«Intoxicated people, children and leggings always tell the truth» (ANÓNIMO)*
Cada vez que alguien dice «con todo respeto» uno espera ilusionado escuchar la segunda parte de la frase. Normalmente suele tratarse de una exigencia, aunque también sucede que lo que sigue en ocasiones es un insulto. Sea lo que sea, la segunda parte no va a ser agradable.
Una mujer escribe al periódico del condado de South Bend en Indiana (Estados Unidos) para exponer, con todo respeto, su preocupación por la falta de pudor de ciertas jóvenes que eligen las mallas ―leggings― como prenda de vestir. Maryann White es católica, madre de cuatro hijos varones –sons. La carta de la señora White causa impacto entre los lectores (sobre todo lectoras) del diario The Observer editado por estudiantes de la universidad americana de Notre Dame. Debería señalarse, quizás, que las razones de Mrs. White no están exentas de sentido en la manera de pensar de una mujer educada en los principios religiosos de reserva, contención y buenos modales. Estos principios que suenan anticuados para mucha gente hoy en día.
Maryann White cuenta que pasó un mal rato el día que unas jóvenes con leggings ajustados se plantaron delante de ella y su familia en la basílica de Notre Dame. Maryann no se explica cómo esta prenda de vestir se asemeja tanto a un dibujo o un tatuaje. Como si las mallas estuviesen pintadas sobre la piel («some of them truly looked as though the leggings had been painted on them»; Maryann White. Letter to the Editor, The Observer; March 25, 2019. -Notre Dame University, IN. USA).
Hay que reconocer que la autora de la misiva trata el asunto de la floreciente sensualidad femenina con mucha elegancia, yo diría que «con todo respeto». Sabe escoger las palabras apropiadas cuando alude a esas partes de la anatomía humana que nadie se atreve a decir de forma explícita. Me refiero al párrafo en que Maryann White critica el rumbo de la industria de la moda que incita a las mujeres a exponer sus zonas bajas (genitales y trasero) y emplea el eufemismo «nether regions»: «it’s strange that the fashion industry has caused women to voluntarily expose their nether regions«.
Las mujeres que llevan leggings lo hacen porque les parecen cómodos y eso también lo sabe la señora White. Termina su escrito con la petición a las mujeres de Notre Dame (en el condado de South Bend) a que den la espalda a esta prenda de vestir tan escandalosamente sugerente.
La noticia reaparecía hace pocos días en redes sociales: «A mum’s letter appealing for women to stop wearing ‘snug-fitting leggings’ as it made looking at their ‘nether regions unavoidable’ has gone viral» (Rebecca Flood; The Sun, 30.3.2019). [«La carta de una madre llamando a las mujeres a que dejen de ponerse ‘leggings ajustados’ dado que hacen que la mirada a sus partes bajas sea inevitable se ha vuelto viral»]. Resulta curioso el hecho de que una mujer se atreva a decirle a otras mujeres qué deben o qué no deben ponerse para salir a la calle. Es una guerra perdida. Ya lo dijo Boris Vian: «Con las mujeres no hay manera«.
La reacción de muchas féminas a la carta de Maryann White fue inmediata. Las mujeres partidarias de ponerse leggings enviaron comentarios favorables a la libertad de vestirse como les plazca, a la libertad de estar cómodas y verse atractivas, adjuntando además fotografías de sí mismas enfundadas en esa singular forma de desnudez camuflada.
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*«La gente ebria, los niños y los leggings dicen siempre la verdad’ (ANÓNIMO)
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