abandono que se expresa en deserción escolar –de alumnos y de maestros-, disminución del tiempo efectivo de escolaridad, bajo rendimiento, minimización de las expectativas, deterioro de las instalaciones escolares, reducción de los presupuestos, crecientes problemas de sostenimiento económico de las instituciones educativas, ineficiencia de los servicios básicos y de la infraestructura tecnológica que sostiene el acceso a las posibilidades y exigencias de la era digital.

Un país entusiasmado debería poder ver en el comienzo de cada nuevo año escolar como la apertura de una nueva oportunidad. No siempre es así. Llevamos años en los que se reduce a la simple repetición de los problemas y de las preocupaciones convertidos en rutina, años en los que la nueva oportunidad termina por convertirse en oportunidad perdida. La menguada y poco transparente información sobre lo que ocurre en el mundo de la educación venezolana contribuye a la escasa importancia que logra ocupar el tema en el interés de la sociedad y a la dificultad para mover iniciativas en sentido contrario a la inercia o el abandono.

La urgencia de volver a primer plano el tema de la educación y de revitalizar el interés de la sociedad sobre él obliga a compensar el vacío con más atención, a preocuparse por lo fundamental, a superar la concentración en la sola subsistencia. Obliga también a no dejar la preocupación simplemente al gobierno, ni a las escuelas o centros de educación; a extenderla a los padres y a toda la sociedad, a darle un nuevo sentido y a activar los instrumentos para convertir el interés en el futuro de los hijos en una acción proactiva que mire el futuro del país. Es involucrar a los propios estudiantes y plantearles interrogantes como los que tienen que ver con su preparación académica y profesional, su formación humana, sus aspiraciones, su visión de la vida, su papel en la construcción del país.

La educación y la construcción de la sociedad están en el terreno obligante de los compromisos. No es una decisión del gobierno, es de la sociedad. La sociedad debe tener más exigencias y más formas de exponerlas, pero especialmente una voz más propositiva y más proactiva. Padres, alumnos, maestros, autoridades educativas, empresas. Todos tienen algo que decir, porque todos tienen algo que dar y que esperar, y el derecho a hacerlo.

En el de la educación, más que en otros terrenos, importa la visión a largo plazo. Para el estudiante no termina con el año escolar ni con el título. No es aprobar un curso ni completar una carrera. Es haberse preparado para la vida, haber adquirido las herramientas para el trabajo productivo en un mundo cada vez más cambiante, exigente y competitivo. Para el maestro, tampoco es suficiente con llenar un pensum y dominar una materia. Es, de alguna manera, responder a la ambición de cada uno de sus estudiantes: la de encontrar un maestro a quien admirar y seguir, alguien a quien habrán de recordar, alguien con la virtud de haberle iniciado en el manejo de las herramientas que exige la vida, un motivador, un inspirador, realista y visionario al mismo tiempo.

El discurso electoral deja la educación en segundo plano, para otro momento. Ello es grave en el momento que vive el país a la hora actual.  La forma de atenderlo, sin embargo, no es politizando el tema, sino recuperando para la educación el valor fundamental que significa para la sociedad. ¿Cuál es la visión, la orientación, la propuesta, el modelo que se somete a discusión? ¿Cómo se inserta la formación de capital humano en la construcción del futuro y qué hacer ahora para recuperar el tiempo perdido y lograr una posición de dignidad en la compleja sociedad en construcción?

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